(*) Por Tomás Moulián
Columna publicada en La Voz de los que sobran
En las elecciones del 15 y 16 de mayo tuvieron lugar tres situaciones significativas: uno, el gran éxito de las listas de independientes; dos, la derrota de la derecha; tres, el éxito de la lista conjunta del Frente Amplio y el Partido Comunista.
Entre las listas de independientes concita la atención la llamada Lista del Pueblo. Uno de sus líderes señaló que ellos eran contrarios a los partidos políticos. Lo hizo señalando que un dirigente de Revolución Democrática había afirmado el interés por acercarse a esa lista.
Las primeras críticas tuvieron lugar durante la dictadura de Ibáñez, entre 1927 y 1931. Más adelante, durante el gobierno represivo de González Videla de 1946 hasta 1952, este puso fuera de la ley al Partido Comunista: se trató de un anti partidismo circunscrito, en el marco de la guerra fría.
Pero el momento en que el anti partidismo tuvo un carácter más potente y generalizado fue durante la dictadura de Pinochet, cuando todos los partidos fueron prohibidos. En todo caso el antipartidismo de una parte de los independientes se da en democracia y no tiene, por tanto, un carácter represivo.
Ellos estuvieron ligados a los éxitos y los fracasos de ese momento histórico. También lo tuvieron en los momentos anteriores. Desde 1887, cuando se funda el Partido Democrático; desde 1912, 1922, 1933 cuando se organizan el Partido Obrero Socialista, el Comunista y el Socialista respectivamente existieron izquierdas partidarias.
Repito: la dictadura cívico militar trato sin éxito de eliminarlos, blandiendo un discurso anti partidario. A su vez, democráticos de base significa partidos en la cual las decisiones las tomen las bases en estrecho contacto con las directivas. Por tanto, debe tratarse de decisiones que partan desde abajo para ir luego subiendo hasta las cúpulas. Decisiones que deben ser constantemente discutidas, incluso cuestionadas por los que lo deseen; pero donde finalmente deberían imponerse las mayorías.
Uno de esos partidos nuevos podría ser la lista del pueblo, en la medida que actúen colectivamente, con consulta a las bases y con una perspectiva ideológica. Por supuesto que, si los electos de esa lista actúan individualmente, cada uno para su santo, ello no ocurrirá.
Otra de las situaciones significativas de la elección fue la derrota de la derecha. Sin duda ella refleja una crítica al gobierno de Sebastián Piñera.
Un cuestionamiento a sus políticas represivas, destinadas a controlar el estallido social y sus manifestaciones posteriores. Una crítica a su falta de sensibilidad con los sectores afectados por la pandemia, a su rechazo de los retiros del diez por ciento; a su cuestionamiento del impuesto a los super ricos, el cual afectaría sin duda al presidente. Una crítica a sus discursos conservadores.
Las elecciones, especialmente la de Convencionales y la de la alcaldía de Santiago, significaron un duro castigo a la derecha.
La tercera situación significativa fue el éxito de la lista conjunta del Partido Comunista y del Frente Amplio; éxito sobre todo en comparación con algunos conglomerados de la ex Concertación, como la Democracia Cristiana y el Partido por la Democracia, los cuales obtuvieron dos y tres convencionales respectivamente, mientras RD obtuvo ocho y el PC siete.
Dentro de esa tendencia, el único partido exitoso fue el Socialista, quien consiguió quince convencionales
Este éxito electoral de la lista conjunta PC/FA fue especialmente importante en las alcaldías. Ganaron en Maipú, en Viña, en Valparaíso, en Recoleta, en Valdivia, en Ñuñoa y en Santiago, entre otras. En este último lugar la candidata comunista derroto a Felipe Alessandri, el incumbente. En los otros lugares triunfaron militantes de RD.
Esto último significa una gran oportunidad para ese partido. Hasta ahora ha elegido parlamentarios, pero aún no ha estado muy involucrado en tareas de gestión, como las que requieren las alcaldías. Estas exigen capacidad administrativa, pero también la de conectarse con los representados, a los cuales deberá movilizar para hacer realidad sus planteamientos ideológicos.
En todo caso, estamos a pocos días de las elecciones. Es obvio que hay que esperar que pase el tiempo. Pero también los elegidos y elegidas deben empezar a trabajar y a pensar desde ya. Sobre todo, pensar.
(*) Académico Escuela de Sociología UAHC. Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanidades