El acto de leer exige, junto con comprender y recuperar sentidos explícitos e implícitos, darse cuenta de que la sociedad y la cultura evolucionan, por lo que no solo se modifican los significados de las palabras, sino también qué, cómo y para qué se lee. Daniel Cassany, en su libro “Tras las líneas. Sobre la lectura contemporánea” (2006), plantea que leer es una práctica social compleja, en la medida que tanto el significado de las palabras como el conocimiento previo que aportan los-as lectores-as tienen un origen social. Bajo esta premisa, todo discurso refleja puntos de vista, por lo que es necesario estar conscientes de que las prácticas de lectura se realizan en comunidades e instituciones particulares, con ciertos propósitos y acordes a una identidad compartida, y que, por lo tanto, tienen un componente ideológico insoslayable, pero que a su vez dichas prácticas se van renovando y ampliando constantemente.
En efecto, esta última afirmación es de vital importancia en el marco de la escuela y los espacios de la lectura contemporáneos, considerando que, como señalan las Bases Curriculares para Lenguaje y Comunicación, “un objetivo primordial del proceso educativo es que los alumnos adquieran las habilidades comunicativas que son indispensables para desenvolverse en el mundo y para integrarse en una sociedad democrática de manera activa e informada” (2018, pág. 292), aseveración que también se reafirma en las Bases Curriculares de Lengua y Literatura durante la Enseñanza Media.
Estas habilidades enfatizan de forma implícita la relevancia de las perspectivas multimodales y transmediales, entendiendo la multimodalidad como “la variedad de modos o recursos semióticos utilizados para significar y que confluyen en un mismo evento comunicativo” (Manghi, 2012), y que se pone de manifiesto en las múltiples prácticas de interacción comunicativa actuales, dado que como señala Scolari “el Alfabetismo Transmedia se focaliza en lo que los jóvenes están haciendo con los medios y los considera prosumidores (productores + consumidores), personas potencialmente capaces de generar y compartir contenidos de diferentes tipos y niveles de complejidad” (2018), espacio al que también se han incorporado con fuerza niños y niñas. De este modo, memes, música, series de televisión, películas, cómics, entre otras manifestaciones culturales, son parte de un complejo tramado multimedial y transmedial del cual los y las docentes, como los diversos mediadores de lectura deben hacerse parte. Como consecuencia de esto, los Estándares orientadores para egresados de carreras de Pedagogía en Educación Básica (2012), así como los pertenecientes a Educación Media (2012), han incorporado la comprensión y producción de textos multimodales dentro de los ejes de lectura y escritura, que a su vez se verán reflejados en algunos de los Objetivos de aprendizaje presentes en los planes y programas ministeriales, haciendo prioritario su abordaje en la formación.
Por otro lado, abordar los cambios producidos por las nuevas tecnologías y el desarrollo de las redes sociales, se vuelve vital para poder acercar a los nuevos lectores a las acciones dentro y fuera de las aulas. Para esto se reconocerá, por ejemplo, el espacio digital, así como el uso de las TIC, esenciales en las nuevas formas lectoras, como componentes de un medio para la mejora de las prácticas pedagógicas, aportando herramientas teóricas que ayuden a la generación de estrategias de fomento de la lectura, y también la escritura.
Desde dicha perspectiva, este diplomado pretende abordar el fenómeno de la lectura desde una perspectiva multimodal y transmedial, entregando herramientas teóricas y prácticas en torno a los conceptos de hipertexto, transmedia, multimedia, entre otros. Por otro lado, pretende analizar algunas de las principales problemáticas propias de la literatura contemporánea, especialmente aquellas vinculadas con la distinción entre lo literario-subliterario, mecanismos ideológicos y estrategias de mercado presentes en un gran número de obras. En este sentido, se orienta a profundizar en temáticas actuales atingentes, no solo a la literatura escrita, editada y/o adaptada para infancia, adolescencia y juventud, sino otros fenómenos vinculados a la visualidad y la multimedialidad.
Su propósito es constituirse en un espacio de análisis y discusión crítica de un corpus variado de textos, con diferentes profesionales/trabajadores que requieran de conocimientos teóricos y de herramientas prácticas para el abordaje de los textos literarios y no literarios, destinados a lectores y lectoras de estos rangos etarios.
Finalmente, el diplomado se inscribe dentro de una necesidad imperiosa de dotar a profesoras y profesores de los dos ciclos Básicos y de Enseñanza Media, así como a mediadores/as y profesionales afines, de herramientas teóricas y analíticas para abordar la lectura como una actividad crítica, heterogénea y compleja, así como estrategias concretas para abordarla desde nuevas perspectivas, ampliando su conceptualización. Con ello, los y las docentes del área de Lenguaje y áreas cercanas podrán adquirir y desarrollar nuevas competencias laborales para enfrentar las complejas dinámicas de lectura que demanda el currículum actual, así como acercarse al desarrollo de habilidades de pensamiento desde una perspectiva crítica y atingente a las necesidades formativas y experienciales de sus estudiantes, o los sujetos a los cuales estarán mediando.