Caso “Qué Pasa”: El “urgimiento” por la libertad de prensa
“Lo que está haciendo la presidenta Bachelet es un atentado contra la libertad de prensa”, aseguró preocupadísimo el diputado de Renovación Nacional José Edwards; mientras el diario “La Segunda” recordaba que en 1981 la madre de la mandataria, junto a tres integrantes del actual gabinete, firmó una carta rechazando el cierre de revista APSI.
El caso de la publicación online de la revista “Que Pasa”, su posterior retracto parcial y la querella de la ciudadana Bachelet contra cuatro periodistas de la publicación, ha traído un súbito interés por la libertad de prensa en algunos sectores de nuestra sociedad, curiosamente alguna gente que no siempre han estado tan atenta a estos temas.
Podemos tranquilizarlos, la libertad de prensa no está en peligro, como supone el diputado de RN, con la querella. Por el contrario, constituye un derecho constitucional de cada ciudadano que se sienta agraviado por una publicación poder recurrir a tribunales, no se trata de guardias silenciando las rotativas ni periodistas llevados a la cárcel sin juicio.
Tampoco hay contradicción entre la firma de la carta de 1981 y la situación actual. En ese momento se impedía la edición de un medio y hasta donde se sabe “Qué Pasa” no solo sigue funcionando, sino que lanzó una contraofensiva muy sarcástica contra la presidenta sin que peligre por ello su circulación.
Lo dicho y lo silenciado
El jueves 26 apareció en el sitio web de la citada revista un artículo que recogía comunicaciones telefónicas de Juan Díaz, operador de la UDI envuelto en el caso Caval, interceptadas como parte de la investigación judicial. En ellas se expresaban una serie de situaciones, algunas más inverosímiles que otras, respecto de siete personajes, entre ellos Pablo Longueira (a quien se le acusaba de planificar el secuestro de Gemita Bueno) y Michelle Bachelet (de quien se decía que su nuera había dicho que quería mil millones a cambio de su participación).
¿Problemas éticos en esta publicación?, absolutamente ninguno. No se aseguraba que nada de esto fuera cierto, solo que Juan Díaz lo decía. Precisamente para eso existe el periodismo, para publicar informaciones sobre los temas que afectan a nuestra sociedad. De hecho, gran parte de la megacrisis por la venalidad y desvergüenza de nuestra clase dirigente (Milicogate, Penta, SQM, ANFP y el propio Caso Caval) ha sido denunciada por la prensa.
Pocas horas después “Qué Pasa” retiró la información de su versión online, asegurando que suponía un error ético de edición.
¿Problemas?, muy pocos. Si la revista decide que dar a conocer declaraciones de un controvertido personaje, en torno a terceros, constituye una equivocación puede que no estemos de acuerdo; pero está en su derecho.
Al día siguiente, empero, “Qué Pasa” incluye un artículo en su edición impresa en que están las declaraciones de Díaz; pero solo incluye situaciones cuestionables de dos de los aludidos en la investigación: Natalia Compagnon y su suegra, la presidenta de la República.
¿Problemas?, todos. Curiosamente lo que es poco ético con Longueira y otros distinguidos señores, sí es lícito con Michelle Bachelet y su nuera. Además ni siquiera responde a una gradación de tópicos, por ejemplo que se publique lo más complejo o lo que atañe a personajes públicos, porque una supuesta coima resulta menos grave que un hipotético intento de secuestro y Longueira fue incluso precandidato presidencial, no es ningún desconocido.
Recién entrando en junio, Michelle Bachelet, presentó una querella por injurias y calumnias contra el director de la revista, su editor general y dos periodistas.
¿Problemas?, muchísimos. Si bien la acción legal se entabla a título personal, la querellante da como domicilio La Moneda, lo que grafica lo difícil que resulta separar a la ciudadana Bachelet de su investidura, con la negativa carga de una mandataria atacando a un medio que la cuestiona. Una querella que difícilmente gane, porque aunque pensemos que el artículo impreso de “Qué Pasa” constituye una falta a la ética periodística, en el sentido de silenciar tendenciosamente una parte de la información, otra cosa muy distinta es probar que se trata de un delito. Pero incluso en el improbable evento de que ganara, solo le servirá para recibir una andanada de recriminaciones de todos lados acusándola de intentar silenciar a la prensa. Lo peor radica en que, gane o pierda, con esta acción judicial mete al caso Caval nuevamente en el centro de la política nacional; un tema que le costó una buena parte de su otrora incombustible popularidad.
Urgimientos por la libertad
Así las cosas, la libertad de prensa no se encuentra en el peligro que advierte Edwards ni sufre las contradicciones que vislumbra “La Segunda”. Lo que no significa, ni por mucho, que no existan riesgos. Es en momentos como estos de Díaz, “Qué Pasa” y la Presidenta cuando uno echa de menos más diversidad de miradas, voces distintas, un análisis menos superfluo.
El peligro reside en que nuestros medios de comunicación son pocos en relación con la población y nuestra historia, cada vez se encuentran más restringidos por la dependencia económica, demuestran homogeneidad social y geográfica, están amañados por leyes y reglamentos heredados de otrora y adscriben a pensamientos unilaterales. Por esto sí que vale la pena urgirse.
*Periodista. Doctor en Literatura Digital. Magíster en Educación. Jefe Carrera 2da Titulación en Periodismo U. Academia .