Exhorto postelectoral sobre el informe de la OCDE en educación
(*) Por Abraham Magendzo
Nuestro profesor y Premio Nacional de Educación en Ciencias de la Educación 2017, publica una carta al director en El Mercurio donde le recuerda al gobierno entrante las recomendaciones de la OCDE en materia de inversión en educación, la importancia de privilegiar políticas que mejoren la educación técnica y la gratuidad además del retorno que generaría en la calidad el aumento de los sueldos de profesores.
Sr. Director
En mi calidad de educador y a la luz de los resultados de las recientes elecciones, quisiera exhortar a que se tome muy en serio lo sostenido por el reciente Informe dado a conocer por la OCDE sobre la Educación Chilena. En este Informe se pueden observar, por un lado, los logros alcanzados a partir de la Reforma Educacional y por el otro, las tareas que aún quedan pendientes y a las cuales el nuevo gobierno, a mi parecer, debiera ponerle atención.
En términos generales el Informe constata que Chile en los últimos años ha avanzado en aspectos muy relevantes y estructurantes. Por de pronto, que el país esté destinando un 6,1% de su Producto Interno Bruto a los niveles de educación escolar y superior durante el 2013, mientras que el promedio de los países OCDE asignó un 5,3%. Esto, es un dato encomiable. Chile aparece como el cuarto país del organismo que más gasta en educación superior, con un 2,4% del PIB dedicado a ese sector.
La población se está educando mucho más ahora que antes es así como un 53% de las personas entre 25 y 34 años tenía como nivel educacional más alto la enseñanza media completa, mientras que para la población entre 55 y 64 años de edad alcanzó un 27%, al año 2013.Un antecedente esperanzador es el porcentaje de egresados de la enseñanza media que alcanzó en 2013 un 86%, existiendo una leve diferencia con respecto a la OCDE (85%).
La OCDE valora, igualmente, que la Reforma Educacional propone una fuerte promoción de la educación técnico profesional, desde la enseñanza media hasta la formación superior. Además, hace notar que Chile fue uno de los países con mayor retorno por la obtención de un título de educación superior, de tal manera que un 72% de los trabajadores que completaron este tipo de programas ganaban más de 1,5 veces la mediana del salario nacional. Este indicador da cuenta de la relevancia que tiene el acceso a la educación superior para revertir la desigualdad social y otorgar a todas concretas oportunidades de desarrollo personal, profesional y económico. Se debe sostener, a mi parecer, entonces, que la gratuidad es una política que permitirá a un mayor acceso a la educación superior. Y en consecuencia a mejores salarios.
Por último, cabe mencionar que el Proyecto de Ley referido a los Docentes, establece, por un lado, una redistribución de las horas lectivas y no lectivas, que llegue en 2018 a 65/35 y por el otro, un aumento en las remuneraciones, en casi un 30% al inicio de sus carreras.
Ahora bien, algunos de los aspectos a los que habría que ponerle atención a partir del Informe de la OECD, y sobre los que hay que perseverar es, por una parte, el referido al gasto por alumno en educación escolar. En Chile solo alcanzó a US$50.307, siendo el cuarto país con menor gasto; alcanzando menos de la mitad de los US$ 111.471 por alumno que presentó el promedio de los países OCDE. Por otra parte, en 2013 se estimó́ para Chile un costo por alumno del salario docente que alcanzó los US$1.124 para educación media, mucho menor al costo por alumno que se estimó́ para el promedio OCDE (US$3.749).
Al realizar una comparación según logro educativo de la población que se esperaba que estuviera estudiando en educación media o superior (15 a 29 años en 2013), se advirtió́ que un 59,5% de los que solo presentaban educación básica completa, se encontraba estudiando, lo cual es menor al promedio OCDE (68,9%).En Chile, entre los jóvenes que durante el año 2013 no estudiaban en la educación formal, un 32,7% solo trabajaba y un 18,8% pertenecía a la población denominada “Ni-Ni” (la cual reúne a quienes no estudian ni participan del mercado laboral), mientras que los países OCDE obtuvieron el 36,4% de población empleada y un 15,5 % de población “Ni-Ni”.
Durante el año 2013 en educación primaria la relación era de 23 alumnos por docentes, mientras que el promedio OCDE tenía una ratio alumno-profesor igual a 15, siendo el segundo país con mayor concentración de alumnos por docente en este nivel. Además, solo un 29% de la población chilena con 2 años de edad cursó algún programa de educación parvulario en 2013, el promedio OCDE llegó a un 39%. Además, se observó que solo un 67% de la población de 3 y 4 años asistía a algún programa de educación, mientras que el promedio de los países OCDE obtuvo un 81%.
Una información adicional que hay que considerar y que se observó́ en el Informe es que un 20% de la población que ingresó a la educación superior se graduaría de programas de carácter técnico- profesional, mientras que un 31% lo haría de programas que otorgaran licenciatura y/o título profesional, un 9% lo haría de programas de postgrado y un 0,2% de doctorado, siendo el país con menor porcentaje de egresados de este último tipo de programas. El promedio de los países OCDE correspondió́ a un 11% para técnico- profesional de nivel superior, a un 36% para programas de licenciatura y/o título profesional, a un 17% para postgrado y a un 1,7% para doctorado. Queda claro, entonces, que en Chile hay un gran desafío en la formación doctoral.
En cuanto a la matrícula que cursaba programas de educación superior, se examinó́ que la mayoría de los alumnos que se encontraba en este nivel (84%) estudió en instituciones de carácter privado, con o sin aportes del Estado (Universidades CRUCH y privadas no CRUCH), mientras que el promedio OCDE fue de un 31%.
El Informe constató algunos datos que son de dominio público y a los cuales hay que considerar con mucha atención. Las mujeres entre 35 y 44 años con educación superior completa durante el año 2013 ganaban un 70% del ingreso que obtenían los hombres con las mismas características; En nuestro país, un estudiante que nació en un hogar de bajos recursos tiene 6 veces más probabilidades de tener bajo rendimiento escolar; el aporte que las familias entregan a la educación básica y media alcanza el 17 %, mientras que el promedio de la OCDE es de 9 %.
Un dato interesante a consignar. Y que está muy internalizado en la cultura chilena es que nuestro país fue donde existió́ una mayor brecha en las expectativas que tenían los padres entre sus hijos e hijas. Mientras que casi la mitad de los padres declaró que esperaba que en un futuro próximo sus hijos (varones) trabajen en áreas ligadas a ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, dicho porcentaje se redujo a un 16% en el caso de los padres que tenían hijas. En suma, se podría concluir que en los últimos años se ha avanzado, pero que todavía quedan muchos aspectos que hay que considerar en la formulación de políticas públicas en educación.
(*)Abraham Magendzo K.
Premio Nacional en Ciencias de la Educación 201. Director del Doctorado en Educación UAHC, coordinador de la cátedra Unesco de Educación en Derechos Humanos e integrante del consejo consultivo del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).