Las otras víctimas de la violencia contra la mujer
Puede sonar insólito, si se toma en cuenta que las estadísticas señalan que en nuestro país más de la mitad de las mujeres ha declarado ser víctima de violencia. Pero los expertos aseguran que para revertir este flagelo, las políticas públicas debiesen volcarse ya no sólo en ellas, sino que con mayor énfasis en quienes son los agresores.
La violencia masculina hacia la mujer, su prevención y resguardo, siempre ha sido un tema abordado desde las víctimas. Sin embargo, para los especialistas que han venido trabajando muy de cerca el tema, si continúa mirándose desde esa perspectiva resulta poco probable que las cifras de maltrato y las muertes que el flagelo provoca disminuyan.
Las estadísticas del Servicio Nacional de la Mujer indican que sólo entre enero de 2008 y octubre de 2009 en Chile han sido asesinadas más de 100 mujeres. La mayoría de ellas a manos de hombres con quienes tenían o habían tenido relaciones de intimidad y confianza. En Chile, el 50,3% de las mujeres ha declarado ser víctima de violencia. El 40% de las mujeres de estrato social alto han sido agredidas, un 70% de éstas sufre de problemas mentales tras estos actos y casi la mitad de las mujeres violentadas han intentado suicidarse.
Con esos antecedentes, puede parecer sin sentido que se quiera enfocar la ayuda en quienes son los responsables de tan alto índice de muertes, suicidios y mal trato físico y psicológico, pero esta mirada resulta fundamental a la hora de obtener cambios de conductas de quienes, según los expertos, también serían victimas. Aí lo indican las principales conclusiones del seminario “Intervención familiar y violencia masculina”, impulsado por la Escuela de Trabajo Social de la Academia de Humanismo Cristiano (UAHC).
Omar Ruz, asistente social y director de la escuela, sostiene que los aparatos estatales dedicados a detectar, prevenir y acompañar a las víctimas sólo se centran en la represión y sanción a quienes la ejercen, lo cual acrecienta la rabia en el agresor y conlleva a la larga a cometer femicidio. Postula que es primordial trabajar directamente con hombres que tienen un historial de violencia hacia sus parejas o ex parejas, rehabilitarlos mediante terapias y acompañamiento.
En materia gubernamental, Chile -a diferencia de países como El Salvador, Australia y EE.UU- está muy atrás en lo que respecta a experiencia de trabajo con hombres victimarios. Recién el año pasado el Estado chileno comenzó a enfocarse e invertir en esta nueva mirada. Es así que el año 2009 se crearon en Gendarmería de Chile cinco nuevos centros destinados al trabajo con hombres agresores.
Ruz, quien además es presidente del Colegio de Asistentes Sociales, sostiene que al enfrentar o trabajar con hombres que ejercen violencia hacia la mujer no se debe partir de la premisa que son personas enfermas- solo un 10% presentaría alteraciones mentales- sino más bien enfrentarlo como un problema social-educacional. Es decir, son hombres que no son delincuentes, es más, mayoritariamente son personas que desarrollan buenas relaciones sociales, pero que tienen una masculinidad mal construida. Es ahí donde se deben enfocar, precisamente los cambios, según el profesional.
“Es importante que el tratamiento vaya ligado con la prevención, pero principalmente se debe enfocar a una nueva masculinidad. La relaciones de familia y de pareja no se construyen con hombres agresores, pero tampoco con hombres reprimidos”
Sobre la base de resultados obtenidos por instituciones que trabajan con hombres violentos, de aquellos que completan el proceso de rehabilitación, sólo entre un 15 y un 20% vuelven a reincidir en hechos de violencia.
A esto se suma otro dato, y es que según las cifras aportadas por Roberto Rodríguez, de la Unidad Especializada en Violencia Intrafamiliar de la Fiscalía Nacional, 28 hombres que ejercieron violencia en algún momento de sus vidas hacia sus parejas terminaron suicidándose el año 2009; 25 en 2008 y 21 casos se dieron el año 2007. A su juicio, esto indica que “pese a las diversas leyes y los esfuerzos que se están haciendo en esta materia, no se estarían enfocando en lo esencial, ni menos contribuyendo a la disminución de las cifras de violencia” Agrega que, “es importante que, más allá de aumentar las penas en el ámbito de la justicia, las medidas apunten a en más educación y prevención”.