La Moneda se viste con una Geografía de la Multitud
(*) Por José Orellana y Hernán García
Con el estallido/revuelta social quedó de manifiesto vía localización y anclaje territorial la demanda ciudadana/social desde pasajes, plazas, comunas, regiones decantando hacia el país en general. Fue consecuencia de un accionar injusto desde la institucionalidad, así como desde las propias políticas públicas, cuyo origen estuvo/está en la Constitución de 1980, donde a sus modificaciones o transformaciones concurrieron los gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia y Nueva Mayoría, dejando a la vista luces y contraluces a propósito del sistema político, la expresión social y la calidad de vida de chilenas y chilenos.
Camilo Escalona, en esta clave, en mirada crítica y retrospectiva, indica que una falencia de fondo durante los gobiernos de la Concertación fue no denunciar el obstruccionismo concretado por los sectores de derechas, escamoteando de ese modo la credibilidad y desgaste del conglomerado, impidiendo, se podría especular, avanzar en mejores leyes laborales, entre otras muchas . Pero, por otro lado, no defendiendo la obra, que a la postre resultó ser necesaria y convocada por el presidente electo de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric.
El dinamismo contra-democrático
En la nomenclatura de Pierre Rosanvallon, podríamos decir que hemos vivido en dos democracias y con una débil institucionalidad destinada a la participación. Por un lado, aquella que convoca cada cuatro años y permite cambiar autoridades de representación popular, lo que incluye por cierto aquellas reguladas en el mundo comunitario y/o de sociedad civil en su amplio alcance y una democracia más ‘democrática e integral’ incipiente que tiene/tuvo su origen en los gobiernos de la presidenta Michelle Bachelet, donde se propició la transparencia y la participación comunitaria, donde la máxima expresión estaría en los encuentros auto-convocados de escala local, provincial, regional y nacional (2016). Situación base para trabajar por una nueva constitución, sin perjuicio de la reserva de las otras expresiones paralelas que, desde el movimiento social, se encontraban/encuentran siempre vigilantes, con más o menos estridencia organizativa. A esto Rosavallon le denomina sistema contra-democrático, es decir una democracia electoral-institucional-procidemental v/s una democracia no institucional .
En el proceso contra-democrático inaugurado con la recuperación de la democracia, hubo una institucionalidad que se reformó y buscó modernizar, buscando el mejoramiento de la gestión de todo tipo en los recursos estatales y ciudadanos, funcionales a una administración pública y un sistema político, siendo estas últimas, traducidas en reformas, donde existió una mejor sintonía con la ciudadanía v/s los anteriores ajustes, los cuales no lograron esa conexión siempre tan necesaria que si es posible observar en los gobiernos de Michelle Bachelet, pues a nuestro entender fueron los más asertivos en estas materias, dada su síntesis del ciclo de protestas en el programa de gobierno del año 2013 (2014-2018).
En esta NO institucionalidad, los movimientos sociales barriales-territoriales de distinto tipo contaron con pocos o nulos asientos para ser escuchados e incorporados en la toma de decisiones, ante lo cual se desplegaron por la territorialidad del país, sedimentando y abigarrando distintas capas de dolores y expectativas no cumplidas desde la institucionalidad . Sabemos que algunos de los avances logrados, quedaron en el camino, aportando en la desmejorada calidad de vida de nuestra/os adulta/os, particularmente en el momento en que, cumpliendo su ciclo vital laboral, entraban/entran en la incertidumbre que les provee el sistema previsional de las AFPs. A esto se suma la indiferencia institucional por los efectos de los abusos comerciales de las grandes empresas (colusión) y la indolencia institucional ante al aumento de los delitos de cuello y corbata, delincuencia común, narcotráfico, tráfico de maderas en el sur y así otros, centrándose en la protección de las empresas de sectores esenciales . Lo anterior, es entendido como incivilidades, pues no sólo NO se abordaron en la profundidad requerida vía fiscalización, sino que se complejizaron en su permanencia, mientras, quedaba la sensación de impunidad desde el hacer de la institucionalidad. Traduciéndose aquello a la cotidianeidad del diario vivir y expresándolo en personas que ven la ausencia de Estado, el no respeto a las reglas, implicando el desmejoramiento de la calidad de vida de toda/os .
La geografía de la multitud de gobierno en búsqueda de acuerdos
En este contexto, la Geografía de la Multitud de la que hemos hablado, tomó vigencia, pues de forma asertiva describe y busca explicar los distintos detonantes que existieron en cada escala de la realidad para la movilización de las personas, desde un territorio físico y, por cierto, hasta de uno virtual, ayudando a entender las relaciones espaciales sociales de poder en sus múltiples escalas o interescalaridades (ejercicio realizado desde el 2011, aplicable, inclusive para antes de esa fecha, vía movimiento social).
