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Cuenta Pública 2019 - 2023

Cuatro años después: un balance de dificultades y progresos 

Por el Rector Álvaro Ramis

Cuenta Pública 2019 - 2023

Cuatro años después: un balance de dificultades y progresos 

Rector Álvaro Ramis

Esta cuenta pública es una síntesis de algunos hitos centrales del programa institucional del periodo, en virtud de los compromisos de nuestra universidad hacia el futuro. No busca englobar lo realizado ni abarca todas las áreas institucionales. Es un documento que visibiliza algunos aspectos relevantes que no siempre se resaltan en la ruta que se ha transitado, pero que es importante recordar y valorar por su importancia estratégica.

 

Todo en la vida tiene su tiempo y, después de cuatro años, ha concluido el mandato de la actual rectoría. Reconozco que dirigir una universidad requiere una enorme energía, escuchar, negociar, superar reprobaciones y volver a la mesa entendiendo las críticas, con la obligación de sumar voluntades colectivas. Los desafíos que hemos enfrentado en estos años han sido muy complejos. Creo que la Academia los ha superado por medio de una estrategia orientada a construir una alternativa concreta y duradera, capaz de apuntar a las causas de fondo de nuestros problemas.

En 2019 la Universidad no gozaba de buena salud, ante todo por una inadecuación ante los vertiginosos cambios que había vivido el sistema de educación superior durante la última década. Esa difícil coyuntura nos ayudó a tomar conciencia colectiva del valor inestimable de nuestro proyecto como universidad único e irrepetible, que reconstruye constantemente el programa del humanismo y el horizonte de las transformaciones socialmente necesarias y posibles.

Afortunadamente hemos avanzado hacia una nueva etapa, a partir de la reacreditación institucional de 2023. En esta nueva fase deberemos enfrentar la interpelación de las nuevas generaciones, decididas a buscar formas innovadoras de entender la libertad y la justicia, pero en misma senda de una larga jornada que empezó en 1975 y aún no hemos terminado.

Durante este cuatrienio la universidad ha cambiado, y nosotros con ella. La terrible, dolorosa e injustificable tragedia de las violaciones a los derechos humanos durante el estallido social nos implicó directamente y nos sigue preocupando. Como país hemos asistido a la involución de una parte de la ciudadanía, desde la esperanza en la transformación constitucional hacia un peligroso vuelco hacia el autoritarismo político y el miedo. Hemos vivido la pandemia global del Covid, con millones de muertos y una existencia cotidiana trastornada. Sin tiempo siquiera para pensar, pasamos del virus producido por la violencia humana contra la naturaleza a una violencia cultural que se agudiza en las calles de una sociedad brutalizada.

Sobre cada uno de estos procesos políticos, sociales, culturales y económicos hemos intentado proponer una interpretación y una lectura lo más clara y completa posible.  Somos un proyecto educativo y científico basado en la fuerza de una tradición crítica, que transita en el complejo equilibrio de depender enteramente de sí y de nadie más.

Como sabemos, la educación superior chilena afronta un momento de estancamiento de su matrícula global, de concentración de su oferta y de crisis de sentido por sus estándares uniformadores y formas burocratizadas de gestión. Si no asumimos seriamente ese diagnóstico los proyectos contraculturales como el nuestro pasan apuros. Pero en la medida en que equilibramos las dimensiones académicas, regulatorias, administrativas y financieras, de cara a mejorar el nivel de nuestra propuesta, los resultados globales mejoran y seguirán haciéndolo, gracias al compromiso colectivo. Sin ese convencimiento ya no habría posibilidad de pensar un presente y la institución ya no seguiría haciendo su trabajo en el futuro.

Cuando acaba una etapa se debe hacer balance. Les dejo el mío, desde la certeza de que han sido años intensos y apasionantes, difíciles y fáciles a la vez, tristes y emocionantes. El momento más dramático fue al iniciar el mandato y descubrir la gravedad de las dificultades financieras que nos amenazaban. Estar entonces en este rol no fue para mí motivo de alegría, porque sabía que venía un camino muy doloroso. Parecía que para sobrevivir necesitábamos conciliar lo imposible. Pero estaba claro lo que defendíamos: la necesidad de dar sostenibilidad a la universidad como tal, defender su viabilidad y desarrollo, sin abandonar la misión y visión que le caracteriza. Sabíamos que estábamos resguardando un espacio de trabajo. Pero ante todo estábamos preservando una historia que perdura como una voz académica creíble y un proyecto educativo propio. De todas formas, queda en mí la sensación de haber tenido que enfrentar decisiones complejas que se pueden ver como una herida institucional difícil de borrar, amortiguada con el tiempo, pero que todavía requiere más diálogos y acercamientos para ser superada.

