Contraste de imaginarios y juventudes en torno a la música urbana son objeto de estudio de investigador Fondecyt de la UAcademia
La discusión sobre la influencia social que tiene la difusión de la narco cultura en Chile alcanzó un punto álgido durante este verano, cuando el sociólogo Alberto Mayol publicó una carta abierta dónde cuestionaba la decisión de incluir al artista mexicano Peso Pluma en la parrilla del Festival de Viña. Pese a que esta presentación finalmente no se concretó por razones ajenas a la polémica local, aún no se cierra el debate sobre sí el consumo de estos productos culturales glorifica la criminalidad.
El proyecto Fondecyt “Imaginarios Contemporáneos De La Marginalidad En Chile”, dirigido por el sociólogo de la Universidad de Concepción Rodrigo Ganter y que cuenta como coinvestigador al profesor de la carrera de Sociología de la UAcademia Raúl Zarzuri, se aboca a estudiar el fenómeno de la marginalidad en Chile mediante un estudio de la cultura ligada al trap y la música urbana a través del análisis de sus videoclips.
“La propuesta de investigación busca comparar los imaginarios mediáticos que ha construido la prensa tradicional, que emplea características ligadas a lo delictivo, lo peligroso y lo desviado socialmente, con los imaginarios que construyen las comunidades de artistas que cultivan el trap en nuestro país. Durante el plazo de investigación de tres años que considera el proyecto nos interesa considerar los aspectos visuales, narrativos y estéticos del material promocional desde la perspectiva de expresiones de marginalidad urbana”.
El estudio de recursos como la ostentación material junto al análisis de letras de canciones busca separar los elementos de realidad y ficción que permean las miradas que difunde la prensa y las que construyen los mismos artistas, detalla el sociólogo. “Hoy en Chile hay muy poca investigación respecto al tema de la narco cultura y mucho de lo que se maneja viene exclusivamente del lado del periodismo. La principal información disponible llega desde México, Colombia y algunos países de Centroamérica donde el fenómeno impacta la vida social y se inserta en la vida cotidiana de los sujetos”.
Una búsqueda de salida
Respecto a la influencia que tienen estas temáticas en la sociedad general, el docente recuerda que no existe una relación directa entre el interés que generan series como “Narcos” y “Pablo Escobar, el patrón del mal” y la percepción que existe respecto a la vida criminal, donde operan factores de legitimación económica que usualmente no son abordados en la discusión. “Si bien es cierto el tema del narcotráfico debe ser considerado cuidadosamente, ha habido un nivel de exageración sobre el mismo consumo cultural como si adquirir la música llevase directamente a producir narcotraficantes”.
“Creo que no tiene ningún sustento afirmar que estar próximo a la narco cultura arrastra a los jóvenes a seguir ese estilo de vida. Esto tiene que ver con factores más complejos de resolver, cómo el hecho de que hay sectores en nuestro país que todavía están muy marginalizados, donde el Estado tiene casi nula presencia y donde no se han proyectado con fuerza valores relativos a la ley y el orden. También debemos considerar que no se puede decir que en todos los sectores populares existe narcotráfico y narco cultura. Hay ciertos sujetos jóvenes que ven en estas prácticas una forma para salir de la pobreza y esto es algo complejo de asumir”.
Según opina el profesor, en esta visión influyen nociones de la valoración social que se basan exclusivamente en el poder adquisitivo de los individuos. “El problema del narcotráfico y de la narco cultura es del capital, no sólo del capital económico sino también del capital cultural y social y por eso podemos entender la narco cultura precisamente como una exacerbación del capital. Hay una frase que se dice en México y se reproduce en Colombia que dice: prefiero vivir un año como rico que 100 años como pobre. Eso nos habla de una búsqueda de salidas de una situación extrema de precariedad”.
Respecto al grado de masividad que han alcanzado géneros urbanos como el trap y el reggaetón, el docente destaca que si bien provenían inicialmente de sectores socialmente marginados, una vez que alcanzaron un potencial de rentabilidad dentro del sistema capitalista la industria cultural los llevó a estar disponibles de una manera socialmente transversal, lo que sumado al fenómeno de la viralización de contenidos amplifica su impacto de manera exponencial.
“El capitalismo fomenta en teoría la idea del ‘hágalo usted mismo’ y la globalización trajo consigo un avance tecnológico que ha impactado directamente en la forma cómo se produce y se consume la música a través de YouTube y Spotify. Si un artista joven quiere producir sus propias canciones cuenta con todas las herramientas para hacerlo desde un laptop y no necesita pagar sumas millonarias para arrendar un estudio profesional. Hoy un músico puede tener millones de reproducciones sin recurrir a la mediación de las grandes disqueras y hacerse famoso gracias a algo que fue producido de manera casera”, opina Zarzuri.