El Cuco

El Cuco

Por Patricio Olavarría R

¿Por qué el Gobierno le tiene tanto miedo a la gente? o mejor dicho ¿por qué le teme a las marchas por la Alameda? Hay varias respuestas plausibles que se podrían inferir de acuerdo a las declaraciones de sus voceros. Sin embargo, al parecer hay un fantasma que siempre ronda en los patios de La Moneda. “Se abrirán las grandes Alamedas…”, decía Allende mientras los hawker hunter ponían su granito de arena para luego bajar la cortina.

El Gobierno dice que las marchas no se pueden realizar por la Alameda por razones de seguridad y de “orden público”, aduciendo que se generan grandes desmanes y millonarias pérdidas para el Estado y el comercio del sector privado. Para peor, el Ministro del Interior dice que los estudiantes perdieron el control de la movilización. Me pregunto primero si son los estudiantes los responsables de los desmanes, y luego si acaso no es el Gobierno el encargado de mostrar signos de control y conducción política (que hasta ahora no se ven por ninguna parte). Chile no se queda atrás en cuanto a exclusión social, y el Gobierno porfía en hablar del “orden público”, frase que obsesiona por lo demás a la derecha de este país. Ni el propio Diego Portales le daba tanta importancia como se la dan estos señores.

Sin embargo, al igual que los campanarios de las iglesias que llaman a sus feligreses a participar en la liturgia, ahora aparecen las cacerolas acompañadas de pitos, cornetas, y banderas chilenas. ¿Por qué se protesta cuando se protesta mi Dios?

El Gobierno le teme al “cuco”. Cuando suenan las cacerolas, aparece el ciudadano, la gente se reúne en las esquinas, en las plazas, salen los garzones de los restaurantes con pucheros y ollas, los autos tocan las bocinas y se ve una que otra barricada. Aparece el fantasma de la UP ¡Ay que atroz!

Sabemos que la reclusión, el encierro en las casas y la privatización de la vida es un invento de la dictadura. ¿Acaso el boom de la televisión en este país no empezó en la década de los ochenta? “Ríe cuando todos estén tristes”, decía el Jappening con ja. ¿Paradójico verdad?

El asunto es que más allá del malestar social, el gobierno de Piñera no gobierna, porque gobernar no es gestionar. No hay ideas ni itinerario. No sé si me explico. No se trata de una carta Gantt, de una casaca roja o de un pen drive colgado al pecho. No, es algo más sencillo pero que este gobierno y sus chicos no conocen, porque se trata de una palabra que justamente tiene que ver con los ciudadanos, con lo civil, algo relativo a la Res Pública, la cosa pública, la República ¿Van captando?

Pedro Aguirre Cerda, quien fue presidente de este país desde el año 1939 a 1944, tenía un lema que quizá el señor Piñera debiera conocer, “Gobernar es Educar”, decía “Don Tinto” como se le llamaba cariñosamente. Además se le consideraba el Presidente de los pobres a diferencia del actual gobernante. No obstante, hay que convenir que han pasado casi 60 años y los tiempos cambian. Quizá para este gobierno los pobres son los consumidores ¿o no? Por lo menos eso entiende uno cuando el actual Presidente habla de la Educación como un “bien de consumo” y expresa con orgullo que “nada es gratis”. Don Tinto se debe haber revolcado en la tumba varias veces. Claro otros tiempos, otros tonos. Increíble verdad, un país que crece al 7% y la desaprobación al Presidente es la más alta en 20 años. Es evidente, el aburrimiento, no es un asunto sólo de plata.

El aburrimiento, y ojalá lo entienda bien el Gobierno y el cuerpo de Carabineros que fue creado en 1927 para detener el bandolerismo, pasa porque la exclusión, que tiene a veces cara de barra brava, tribu urbana, trabajador obediente, de pálido pasajero del Metro y Transantiago (“Otra cosa Mariposa” como dijo el Presi), estudiante de pagaré a 15 años en UF, de flaite, choro, de intelectual de clase media, burócrata arribista, mapuche, viejo pascuero, y hasta de funcionario de izquierda o concertacionista que hace la vista gorda en un servicio público, no se arregla con una cuenta corriente, una tarjeta de crédito, o un cheque a fecha. No, el polvorín social, y el “cuco”, justamente van a desaparecer cuando el Gobierno y la clase política, recuperen el espíritu democrático y vuelvan a mirar de frente a la gente.

Coordinador del diplomado Gestión Cultural: Patrimonio e Industria Creativa, de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Periodista. Magíster en Comunicación Política, U. de Chile.

Columna publicada en El Ciudadano (18/08/2011). Vea Aquí