Indignación ante los valientes señores de la guerra

Indignación ante los valientes señores de la guerra

Por Ximena Valdés

Columna publicada en Le Monde Diplomatique

La imagen de la niña mapuche aprisionada por los esos señores de la guerra, servidores públicos dicen, nos remueve el cúmulo de conocimientos trágicos y dolorosos que nos han legado los episodios negros de la historia humana que en el curso de nuestras vidas se han depositado en las parcelas de nuestra memoria oscura.

No debemos quedar tal cual estábamos anteayer, antes que la fuerza del Estado policial se derramara con un número de efectivos vergonzoso en esas comunidades mapuche.

“Procedimientos”, “protocolos”, lenguaje soez, “la ley se cumple todos los días” como gritara desaforado ese subsecretario de interior ayer, lengua de seguridad de un estado cada vez más policial que nos llena cada vez más de ira aunque estemos encerrados y maniatados para impedirnos salir a la calle a gritar por el abuso sin mesura, ayer contra los cuerpos de niñas, mujeres, comuneros mapuche, so pretexto persecución al narco , robo de madera, tenencia de armas de alto calibre y podemos seguir inventando atributos delincuenciales (ahora dos asesinatos lamentables) para continuar “pacificando la Araucanía”.

¿800 señores de la guerra, servidores públicos de la CNI para cuántos mapuche?

Diga señor subsecretario, atrévase porque la verdad también es un asunto de trasparencia “de todos los días”, ¿contra cuántos comuneros cayeron encima esos 800 efectivos de las valientes policías chilenas armadas?

Quisiéramos ver a los valientes señores de la guerra controlar el narco urbano. Pero no, no se atreven. Les da miedo quizás. O les conviene. No sabemos. Sabemos si que las policías cayeron sobre comunidades mapuche justamente el día que se enjuiciaba a los policías asesinos de Camilo Catrillanca. ¡Qué tamaña casualidad!

Tenemos tanta rabia de ver a una niña en manos de esos hombrones armados, sí, tenemos rabia.

No resiste análisis esa escena de la niña en manos de los señores de la guerra, aprisionando a la hija del comunero asesinado justamente el día en que una cuota de justicia se impartía sobre los pobladores de Temucuicui. Lo de ayer invita a una traducción compleja acerca del delirio policial que reina y se ejerce, ahora si “como nunca coordinadas todas las policías” (cfr. Subsecretario del interior) sobre ese territorio de largo despojo.

 

(*) Docente Escuela de Geografía UAHC.  Directora de Centro de Desarrollo de la Mujer CEDEM