Contra la Democracia: El Pinochetismo Revisitado (o la Identidad Histórica del Neofascismo)

Contra la Democracia: El Pinochetismo Revisitado (o la Identidad Histórica del Neofascismo)

(*) Por Fabián González

Columna publicada en Página 19

Los programas de gobierno que se enfrentan en la elección presidencial del próximo domingo 19 de diciembre han estado en el centro de la polémica. Se les ha acusado de travestismo, maquillaje y volteretas. Cada parcialidad refuta estas críticas usando expresiones como “apertura democrática”, “voluntad de cambio” y –aunque usted no lo crea– “capacidad de escuchar”. Todo esto es parte de un debate comúnmente centrado en elementos accesorios y secundarios de cada propuesta programática. Sin embargo, hay un programa o plan de gobierno que no modificó un ápice sus planteamientos de fondo. El candidato del Frente Social Cristiano J. A. Kast Rist ha mantenido incólume las ideas que sustentan su programa de primera vuelta. Estas ideas no nacieron en la víspera del 21 de noviembre pasado, muy por el contrario, son expresiones políticas de larga data. El ideario de Kast Rist no es otro que el del pinochetismo de principios de las años ’70; un ultraderechismo militarista, autoritario y fundamentalista en sus posicionamiento morales. Lo anterior no es un juicio personal, es una simple constatación resultado del contraste entre el programa publicado por Kast Rist en https://atrevetechile.cl/ y la Declaración de Principios del Gobierno de Chile (1974) junto a otros documentos del mismo período de la dictadura cívico-militar.

Las primeras doce páginas del programa del candidato republicano refieren a los siguientes temas: orden, seguridad, delincuencia, cárcel, policía, guerra. Este discurso se elabora sobre la base de una memoria anclada en la inseguridad y el temor, con el trasfondo de una remarcada situación de crisis social y económica. La misma fórmula que usaron los militares y civiles golpistas en 1973. Según Kast Rist, “Chile pasa por un momento especialmente relevante de su historia reciente” y señala que solo se podrá superar este momento si se recupera el Estado de Derecho, el Orden y la Autoridad. De acuerdo a sus propuestas, Kast Rist gobernará con las Fuerzas Armadas y, cuando sea necesario, a través del “Estado de Emergencia calificado con facultades excepcionales para el Presidente de la República”. Combatirá lo que define como “incivilidades” que den la sensación de inseguridad y ausencia de autoridad, ocupándose así de “los agitadores” políticos, un eufemismo post conservador que apuntará –qué duda cabe– a todo lo que se mueva por fuera de lo oficial. Así como la Junta Militar desarrolló una política de ‘depuración ideológica’, Kast Rist se compromete a promover “buenos hábitos” y eliminar focos de incivilidad. Como si lo anterior fuera poco, toda esta maquinaria operativa-militar será reforzada con tribunales ad-hoc para la delincuencia, narcotráfico o terrorismo, una suerte de tribunales de guerra, y –más grave aún –“mayores facultades de investigación a las policías sin la necesidad de intervención de fiscal o de los jueces”. Aunque no lo crea estas citas son textuales, y están tomadas de la última versión del programa del candidato del Frente Social Cristiano. Este verdadero revival del pinochetismo setentero prosigue con una propuesta de reforma al Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) y con una defensa cerrada a lo que denomina “nuestro patrimonio cultural”, donde se incluye por cierto cuarteles policiales o militares.

En 1974 la Junta Militar de Gobierno hacía un llamado a la integración espiritual del país y a ‘recuperar’ lo que realizaron los forjadores de la República. En 2021 la utopía del socialcristianismo se orienta en una línea similar de modo que el país se vea como una gran unión de familias que emprende la búsqueda del bienestar espiritual de la nación sobre la base del bien, la verdad y la belleza. La Declaración de Principios del Gobierno de Pinochet aspiraba a “Reivindicar y sembrar en el corazón de cada chileno el ejemplo de nuestra Historia Patria, con sus próceres, héroes, maestros y estadistas, [que] debe transformarse en el acicate más poderoso para despertar el verdadero patriotismo, que es amor entrañable a Chile y deseo de verlo nuevamente grande y unido”. Casi 50 años después, Kast Rist vuelve por lo mismo en su programa. Usa la misma terminología: reivindica la “historia patria”, según él esas costumbres y “valores estables” constituyen un legado trascendente, una herencia preciosa. Así lo describe de manera textual en su documento de propuestas culturales:

Recuperar la Identidad Cultural e Histórica Chilena, dentro de toda su riqueza occidental y precolombina. Recuperar y promover libros, películas, obras de teatro, música, danza, pintura y documentales, que son parte de la tradición chilena y universal. También se debe recuperar y difundir nuestra historia, héroes y personajes notables a través de medios novedosos y atractivos, entiéndase, series, películas, plataformas online, etc”.

