La estrechez del Frente Amplio y la amplitud de Michelle
(*) Por Pablo Zúñiga
Hemos asistido a toda suerte de comentarios, columnas, entrevistas y un eterno etcétera con las explicaciones más contundentes sobre el triunfo del Frente Amplio. Quien explica, se complica, dice el buen dicho. El FA se quedó en el centro de una izquierda quizás vacía.
Pasado lo anterior, vino entonces lo previsible: definiciones en uno otro sentido. La mayoría apela a la tensión que existe entre apoyar la candidatura de Guillier o ser oposición. Esto es algo delirante, es no entender que el peso de la historia está a la vuelta de la esquina recién pasada; en los noventa el partido comunista hizo sendas campañas llamando a no votar, hasta tuvieron un cura de candidato; hoy están molestos porque no les dieron espacio suficiente en la segunda vuelta, en la coalición que antes denostaron. MEO, cuando dijo que había que apoyar al candidato del 29%, ahí dejó sus votos en bandeja de plata a la derecha (entiéndase que no votar también es regalarle votos al derecha).
El no intencionar los votos con el mal argumento de cumplir con la prueba de blancura y pulcritud política, como es ‘no podemos hacer un llamado a votar por Guillier, porque la ciudadanía es la que decide’, es contradictorio y es lo que finalmente hicieron. Además se hizo tarde, ya que no ordenaron el universo simbólico de los indecisos. Gran error
El Frente Amplio, puede cometer el error histórico de perderse en un mesianismo utópico innecesario, pues condicionan el apoyo a Guillier sobre la base del humo. Apelan a ser una oposición constructiva… complejo lograrlo, por cuanto se es oposición definiendo identidades, pero no hay identidad que defender, ya que son muchos los intereses y al final del día primará el pragmatismo correspondiente.
Algo propio de la política que será capitalizado por alguna de las colectividades más articuladas del Frente Amplio, no todos los que votaron por Beatriz Sánchez necesariamente son del Frente Amplio. Los únicos que tienen identidad definida son las y los integrantes de la derecha (la han tenidos desde hace dos siglos) porque tiene menos valores que defender: propiedad, seguridad (los que más se les escucha al menos).
Mientras la izquierda puede defender los mismos, pero el solo hecho que pongan el acento en la igualdad y la equidad pasa por sobre los demás valores, para hacer leyes en esta línea, implica grandes dosis de acuerdo, grandes dosis de consenso, que el FA no puede otorgar por sí solo, ninguna colectividad lo puede otorgar por sí sola, y siempre que no haya acuerdos será el FA el problema. Ahí habrá un universo simbólico construido.
Guiller hizo lo correcto al no comprometerse con un eventual abrazo de oso por el FA, no pueden ofrecer coherencia como bloque, por cuanto su identidad está en formación, no han matado a ningún padre. El haber leído correctamente el NO desencanto por el impulso reformista de la actual mandataria, ordenó un discurso, muestra que la lectura de la sociedad fue la correcta, pretendió ser evidenciada hasta el cansancio en las encuestas como errónea (por no decir abiertamente que era mentira), muestra en el fondo que la Presidenta Bachelet fue capaz de hacer lo que dijo que haría.
Cualquiera que llegue a la Moneda obligadamente deberá referenciarla, pues el deber de todo líder es no dejar de mirar la historia sino asumirla, esa misma que a veces que se construye en la calles.
(*) Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica y Licenciado en Educación, Universidad Austral de Chile. Magíster en Ciencia Política, Universidad de Chile. Director de la carrera de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UAHC.