Radiografía a la Convención Constituyente

Radiografía a la Convención Constituyente

(*) Por Álvaro Ramis

Columna publicada en Le Monde Diplomatique

El Chile que surgió desde las elecciones del 15 y 16 de mayo de 2021 es claramente distinto al que hemos conocido desde el 11 de marzo de 1990. Junto a una nueva geometría de poder, reflejada en la nueva composición de los concejos municipales y de distribución de las alcaldías, y al estreno de las gobernaciones regionales, se ha producido la elección más relevante de las últimas tres décadas: la conformación de la Convención Constituyente. Un total de 155 representantes fueron elegidos bajo sistema de paridad de género, 78 hombres y 77 mujeres. 138 mediante el sistema electoral D’Hont (proporcional moderado), en representación de 28 distritos. Más 17 electos en representación de los pueblos originarios, distribuyéndose 7 cupos para el pueblo mapuche; 2 para el aymará y uno para pueblos quechua, chango, atacameño o lickanantay, diaguita, colla, rapanui, kawashkar y yagán.

Aunque la participación electoral se mantuvo baja, alcanzado el 43% del padrón electoral, los resultados reflejaron una nueva correlación de fuerzas políticas, y sobre todo, unas claras prioridades programáticas que recorren el amplio campo de las demandas sociales acumuladas en estas tres décadas. El temor a que el “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución”, concordado por el Congreso en noviembre de 2019, sólo hubiera significado un medio de contención del proceso de movilizaciones abierto el 19 de octubre de 2019 ha quedado refutado por la contundencia de los resultados. Incluso la barrera más polémica incluida en ese pacto, la necesidad de un quórum de dos tercios para adoptar cualquier decisión al interior de la Convención Constitucional (CC), ha quedado en segundo plano ya que la derecha no ha logrado los 52 constituyentes que le permitía alcanzar el poder de veto. Un breve análisis de los resultados electorales permite proponer algunas consideraciones y escenarios posibles en el proceso que se inicia.

I. La impotencia de Chile Vamos (37).

De los 90 constituyentes que consiguieron las listas levantas por partidos políticos, la oficialista coalición Chile Vamos obtuvo 37, el resultado electoral más bajo de este sector desde 1964, y menor al 21.72 % obtenido por el Rechazo en octubre de 2020. Con un total de 1.173.198 votos, la derecha unida sólo llegó al 20,56%, distribuyéndose en 17 escaños para la UDI, 14 para RN, 5 para Evopoli y 1 para el Partido Republicano. Este resultado le impide de forma autónoma bloquear la toma de decisiones en la Constituyente. Ello haría previsible que todos sus esfuerzos se encaminen a lograr acuerdos racionales en algunos puntos sensibles para sus intereses, tratando de sumar a sus posiciones a sectores de la ex Concertación e independientes. Lo que conspira contra esta acción es la composición de su bancada, predominantemente UDI, tensionada por las críticas que las bases electorales de la derecha han lanzado en el último año. Lejos de una voluntad pactista y abierta a los acuerdos, cada vez se escuchan más fuertes las demandas de las bases de ese sector por posiciones más intransigentes, identitarias, a la vez que acusan al gobierno de Piñera de debilidad y falta de coraje para enfrentar con mayor dureza policial y militar el estallido social.

La elección de personalidades como Marcela Cubillos, Teresa Marinovic, Luis Mayol o Harry Jürgensen muestra un bloque mucho más escorado hacia posiciones ideologizadas y reactivas, que hacia posturas pragmáticas y constructoras de acuerdos, como podrían surgir desde Evópoli, con constituyentes más dialogantes como Hernán Larraín Matte. Si se imponen los sectores mayoritarios de la derecha, es probable que su estrategia será impugnar el conjunto del proceso, caricaturizar a las otras listas y empantanar la tramitación de la nueva Constitución por vías extra o para-institucionales, tales como descalificación de los liderazgos populares ahí representados, campañas masivas del terror o acciones de low-fear o guerra judicial. Ya se advierte en los líderes de este campo un ánimo de boicot, más o menos sibilino. El aporte de los grandes medios de comunicación y la presión económica pueden jugar a su favor.

2. Los desplazamientos en la ex Concertación

La “Lista del Apruebo” alcanzó 14,46% (824.812 votos) lo que le permitió llegar a 25 constituyentes. Agrupó al Partido Socialista, que logró 15 constituyentes, 10 militantes y 5 independientes, la Democracia Cristiana obtuvo 2 escaños, pero sólo con un militante, el PPD 3, el Partido Radical 1 independiente, el Partido Liberal 3 y el PRO 1. Aunque se suponía que serían la primera fuerza política según las encuestas, se ubicaron en un cuarto lugar, por debajo de Chile Vamos, Apruebo Dignidad y la Lista del Pueblo. Esta lista conjugaba liderazgos altamente disímiles entre sí. La composición de esta bancada podría haber sido muy diferente si los elegidos hubieran tenido mayoritariamente el perfil de candidatos conservadores como René Cortázar o Jorge Correa Sutil, quienes no resultaron electos. En cambio, lo que predominó fue la elección de personalidades progresistas, como Jorge Baradit, Malucha Pinto o Christian Viera, lo que augura que esta bancada debería estar en mayor sintonía con las grandes líneas programáticas de Apruebo Dignidad y las listas independientes. Lo que puede dificultar estos entendimientos puede venir de la competencia electoral de noviembre, con candidaturas presidenciales y parlamentarias enfrentadas, lo que puede conspirar contra los pactos y acuerdos concretos.

