El auge de las postverdades: Responsabilidades de los medios
(*) Rodrigo García Núñez
Respecto al auge de las postverdades y fake news que se infiltran en los medios de comunicación, es lamentable lo que sucede actualmente. Algunos de estos medios cuentan con más responsabilidad que otros, pero en general estos registran grandes errores en su accionar. No se sabe si culpar a la dirección del medio o a editores/as o a los reporteros/as. El tema fundamental es que se haga “bien la pega”.
Podemos relacionar esto con una crisis material de los medios chilenos tradicionales que va desde su desaparición, pasando por una precarización laboral y hasta una tendencia a la falta de cronistas en medios de papel, televisión o radios, incluso. Las razones del porqué suceden estos asuntos son muchas. Una de ellas es porque la presión por dar “el golpe noticioso” o tener la “exclusiva” no da tiempo para revisar lo que se produjo. No quiero pensar que los otros motivos sean por desconocimiento o falta de interés por cumplir con nuestra principal responsabilidad, que es entregar la verdad a la opinión pública.
Si analizamos los medios y nos fijamos en las faltas “menores”, identificaremos que comparten algunas malas prácticas. Por ejemplo los generadores de caracteres televisivos (GC) y las notas de sitios WEB registran un alto número de errores ortográficos en sus escritos. A través de la TV y la radio escuchamos escenarios extraños en sus mensajes, por ejemplo periodistas han mencionado: “de sus ojos brotaron las lágrimas producto del incendio”, no sé de qué otra parte podrían salir las lágrimas. O “a mis espaldas Carabineros continúa con las investigaciones”, esto es peor aún. En estos casos claramente no hay pulcritud por informar de buena forma, entendiéndose que la escritura y el hablar son prácticas habituales en el Periodismo.
No obstante, cabe precisar que los medios impresos aún se salvan de estas feas rutinas, ya que los correctores aún cuentan con el tiempo suficiente para observar los escritos antes de publicarse. Aunque igual se pesquisan fallas, pero son menores.
Sin embargo, el escenario se agrava cuando los medios, producto de distintas presiones – políticas, publicitarias, religiosas, movimientos sociales – caen en la pobreza cualitativa, en la insuficiencia cuantitativa y en la tendenciosidad. Que en términos prácticos se traduce en que publican hechos con poco tratamiento argumentativo, no hay suficientes datos duros que respalden lo ocurrido y continúan dándole un enfoque a los hechos, al que convenga al medio.
Los medios extreman las posiciones para pensar. Lo que es la bipolarización de la información. Hablan de lo blanco y lo negro de los hechos. Pero, qué pasa con los matices grises, no los consideran.
En la actualidad, hay pocos programas televisivos en que se aborden temas de la contingencia. Solo los que se ven los domingo en la mañana. Poco a mi juicio. Las entrevistas sirven para observar el ego de los periodistas. Ellos se lucen. Creo que la gente ya no lee los reportajes de los medios impresos y de Web. Solo basta con analizar los argumentos que se dan en las conversaciones cotidianas. No hay análisis y hay poco peso en sus posiciones. Deplorable el escenario.
¿La solución por dónde pasa? Porque los responsables de las publicaciones se ocupen de visar qué se publica. Que los contenidos sean desarrollados buscando y publicando la verdad. La mejor fuente de alimentación para la opinión pública son los medios y eso no lo estamos haciendo.
(*) Periodista y Magíster en Docencia para la Educación Superior. Diplomado en Gestión y Administración para Dirección. Docente de la carrera de periodismo UAHC.