La calidad de la política o ¿políticos de dudosa calidad?

La calidad de la política o ¿políticos de dudosa calidad?

 

Se nos ha hecho común hoy por hoy leer en los medios escritos y virtuales sobre la mala calidad de la política: que la actitud de tal político no engrandece la actividad, que la sociedad no se merece estos políticos, que al final de día el ciudadano juzga tal o cual acto. En fin, se termina apelando a que la gente no es tonta. Este pequeño puñado de afirmaciones es una triste excusa en torno a una realidad, que a todas luces sobrepasó al político de profesión.

“Cuando los políticos eran  inteligentes”, reza un libro de un escritor que en otra  época algunos estábamos obligados a leer. ¿Tanto han cambiado las ideas por las cuales se le reconocía talento a los políticos de profesión?, la verdad es que no, la política ha sido la misma desde el comienzo de los tiempos, hubo mentiras, engaños, traiciones y una que otra cosa buena.

La política ha sido la misma desde siempre, no hay ni habrá un lugar en la faz de la tierra en donde algún político haga algo en que la dañe a diario;  cuando un político hace algo digno, no es la política la que se engrandece, es el sujeto, no es el proceso que se recuerda sino el personaje, ese personaje a veces logra elevarse por sobre  las circunstancias.

Cuando un joven aparece en los medios diciendo que no participará en las elecciones porque el sistema está viciado y la política no resuelve nada, la verdad es que tiene razón, lo que resuelve todo es el mercado, (este mercado) pero eso no es culpa del mercado es culpa de los políticos, estos últimos olvidan que es una decisión política qué tipo mercado tendrá el Estado. Hoy se  posee un mercado que no representa la soberanía de un Estado y éste posee un gobierno que no es representativo, o sea estamos en un círculo vicioso, que exige que los políticos estén a la altura de la circunstancia.

Pero ¿es la política y los políticos los culpables o son los ciudadanos? Sin nosotros ellos no serían políticos; si nosotros no exigimos que la balanza marque lo que debe marcar al dueño del almacén, ese almacén seguirá engañándonos y nosotros pagando por menos cantidad.

En Chile hay una generación completa que fue castrada para ejercer el poder, es la generación que tenía la edad de votar para el Si y el No, esa generación cedió espacios a los que ejercían el poder hasta antes del Golpe Militar, le correspondía dar un paso al lado para apoyar a quienes “sabían”. Así entonces el poder ha estado básicamente en los mismos, de izquierdas y derechas, juzgue usted que recambio han tenido los políticos de profesión en los últimos 40 años: La verdad es que la variedad de nombres es muy limitada.

Alguna vez los políticos fueron inteligentes, ciertamente siempre  lo han sido sino dígame si alguna vez no se ha preguntado  cómo tal personaje está donde está. La respuesta es simple la encrucijada de la circunstancia los puso ahí, y usted no hizo nada para evitarlo.

Y una vez ahí nos dicen lo que debemos hacer (es la gracia del sistema político, que si a usted no le gusta le obliga). Sea quien sea quién esté ahí: animador de TV, actor mediocre, locutor, futbolista, modelo de ropa interior, es más inteligente que el ciudadano promedio, esos mismos que nunca podrán estar la altura de ninguna circunstancia, porque no hay circunstancia que los identifique, para exigir o vociferar se debe participar, habiendo ganado puede exigir, sino participa no juega y debe aceptar el veredicto sin juzgar siquiera, peor aún siquiera tener derecho a sentirse perdedor.

La política ha sido la misma desde siempre, el punto es que a veces la historia nos premia con alguien que es capaz de interpretarla a tal punto de  que imprime una época y cambia otra. Son aquellos que  marcan un destino, ellos  siempre son políticos de profesión que no renunciaron a participar de ella, es más  muchos de ellos comenzaron perdiendo.

Son los que participan de la política quienes trascienden, como dice Dostoievski en “Crimen y Castigo”  todos los conservadores viven hoy con la reglas que los progresistas hicieron ayer”. Si no me cree piense usted por que trabaja ocho horas o por que este Estado le asegura una educación básica obligatoria, por que se posee un pensión básica… Todo eso se logró  participando, es más, cada una de esos pequeños avances, se logró con más o menos cuotas de sangre en las calles.

No existe ninguna demanda que salga por iluminación divina del político de profesión, sale por que alguien se la exige alguien, se la insinúa al político adecuado, no a ese que buscó ser a toda costa recordado como ex presidente, ex Senador,   ex Diputado o no sé qué más. No a aquel que logró aparecer en los libros de historia como un EX sin haber marcado ningún presente.

No participar de la política es una  banalidad. Ello nos llevará al desplome de la actividad que permite distribuir el poder, no  estar ahí,  nos convierte en cómplices de los que no estarán a la altura de ninguna circunstancia.

*Académico de la Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Academia de humanismo Cristiano

Artículo publicado en Cambio 21