3. La consolidación de Apruebo Dignidad.

La lista Apruebo Dignidad logró 28 cupos, con 1.069.225 votos, lo que representa un 18,74%. Agrupó al Partido Comunista (7 escaños), Frente Amplio (16), Federación Regionalista Verde Social (4) y el Partido Igualdad (1). Pero esta distribución engaña si no se advierte que un grupo significativo de estos cargos será ocupado por personas provenientes de movimientos sociales que concurrieron en cupos de partido. De todas formas, vale la pena destacar el éxito de Revolución Democrática con 9 escaños y de Convergencia Social con 6. Este dato es relevante de cara a la primaria presidencial que disputarán Gabriel Boric y Daniel Jadue el 4 de julio de este año. En general esta votación muestra una cierta equivalencia con el resultado obtenido por separado por estos partidos en la última parlamentaria: en 2018 FA logró 20 diputados; PC 7 diputados y FRVS 4 diputados. De alguna forma, este éxito global puede verse tensionado por la emergencia de las listas independientes, como la lista del pueblo, que si llegan a expresarse en la competencia parlamentaria de este año podrían significar un serio desafío para este bloque. Este desafío “desde la izquierda” podría llegar a dificultar para Apruebo Dignidad el entendimiento con la lista del Apruebo. Por otra parte, las Trece alcaldías que consiguió el Frente Amplio y las 10 del PC/FRVS van a ayudar a esta nueva fuerza política a consolidarse a nivel nacional.

4. El éxito de las listas independientes

Un total de 48 escaños provienen de candidaturas independientes, lo que representa más del 40% del total. Aunque existen 5 liderazgos completamente individuales, electos sin adscripción a listas nacionales en los distritos 2, 3, 5, 9 y 28, el resto de los independientes se agrupó en diferentes candidaturas que representan a articulaciones y movimientos sociales sin alianzas con partidos políticos. El mayor éxito lo tuvo la Lista del Pueblo, con 900.000 votos y 27 escaños. Destacan en esta bancada los liderazgos surgidos directamente desde las movilizaciones de octubre de 2019, como “Tía Pikachu”, Dino Azul, “Pelao Vade” y Alejandra Pérez. Pero en general esta lista expresa a organizaciones de base, con fuerte implantación local, con énfasis en las movilizaciones feministas, ambientales y populares. Es necesario sumar a este campo 6 escaños obtenidos por las listas de Movimientos Sociales Constituyentes, ligadas a procesos territoriales como “Insulares e Independientes” de Chiloé, A Pulso por el Buen Vivir en Aysén y la Coordinadora Social de Magallanes. lo que puede junto a la Lista del Pueblo puede dar origen a una “bancada de los pueblos”.

Este bloque enfrentará una inevitable tensión a la hora de transformar demandas locales en normas constitucionales. Deberán participar en el espacio altamente reglamentado de la Convención, estructurado bajo la lógica parlamentaria, lo que exige representaciones claras, delegación de funciones, pactos de responsabilidad compartida con el resto de las bancadas. Sus formas y métodos de organización van a chocar con la racionalidad institucional, lo que puede ser importante si logran generar alianzas y mantener el vínculo con sus organizaciones sociales y populares de origen. Por otra parte, es previsible que las tensiones propias de las elecciones parlamentarias y presidenciales puedan distraerles de ese objetivo.

Otro caso es el de la bancada de Independientes No Neutrales (o Independientes por una Nueva Constitución), que obtuvo 11 escaños. La proveniencia y el perfil de esta lista es más cercano a la lógica de profesionales ligados a ONGs y ex militantes de la ex Concertación. A partir de su programa se puede anticipar que pueden jugar un rol clave al articular posturas con la lista del Apruebo. Es probable que aporten decididamente en la democratización del sistema político y en el reconocimiento del rol del Estado como garante de derechos, pero pueden tener menos voluntad en materias más controversiales, ligadas especialmente a la “constitución económica”, tales como el derecho de propiedad, las concesiones mineras, la libertad de enseñanza, entre otras.

5. La impronta de los Pueblos Originarios

La inédita presencia de los Pueblos Originarios con 17 escaños amerita un análisis más extenso por sí mismo. Destaca la primera mayoría de la Machi Francisca Linconao, quién ha sido perseguida por el Estado de Chile durante años. Pero además se evidencia un cuerpo de dirigentes de altísima representatividad y calidad, como Natividad Llanquileo, abogada y ex vocera de presos políticos mapuche; Elisa Loncón, académica de la USACH y Adolfo Millabur, sólo por ejemplificar. Sin duda la presencia activa de los pueblos originarios permitirá poner en el centro de las deliberaciones la necesidad de una Constitución posneoliberal, feminista, ecológica, democrática y plurinacional.

(*) Rector Universidad Academia de Humanismo Cristiano