El Partido Socialista enfrentado a su rol de opositor: tareas pendientes
(*) Por José Orellana
Columna publicada en Radio Universidad de Chile
Se ha indicado antes cuál debería ser la vocación del PS chileno en su condición de partido de oposición: ¿Un articulador de la Nueva Coalición Opositora ojalá desde la DC hasta el Frente Amplio, pasando por todas las fuerzas políticas que integraron la Nueva Mayoría?. Sin perjuicio de que sea una pretenciosa función, el partido tiene una densidad política objetiva.
En la última elección congresal, sin perjuicio del alguna fuga de votos, logró un importante espacio en ambas cámaras, de hecho instaló a su presidente Elizalde en el Senado y a su Panzer en el mismo sitial (contrario a varios vaticinios, en ambos casos). También volvió Marcelo Díaz, ex ministro, ex diputado, ex embajador y por tanto fogueado político. Tal cuestión permitió una señal política articulada a todas las fuerzas del sistema político vigente.
Ya en el ejercicio político, con el nuevo gobierno, ha logrado instalar una cuestión bien difícil en estos tiempos, esto es, “la Orden de Partido”. Lo anterior como recurso para enfrentar la Simbólica Buena Legitimidad del actual gobierno (no hay que olvidar que la individualización/parlamentarización de la política dificulta la Orden de Partido). Tampoco hay que dejar de considerar que Piñera logró casi 10 puntos de diferencia sobre Guillier, Nueva Mayoría y Frente Amplio respecto de su apoyo en Segunda Vuelta a la candidatura de Guillierista. Esa legitimidad, en lógica política obliga a ser cautos y cautas en cómo se gestiona la oposición.
En este sentido, el PS definió caminar por la cornisa: Llamó a sus mandatarios y cuadros a no integrar ninguna Comisión de los Acuerdos Nacionales (niñez, seguridad ciudadana, entre otras). Aún se recuerda cómo el Panzer desistió de la invitación gubernamental y de forma pública, a la Comisión Presidencial de Seguridad Ciudadana, obligando el diálogo transversal en el Congreso en sus diferentes cámaras y comisiones.
Por otro lado, algunos de sus mandatarios se han dispuesto a pagar los costos políticos por cuestionar al Todo Poderoso Ministro de Hacienda, Felipe Larraín, en su viaje a Harvard, a propósito de una reunión de ex alumnos financiado en parte con erario público. Tras la ejecución de la medida, todas las respuestas de Larraín y el Gobierno han sido enredadas.
Además, se agregan otras consideraciones menos riesgosas en las que transita el PS de Chile. Circunstancialmente (por acuerdos), dos de sus Militantes Mandatarios presiden la Cámara de diputados (Maya Fernández) y del Senado (Carlos Montes), hecho que circunscribe al partido en una posición de negociación significativa, no sólo con el Gobierno, sino que con las fuerzas Nueva Mayoría y del Frente Amplio (el gobierno lo sabe).
También se cuenta con Michelle Bachelet y su impronta simbólica, que más allá de cualquier cuestionamiento por cómo finalizó su gobierno, es la promotora de varios cambios políticos nacionales, los cuales hoy sirven de marco referencial para la discusión política del partido y sistema político general, permitiendo, inclusive un marco doctrinario al interior del PS de Chile, entre otras.
En ese marco, su desafío táctico, está en cómo logra vasos comunicantes con el resto de la oposición, la que también busca su legítimo perfil dentro del sistema político. No es tarea fácil, pero su relacionamiento con el Frente Amplio es tan Natural como lo es con los otros socios de siempre. Relacionado con lo estratégico, su re–territorialización es urgente y en esta perspectiva interesa la ejecución de la actual Conferencia Nacional de Programa y Organización, tributaria al Congreso Partidario de fines de este año para que el partido sea capaz por medio de dicha acción, no sólo con sus tradicionales militantes, sino con nuevos adherentes, provenientes de organizaciones sociales territoriales, funcionales, estudiantiles entre otros, ser un aporte.
En suma, el PS de Chile, tiene una oportunidad histórica, no siempre tan fácil de identificar para cumplir su rol histórico coyuntural y de época, no sólo de articulador de una parte del Sistema Político, sino que también para integrar vanguardias que apunten a modificaciones culturales donde dimensiones como las de género, el medio ambiente, entre otras, y las convencionales como la búsqueda de equidad social, a través de los enfoques de derechos y visiones criticas lo transformen, junto con otras fuerzas políticas en un aporte de cambio para una Patria que precisa más igualdad, fraternidad, libertad y solidaridad con sentidos comunitarios y colectivos.
(*) Geógrafo. Académico Escuela de Ciencia Política y RR. II. Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Candidato a Doctor en Estudios Americanos Instituto IDEA, USACH.