Estallido social: El tránsito del despertar al decidir de la ciudadanía

Estallido social: El tránsito del despertar al decidir de la ciudadanía

(*) Por Leopoldo Pineda y Alvaro Ramis

Columna publicada en Le Monde Diplomatique

El 16 de octubre Chile despertó, los múltiples factores que incidieron para que ello ocurrieran será seguramente materia de estudio durante algunos años, lo central de este artículo son las oportunidades para nuestro sistema democrático y que se inician con el plebiscito al que esta convocado la ciudadanía para aprobar o rechazar una nueva constitución en Abril próximo, un hecho trascendental puesto que en ese acto se restituye el poder constituyente al pueblo, quién será el llamado a decidir si mantiene dicho poder al ganar la opción apruebo o renuncia a él de ganar la opción rechazo. La génesis del despojó del poder constituyente a la ciudadanía esta en el decreto ley 128 del 12 de septiembre de 1973 que de forma autoritaria se lo entregó en exclusividad a la junta militar encabezada por Pinochet y que se perpetuó con la 54 reformas a la constitución aprobadas en el plebiscito de 1989, un votación que pocos recuerdan y de la que existen pocas reseñas, pero que es significativa para entender los 30 años de exclusión de la ciudadanía en la toma de decisiones y el transito hacia una democracia plena.

En 30 años el pueblo de Chile ha sido convocado a elecciones democráticas para elegir autoridades que los represente, sin embargo el sistema electoral binomial, los senadores designados, los quorum supra mayoritarios y el tribunal constitucional establecidos en la constitución del 80 han inhabilitado no solo a la ciudadanía a participar de decisiones que vayan más allá de elegir representantes, sino que con ello inhabilitó la política en sí, misma cumpliéndose la tesis de Jaime Guzmán y el principio rector de  la Constitución y que se expresa en una entrevista donde señaló “… que si llegan a gobernar los adversarios, se vean constreñidos a seguir una acción no tan distinta a la que uno mismo anhelaría, porque —valga la metáfora— el margen de alternativas que la cancha imponga de hecho a quienes juegan en ella, sea lo suficientemente reducido para hacer extremadamente difícil lo contrario. (Revista Realidad. Año 1, N°7, pp. 13-23)

El estallido social en definitiva lo que hace es habilitar la política al abrir la posibilidad de devolver el poder constituyente a la ciudadanía lo que se traduce en poder debatir y decidir las nuevas bases que rijan a la sociedad Chilena al partir de una hoja en blanco, ello quiere decir que los preceptos ideológicos / neoliberales  de la Constitución del 80 que han mercantilizado bienes públicos como el agua y derechos sociales como la salud, la educación y las pensiones que se transformaron en bienes de consumo y que los conceptos de bien común, propiedad privada, Estado subsidiario y tantos otros dejen de estar regidos por una concepción de una minoría que la impuso en dictadura. Pero que triunfe  la opción apruebo para una Nueva Constitución no esta garantizada, hemos visto ejemplos de plebiscitos recientes como el de Colombia (2016) por el proceso de Paz que fue rechazado a pesar de que las encuestas daban un amplia mayoría a su aprobación y el proceso del Brexit (2016) en Reino Unido que ganó contra todo pronostico y por un estrecho margen, en ellos la derecha más conservadora levantó discursos nacionalistas que combinado con la dificultad de explicar los factores de cada situación hicieron que lo que parecía ganado terminará perdiéndose.

El proceso constituyente chileno tiene complejidades mayores para concretarse, la elección entre una convención constituyentes (asamblea constituyentes) ó convención mixta constituyentes, la elección de delegados constituyentes, la redacción de una nueva constitución, el quorum de 2/3 para aprobar el texto por parte de la instancia constituyente y finalmente el plebiscito de salida para aprobar o rechazar la nueva constitución, todos elementos complejos de explicar en un contexto en que la derecha ha levantado un discurso del miedo al igual que en Colombia y Reino Unido con comparaciones caricaturizadas de procesos como el Venezolano. El rechazo a una nueva constitución promovido por la derecha más nacionalista y conservadora encuentra su raíz los primeros días de gobierno de Piñera en el discurso del entonces Ministro Chadwick ante los empresarios en ICARE en Marzo del 2018, que aplaudieron fervientemente cuando en tono soberbio y altanero señaló: “… y hay ciertas cosas que queremos que no avances, no queremos que avance el proyecto de una nueva constitución que presentó la Presidenta Bachelet al terminar su período, una Constitución no es un juego, una constitución no es un proyecto más…”