Tanto los militares golpistas como el actual candidato republicano utilizan el pasado para representar en él una cierta esencia, una condición que tendría que haber permanecido inalterable al paso del tiempo. Su estrategia restauradora pone acento en la idea de “recuperar” algo perdido (el orden, la tradición, los valores) un llamado sin tapujos a revivir el oscurantismo de todo tiempo y lugar, resucitando toda suerte de viejos colonialismos. El sentido refundacional y neoconservador del programa de Kast Rist considera –al igual que el pinochetismo –también la reorganización del tiempo social, la reescritura de la memoria oficial, la redefinición de lo conmemorable y lo que será objeto de olvido. La siguiente es otra de sus propuestas:

Recuperaremos los feriados nacionales, sean de efemérides republicanas, religiosas o internacionales, en sus días conmemorativos respectivos, para efectos de profundizar el conocimiento de nuestra historia y herencia cultural”.

Los énfasis de orden simbólico que inspiraron a la Junta Militar de Gobierno y al programa republicano parecen calcados. “Chile participa en la cultura occidental y cristiana”, decían los jerarcas de la dictadura. De allí la defensa, desarrollo y acrecentamiento de la tradición y una cierta ‘cultura chilena’ que los militares promovieron; mismo rigor imprimieron a la difusión de sus principios y valores básicos, así como definir y crear conciencia activa del denominado «deber ser nacional». El candidato Kast Rist utiliza la misma retórica: habría una cultura surgida de los propios chilenos, la que denominan “Patrimonio de la patria”. A partir de esto llama a “fortalecer los Programas de Restauración y Conservación del Patrimonio Cultural a lo largo de todo Chile”; le asigna al Estado una especial dedicación por el rescate y difusión de la cultura y lenguaje indígena, tradiciones campesinas y urbanas, artesanías, uso correcto del lenguaje, y preservación del patrimonio arquitectónico colonial, religioso y republicano. Según el programa 2021 todas estas medidas se orientan a proteger la identidad nacional y el patrimonio, fomentando siempre la participación de actores privados en el financiamiento de la actividad cultural (Ley de Mecenazgo). Si el lector desea sorprenderse aun más con este tipo de “coincidencias” es recomendable leer el documento de Política Cultural del Gobierno de Chile (1975).

Como era de suponerse, los principios valóricos y morales que sustenta el programa del candidato Kast Rist se inspiran en la Declaración de Principios del Gobierno de Chile (1974) reivindicando a la familia como núcleo fundamental de la sociedad. Los militares golpistas de 1974 lo mandataron del siguiente modo: “la familia es el núcleo fundamental de la sociedad y es deber del Estado protegerla y propender a su fortalecimiento”. De lo anterior se deriva el rol del Estado en la sociedad que “debe estar al servicio de la persona y no al revés” y la emergencia del mercado como regulador de las relaciones sociales. El discurso de Kast Rist sigue con precisión esas orientaciones. La dictadura concebía a la familia “como escuela de formación moral, de entrega y generosidad hacia los semejantes y de acendrado amor a la Patria”. El abanderado republicano sostiene que el rol formador de las familias implica la transmisión de bienes, tradiciones y costumbres. Es en la familia donde se tiene que producir la “transmisión de las creencias, valores morales y religiosos, así como la formación cívica y humana de su elección. Por eso, las libertades para escoger y desarrollar proyectos educativos están en el núcleo mismo de ese deber y derecho de los padres como educadores”.

Curiosamente el Plan de Gobierno (2022-2026) de Kast Rist lleva el título Plan para el futuro de Chile. Paradójico porque el ethos del socialcristianismo parece ser la recuperación del pasado. Pero, ¿Qué pasado pretende restaurarse? Más allá de las casi cinco décadas que separan la Declaración de Principios (1974) del Plan de Gobierno de J.A. Kast Rist (2021) es evidente que el documento que inspiró al movimiento civil y militar que puso a Pinochet en el poder constituye la piedra angular de la propuesta socialcristiana. No existen diferencias significativas entre aquel discurso y el que sostiene el candidato republicano. Es pinochetismo puro y duro. Es decir, es un refrito sofisticado y peligroso que atenta –ayer y hoy – contra la democracia, los derechos humanos y la justicia social. Cualquier reivindicación total o parcial del Estado policial en dictadura o de las estrategias del terrorismo de Estado constituyen formas de pensamiento que se mueven por fuera de la democracia; toda tradición o marco valórico que recurra a una supuesta supremacía cultural para justificarse en el poder aplacando a sus conciudadanos, a través de la violencia (material o simbólica), actúa contra la democracia; toda visión de nuestra historia que se banaliza y que, negando el cambio histórico, hace fetiches del pasado sobre la base de héroes y conmemoraciones patrias, le hace un flaco favor a la democracia o definitivamente actúa en contra de ella. Todas esas formas hay que rechazarlas, hoy, ayer y cuando sea necesario.

(*) Académico de la Facultad de Pedagogía UAHC.