El estallido social del 2019 sumado a la pandemia global del coronavirus fueron eventos que alteraron los hábitos y desplazaron, de manera indefinida, el consumo de noticias en plataformas digitales. Si bien este proceso se gesta hace varios años, la crisis e incertidumbre se agudizaron durante el último año.
La opinión pública devino en un espacio virtual donde el temor, la incertidumbre, los discursos de odio y otros fenómenos deformaron el contenido noticioso (apoyado en el creciente auge de las fake news) para convertirse en un acto de manipulación deliberada.
Según un informe de la Universidad de Oxford 2019 sobre manipulación de la opinión pública en redes sociales, las campañas digitales de repudio no sólo debilitan derechos fundamentales como la honra y libertad de expresión, sino que además sus objetivos prioritarios son políticos disidentes y reporteros que cuestionan el statu quo. Al respecto, las campañas de odio parecen ir de la mano con la desinformación diseñada para manipular sesgos y prejuicios. Sin importar el grado de educación o capital cultural, apuntan más allá de la racionalidad y apelan a convicciones más profundas. El periodista Óscar Martínez, editor del sitio investigativo “El Faro”, de Nicaragua, explicaba en una clase magistral en la Academia: “Muchos medios se han convertido en una pizzería en donde el tiempo de entrega lo es todo”, como el motor que potencia la divulgación de noticias sin chequear, por ejemplo.
En la práctica, el ciudadano que consume estas informaciones es, a la vez, receptor y propagador de tales dispositivos comunicacionales que suelen aludir a tópicos que tienen que ver con su identidad social y cultural.
Marta Peirano, periodista y escritora española, lo resume en un fragmento de
“El enemigo conoce el sistema”:
“La ficción es más lucrativa que las noticias reales porque genera emociones. La indignación es la heroína en redes sociales…Genera más dopamina que ninguna otra cosa porque nos convence de que somos buenas personas y, encima, de que tenemos razón”.Dentro de esta crisis, el académico de la carrera de Periodismo UAHC, Rodrigo García, agrega la
precarización de los equipos de revisión y fact checking en medios en un escenario al que define como deplorable. “Porque los responsables de estos contenidos no se ocupan de visar qué se publica ni que los contenidos sean desarrollados buscando y publicando la verdad. La mejor fuente de alimentación para la opinión pública siempre han sido los medios y eso es un trabajo que no estamos haciendo”, advierte.
(*) Actualmente, los alumnos del PET Periodismo UAHC Roberto Karmelic y Ramón Vargas, egresados de Filosofía e Historia, respectivamente concluyen la investigación “Cómo sobreviví al repudio digital”. Documento donde periodistas, dirigentes políticos, expertos en comunicación digital, abogados y psicólogos buscan relevar los efectos del uso de las redes sociales en este nuevo espacio de convivencia virtual.