Las fuerzas progresistas de centro izquierda que aprueban una nueva constitución a través de una asamblea constituyente (convención constituyente) y que dieron vida al acuerdo políticos de noviembre que lo hace posible, tienen hoy un desafió mayor para explicar como una constitución influye en nuestras vidas diarias (sistema de pensiones, sistema de salud, educación entre otros derechos) y lo tergiversado del discursos de derecha que dice que esas materias no están en la Constitución; la centro izquierda tiene el desafió de lograr una mayoría amplia en la elección de constituyentes para intentar lograr los 2/3 del órgano constituyente o acercarse al máximo, redactar una Nueva Constitución y ganar el plebiscito de salida, todo ello será abordable de mejor forma en la medida que existan mayores grados de unidad, unidad en el discurso y en lo electoral, debiendo superar el gen del individualismo impregnado en la constitución y ramificado en nuestras relaciones cotidianas, como así también superar la fragmentación histórica que han presentado las izquierdas en América Latina, para ello es fundamental entender este proceso constituyente como el inicio de construir una sociedad con una ciudadanía con mayor poder de decisión, es innegable el desgaste de nuestro sistema democrático representativo pero todo indica que la ciudadanía tienen un alto interés por participar y fortalecer la democracia, lo que indica un nuevo proceso en que quienes han ostentado el poder durante estos 30 años, quienes tendrán que despojarse de una parte importante de el y traspasarlo a la ciudadanía.

El proceso constituyente y la fragmentación de la izquierda

Una complejidad extra al proceso constituyente es la fragmentación de las fuerzas progresistas por aspectos que si bien son discutibles son realmente menores frente a la posibilidad cierta de recuperar el poder constituyente para la ciudadanía. Tempranamente vimos sectores que se restaron del acuerdo logrado para terminar con Constitución de la dictadura, objetivo logrado al momento de qué el punto de partida es una hoja en blanco y no la constitución actual. Se ha discutido lo democrático de la norma de 2/3 para llegar a acuerdos en la convención constituyente, pero lo cierto es que ello no afecta para poner fin a la constitución actual, es más es una norma que incluso nos asegura que la derecha minoritaría no pueda imponernos su visión mercantil de derechos sociales y bienes públicos como lo ha hecho durante estos 30 años de democracia. Otro momento álgido han sido las críticas que han enfrentado dirigentes del Frente Amplio y su consecuente división, quienes sin mayor argumento han llegado a ser tildados de traidores cuando en realidad si uno mira el trasfondo del acuerdo que solo fue posible gracias al estallido social respeta lo esencial, que es devolverle el poder constituyente a la ciudadanía, cualquier otro elemento no es sustancial en comparación a este derecho a decidir.

Todo ello y algunos temas como las formulas de paridad, representación de pueblos originarios y participación de independientes han crispado en la centro izquierda, llegando incluso a temer la posibilidad de un margen menos holgado del triunfo de la opción apruebo y poniendo un alta dosis de incertidumbre de tener una mayoría en la convención constituyente, ello porque el sistema proporcional por definición castiga la dispersión como sucedió en la reciente elección española donde la ultra derecha de VOX obtuvo un incremento sustancial en la cantidad de diputados electos con la misma votación y división de PODEMOS más el surgimiento de nuevos partidos políticos que fueron en listas separadas tuvo como efecto perder diputados electos a pesar de haber tenido la misma votación de la elección anterior. En conclusión, el estallido social que Despertó Chile y restituyó el poder constituyente a la ciudadanía puede quedar en nada o en menos si la centro izquierda no construye unidad en el discurso y en el proceso electoral para elegir constituyentes, llegando incluso a tener minoría si la derecha va unida como lo muestra el gráfico siguiente:

Considerando un distrito donde se eligen 6 constituyentes simulamos 3 escenario en donde la derecha siempre va en una sola lista y obtiene 40 mil votos y la centro izquierda en una, tres y seis listas que siempre obtendrán 60 mil votos. la derecha elegirá 2 constituyentes en el primer escenario, 3 constituyentes con 3 listas de la centro izquierda y 4 constituyentes con 6 listas de la centro izquierda lo que representa 2/3 de los constituyentes con el 40% de los votos.

Escenario 1 de nula dispersión

La derecha en una lista que obtiene 40 mil votos elige 2 constituyentes y la centro izquierda en 1 lista con 60 mil votos elige 4 constituyentes


Escenario 2 con dispersión moderada

 

Escenario 3 con dispersión total