La dignidad humana espera en la fila del consultorio
(*) Por Esteban Muñóz Valdés
Cuando uno les consulta a los pacientes de la salud pública sobre el acto de sacar un número temprano en la mañana para asegurar su atención, la mayoría contesta que si bien ha mejorado al sistema respecto a décadas anteriores, preferirían que existieran otras formas ya sea centrales telefónicas, sistemas informáticos o prácticas como que las horas sean dadas en otros horarios, como por ejemplo después de almuerzo. Asimismo, recomiendan evaluar la posibilidad de poder reservar horas de un día para otro o contar, en caso de la tercera edad o enfermedades crónicas, algún tipo de cupo garantizado. Lamentablemente la salud es administrada por los municipios y no todos tienen acceso a grandes recursos ni otro tipo de beneficios. Incluso muchas de estas administraciones terminan sacando muchos recursos de sus finanzas generales para lograr pagar la canasta básica de insumos, recursos humanos e infraestructura de salud.
Es en ese contexto de realidad y precariedad en el que los dichos del Subsecretario de Redes Asistenciales, Luis Castillo cayeron pésimamente. “Los pacientes siempre quieren ir temprano a un consultorio, algunos de ellos, porque no solamente van a ver al médico sino que es un elemento social, de reunión social” dijo hace unos días durante una entrevista en una radio de Coyhaique.
¿Nos sorprende?. No mucho. Lamentablemente los dichos de Castillo, son más de lo mismo: normalizar la vulneración de derechos de los usuarios de salud del sistema público con ese tipo de dichos denigrantes que fortalecen una mirada del no hacerse cargo, de no modificar el sistema de salud, de no aumentar la inversión percapita, ni generar mejoras reales en un sistema de salud que no permite entregar una atención de calidad digna a la comunidad.
Las personas pierden dignidad al tener que levantarse en la madrugada (en invierno o verano) para asegurar su acceso a salud, para lograr tener una de las escasas horas de atención con un médico o dentista, aceder a un fármaco o licencia médica. Aún más complejo es el hecho de que muchas veces no basta madrugar para garantizarse dicha atención dados los pocos recursos del sistema público. Incluso, la fila es doble cuando se consigue una derivación. “Acabamos con las filas en los consultorios” decían mandatarios anteriores con orgullo, pero las listas de espera son otra batalla. Una en la que muchos mueren en la fila,
El problema de fondo es la normalización de que los sujetos son parte inevitable de este perfectible sistema de salud público, donde una muerte más, una persona que fue a hacer una fila con un resfrío termina con neumonía son considerados “sucesos”. Una anécdota más que impide un cambio real. Finalmente cuando se proponen transformaciones, son meros cambios estéticos o de forma y no lo que realmente afecte la calidad de vida de la comunidad.
Si hay algo positivo que sacar de esta situación vergonzosa es que la ciudadanía, al menos la que se manifiesta por redes sociales, mostró no solo su disconformidad, sino que exigió una respuesta a la altura de la burla. La salida de Castillo de su cargo no va a cambiar nada en absoluto, y pobres los que crean esto; sin embargo mueven las aguas para apuntar a reformas importantes en el financiamiento, en el acceso, la calidad y oportunidad de lo que realmente los usuarios del sistema de salud público necesitan.
Es de suma importancia que los Consejos de Desarrollo Local, Consejos Consultivos, funcionarios de salud, alcaldes, concejales y todas las instancias de participación social en salud que dicen escuchar a la comunidad usuaria, se unan en un gran propósito que persiga cambios y no solo salas de espera más amplias.
Es la movilizacion social la que está llamada a generar esos cambios y evitar que se siga jugando con la vida de las personas y se siga teniendo en espera a la dignidad humana.
(*) Psicólogo UAHC. Magíster en Educación Emocional.