El Longueiragate

El Longueiragate

Por José Orellana (*)

La Unión Demócrata Independiente (UDI) tiene una desafiante tarea por estos días y por los siguientes meses. Si bien Jovino Novoa ya ofreció a la UDI una oportunidad de tensión y hubo posibilidad mediática de que no se calibrara en su profundo significado político/financiero su acción dolosa, pareciera ser que con Pablo Longueira no ocurrirá lo mismo.

Pablo Longueira encarna simbólicamente otro ethos dentro de la UDI. Es el mito viviente. Más allá de su cercanía afectiva y espiritual con Jaime Guzmán, su mentor, es poseedor de la experiencia que el gremialismo militante cristalizó en la población, con aquellos y aquellas que más necesitaron durante la dictadura (pobres), siendo además actor participante de la disputa ideológico/político/territorial con la izquierda histórica y rebelde de aquella época.

Tal cuestión, ya en democracia, con una UDI escindida de Renovación Nacional, comenzó a capitalizar el trabajo militante y carismático del movimiento gremial/UDI a lo largo del país con diferentes representantes políticos, sea en la escala local, regional y nacional, convirtiéndose en la principal fuerza política en cuanto a partido y -sobre todo- representación parlamentaria se refiere. Ello por supuesto con el subsidio que le permitió el sistema electoral binominal.

Tal cuestión se logró gracias a la conducción de Pablo Longueira. Ya es conocida la historia que le permitió transformarse en el hombre ancla desde la UDI y la derecha en general para superar el escándalo de corrupción perpetrado en el gobierno del ex Presidente Ricardo Lagos a propósito de MOP/GATE. También son conocidos los efectos en la agenda legislativa de modernización del Estado de la época (financiación de la política, entre otros aspectos). Su paso por el gabinete del ex mandatario Sebastián Piñera es otro aspecto que lo reviste en esta percepción de mito viviente. Hay que señalar que su paso por el Ministerio de Economía permitió una Ley de Pesca que hoy, pareciera ser, no resiste análisis. Ese es un tremendo escándalo también. Quiso ser Presidente de la República, pero en una actitud heroica depuso su voluntad a propósito de una dolencia depresiva de momento. También, heroica y desafiantemente renuncia a la UDI.

En fin, un ‘hombre de Estado’ indicará el sistema político, donde algunos de sus pecados, los que pueden ser entendidos tanto o más escandalosos que el eventual cohecho perpetrado a favor de SOQUIMICH vía Patricio Contesse, hoy, de todos modos vulnera su aura de estadista y por defecto a la UDI de una manera muy diferente a lo que ocurrió con Jovino Novoa. Mientras Novoa representó el pasado conservador y pinochetista, muy útil en su momento, Longueira representó el futuro. Y eso es lo grave o letal para él y la UDI. Lo desancla de una moralidad en que pocos creen pero que aun así les es funcional para proyectarse… ¿y ahora qué?

En este marco, rápidamente debe consolidar una defensa judicial que permita exculparlo o equipararlo con otros hechos de corrupción para que el imaginario UDI, incluso el de EVOPOLI, logre enfrentar los comicios locales, legislativos, regionales y nacionales de mejor forma. De lo contrario, la idea de Longueiragate, será paradigmática para la derecha de nuestro país.

(*) José Orellana Yáñez es Doctor (c) Instituto IDEA de la Universidad de Santiago de Chile. Magíster en Ciencia Política de la Universidad de Chile. Licenciado en Geografía y Geógrafo, Pontificia Universidad Católica de Chile. Docente de la Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Academia de Humanismo Cristiano.