Desde Chile para América Latina: antropólogo Luis Campos contribuye a libro clave sobre el resurgir indígena
Un nuevo libro académico, con participación de investigadores de universidades chilenas, analiza cómo pueblos considerados extintos o invisibilizados reconstruyen su identidad y exigen reconocimiento en medio de los actuales conflictos territoriales y discursos de odio.
“Procesos de etnogénesis en América Latina. Volumen I”, coordinado por los antropólogos Miguel A. Bartolomé y Alicia M. Barabas y publicado por la Secretaría de Cultura de México, el Instituto Nacional de antropología e historia de México y el Fondo de Cultura Económica, se presenta como una obra fundamental para entender uno de los fenómenos socioculturales más dinámicos y políticamente significativos de la región: el resurgimiento de pueblos indígenas que, tras siglos de colonización, genocidio y políticas de asimilación, habían sido declarados extinguidos o permanecían en la invisibilidad.
A través de una serie de estudios de caso en Brasil, Uruguay, Chile y Argentina, el volumen ilumina las complejas dinámicas mediante las cuales comunidades como los charrúas, diaguitas, changos, selk’nam, mapuches, tehuelches y huarpes están recuperando narrativas, símbolos y tradiciones para construir nuevas identidades sociales y exigir derechos.
Dos de las contribuciones provienen de investigadores chilenos: Luis Campos, académico de la carrera de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, y Francisca de la Maza, de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Su trabajo no se limita a la observación distante; es el fruto de años de investigación colaborativa y compromiso activo con los procesos que documentan.
El caso diaguita: de la negación al reconocimiento
El primer capítulo de Campos y De la Maza se centra en el pueblo Diaguita, cuyo proceso de reconocimiento legal en Chile –logrado formalmente en 2006– es emblemático. Luis Campos no fue solo un investigador externo, sino un participante activo en ese proceso hace más de dos décadas. Su texto analiza la “reemergencia” diaguita no como una invención, sino como un complejo proceso de “actualización identitaria”, donde la memoria histórica, la lucha por la tierra y la reelaboración de prácticas culturales se entrelazan para desafiar la narrativa oficial de un pueblo desaparecido.
Los changos: pescadores de la costa en busca de visibilidad
El segundo capítulo aborda el trabajo que Campos ha desarrollado durante años con el pueblo Chango, reconocido por el Estado chileno recién en 2020. Este caso es particularmente ilustrativo de la “etnogénesis” como concepto: una comunidad cuyos modos de vida (la pesca y el trabajo marítimo) fueron históricamente despojados de su dimensión étnica, categorizándolos simplemente como “pescadores”. El texto detalla cómo, a través de la organización social, la recuperación de técnicas ancestrales y la presión política, los changos han logrado reivindicar una identidad colectiva específica, enfrentando estigmas y desconfianzas incluso desde otros sectores indígenas.
Antropología comprometida y co-teorización
Más allá de los casos específicos, el libro posiciona una reflexión metodológica y ética crucial: el papel de una antropología comprometida y colaborativa. Los capítulos de Campos y De la Maza son explícitos al señalar que su conocimiento es producto de una “escritura conjunta” implícita con las organizaciones indígenas y de una relación estrecha con instituciones como la CONADI (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena), buscando incidir en políticas públicas. Esta aproximación, denominada “co-teorización”, desafía el modelo extractivista de investigación y propone un acompañamiento académico que se alíe con las luchas por el reconocimiento.
Desafíos en un contexto hostil
La obra no es un relato triunfalista. Subraya los enormes desafíos que persisten: la criminalización de la protesta indígena, los conflictos territoriales en zonas de interés extractivista (minería, agroindustria, proyectos energéticos) y la persistencia de discursos de odio y negación en la esfera pública y mediática. La etnogénesis, se argumenta, es también una respuesta de resistencia frente a estas nuevas formas de presión.
Una contribución para repensar América Latina
En conjunto, “Procesos de etnogénesis en América Latina. Volumen I” constituye una contribución esencial para comprender la creciente pluralidad etnocultural del continente. Demuestra que la identidad no es un fósil estático, sino un proceso político y cultural en constante movimiento. El trabajo de investigadores como Campos y De la Maza muestra que el acompañamiento académico, cuando es humilde y solidario, puede ser una herramienta más en la larga lucha de los pueblos por su autodeterminación y el derecho a existir, visibles y reconocidos, en los Estados nacionales del siglo 21.