Durante estos años he intentado ser fiel a ciertos imperativos: dar estabilidad a la gestión, crecer en la oferta académica, manteniendo la forma original de hacer universidad que nos caracteriza. Si de algo me arrepiento es de no haber podido conversar más y de forma más directa e intensa. Creo que debemos generar un convencimiento mayor en las oportunidades que posee nuestra universidad. Si nuestras debilidades son ante todo nuestras propias debilidades, también las fortalezas son sólo nuestras, y nos pueden abrir a grandes posibilidades. El hecho de haber estabilizado la condición económica -que en todo caso debe seguir su proceso de recuperación-, es sin duda un signo de vitalidad para nuestro futuro.

Es cierto que tenemos muchas tareas pendientes que se deben atender como urgencias. Nos esperan desafíos claves en el desarrollo de una política de investigación más robusta, un nuevo plan de infraestructura, decisiones en materia de una justa distribución de las diferencias laborales, una nueva manera de pensar el postgrado y abordar los nuevos estándares de acreditación que deberemos superar en 2026. Sin embargo, en la búsqueda de esas metas no podemos perder nuestra identidad abierta, reflexiva y crítica.

Además, a pesar de las evidentes debilidades institucionales y económicas, desde hace casi medio siglo la Academia no ha dejado de estar presente en la esfera pública. Basta con hacerse la pregunta ¿Cómo sería Chile si no hubiera existido la Academia? La respuesta es: peor, claramente peor. No sólo por el resguardo de una tradición, de un pasado, o de una matriz cultural. Ante todo, por su valor en el presente, como una práctica de crítica de la sociedad capitalista, de su ideología y de sus formas de dominación.

Si algo nos define es encarnar el ideal de la universidad del pensamiento crítico. Especialmente en una etapa histórica en la que la homogeneización, la sumisión y la estandarización dominan el campo académico. Nuestra institución, con su capacidad de análisis e interpretación, mantiene su capacidad de pensar desde la crítica, honesta, eficaz y radical de lo existente. Desde ahí partimos. No hay libertad de cátedra sin auténtico pensamiento crítico; y no hay pensamiento crítico sin libertad académica. Esta es la primera condición que buscamos defender y proteger, a toda costa.

Por todo ello, quiero dar las gracias a cada uno de los miembros del directorio de la universidad y a quienes han participado del Consejo Superior Universitario. A los vicerrectores Francisco Jeanneret y Patricio Soto Caramori. A las decanaturas, Gabriela González, Beatriz Areyuna, Iria Retuerto, Hugo Osorio, Pedro Rosas. A quienes han ejercido la secretaría general, Misleya Vergara, Sebastián Vera y María Elena Villagrán. A los directores del instituto de humanidades Raúl González Meyer y Felipe Cisterna. Con empeño y pasión, han apoyado a la universidad en la delicada, complicada y fascinante tarea de conducir su proceso institucional.

También debo destacar el extraordinario coraje de las académicas y académicos de las nuevas carreras que se han sumado a la comunidad UAHC, representados en la profesora María Isabel de Ferrari que hoy les dirige. La universidad tiene un compromiso: apoyar decisivamente su desarrollo y acompañar su crecimiento, generando las mejores condiciones materiales, reglamentarias y operativas que garanticen su plena incorporación en la vida universitaria, con las mismas garantías y derechos que el resto de la comunidad.

Quiero reconocer y expresar mi admiración por todas las direcciones de gestión, a las direcciones de escuela y jefaturas de carrera que trabajan para construir universidad con una creatividad e imaginación únicas, como un colectivo que cree en la importancia de nuestro proyecto, sin recibir muchas veces el reconocimiento que merece. Así mismo a los consejos de facultad y de escuela, que discuten y aseguran el futuro de la Academia con su deliberación activa y participativa. Gracias de corazón a todo el claustro docente y al estamento funcionario, tanto técnico, de administración como de servicios. Con su trabajo hacen que cada día la Academia abra sus puertas con la mejor disposición y optimismo.

Un agradecimiento especial a toda la comunidad estudiantil por haber confiado en esta aventura formativa, en esta propuesta de trabajo y aprendizaje y por habernos estimulado a caminar siempre más rápido y más adelante. La labor de la universidad no se entiende sin su estudiantado, sin su mirada única, preciosa, insubstituible.

Doy las gracias a tantos colaboradores externos de la universidad, a las instituciones amigas de la Academia, cuyas sugerencias, iniciativas y reflexiones han supuesto un aporte intelectual, científico y crítico incesante. Le doy las gracias a ustedes, compañeras y compañeros, que nos han ayudado a seguir en momentos difíciles, que nos acompañan siempre en la tarea de mantener viva la voz y la enseñanza. No es retórica vacía decir que sin su apoyo incondicional esta universidad habría tenido muchas dificultades.

Por último, concluyo con una petición: la Academia merece ser tratada con cuidado, compromiso, paciencia, dedicación y, ante todo, respeto por una historia incomparable.

 

 

Álvaro Ramis  

Rector 2019-2023 

 

Santiago, julio de 2023

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