Entonces, la construcción de ‘esta parte’ de la Geografía de la Multitud en La Moneda, que logra el triunfo de Gabriel Boric, tiene un antecedente de realidad importante… como es, la mayor participación electoral en la historia reciente y, en particular, al convocar a mujeres jóvenes, lo que consolidó el diferencial con el deteriorado mensaje de protección que José Antonio Kast propiciaba en su primer programa de gobierno, y que solo lo replica en su plan de gobierno de segunda vuelta. Pero, sin lugar a dudas, pasar desde 1,8 millones de votos a 4,6 millones, requirió una mirada estratégica de ir a buscar a quienes no participaron en primera vuelta, sumar a los otros pactos de oposición derrotados (Nuevo Pacto Social) y consolidar lo alcanzado.
Esta cuantía de votos, se materializa, indudablemente en las imágenes y los mensajes que declararon desde el primer minuto su voluntad y disponibilidad para colaborar electoral y políticamente. Nadie del pacto ganador, podría indicar que quienes perdieron en primera vuelta desde la centro-izquierda no estuvieron presente, convocando o expresando defender principios como lo realizaron dos emblemas de la política chilena: Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. Pero no sólo ellos, también estuvo una Carmen Frei y una Yasna Provoste, decididamente desde la Democracia Cristiana empujando ese carro que terminó siendo de victoria. Ellas y él, colocaron en el centro la idea de un país mejor, de una ciudadanía empoderada.
Proceso anterior y preguntas legitimas
Se suma a este resultado, el programa de gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet del año 2013 (continuidad, en parte del 2004), el que cimentó una tendencia de cambio, para reconfigurar el sistema electoral binominal por uno proporcional vía reformas políticas y, por otro lado, buscando la construcción de una nueva constitución política del estado. Proyecto que tuvo -en su gobierno- expresiones locales, provinciales, regionales y que, no obstante, en el segundo gobierno de Sebastián Piñera guardaron, lo que no impidió estar presente en el acto del 15 de noviembre de 2020, donde se establece llamar a un plebiscito para dirimir la necesidad de una nueva constitución, lo que a la postre trajo un 78% de aprobación y un 79% a la conformación popular del órgano constitucional, eligiéndola/os en paridad, con inclusión de los pueblos originarios y con acceso de independientes. También se proyectó en la visita realizada por Michelle Bachelet a la Convención Constitucional, cual factótum del proceso, por lo cual hay que reconocerlo, ¡y no es capricho!
Este notable contexto nos lleva a preguntarnos, existieron condiciones previas para cambiar la historia el 2019: ¿un gobierno de centro izquierda, como continuidad del segundo Gobierno de Michelle Bachelet, podría haber hecho retroceder el momento del estallido social?, ¿la falta de visión social de negociadores y su concentración en cálculos políticos del año 2017, ayudan a explicar el estallido social?, ¿La historia estaba escrita para el estallido?
La necesaria acumulación de fuerzas
Entonces esta Geografía de la Multitud que hoy se alza triunfante en el palacio de La Moneda, es el resultado de una afluencia de fuerzas que van más allá de estos últimos años… son el resultado de las fuerzas políticas, encuentros y desencuentros de los últimos 30 años. En ella, están presentes la/os hija/os de la/os exiliada/os y la/os exiliada/os que votan desde el exterior, están los y las jóvenes que no habían votado con anterioridad, están los votantes de partidos y los desencantados de Franco Parisi, Sebastián Sichel y José Antonio Kast. Es decir, no llegamos a este punto de la historia sólo como el resultado del logro propio, sino como consecuencia de una visión política unitaria que se expresó en la suma de energías sin condiciones ni vetos. Más aún, cuando el proyecto país tiene en pleno desarrollo una próxima elección, como es el plebiscito de salida para aprobar la nueva constitución, nuevamente se requiere de unidad.
Hay que aprender de este desempeño, ya que, no sólo se avecina una fragmentada oposición de derechas, sino que también un fragmentado apoyo oficialista y de aliados, que, además, en términos de signos políticos tendenciales se encuentran en eventual simetría en una y otra cámara.
Es posible evidenciar que la mayoría presidencial versus el mayor equilibrio partidario entre izquierdas y derechas, corresponden a un voto que cruzó tendencias, donde el perfil de los electores no solo estaría en la edad o su sexo, sino también con conductas menos apegadas a ideas y más a necesidades, con un actuar consecuente con el modelo neoliberal de individualismo conductual. Pues, el mayor riesgo está en su volatilidad, esto, pues en un mismo año electoral las cuantías sectoriales o ideológicas, variaron de forma abrupta. Es decir, no es de extrañar que, a mitad del próximo año, la evaluación positiva del gobierno electo, tienda a bajar. Tal vez es momento de recordar que toda la maledicencia e ironía, por el mensaje “la alegría llegó”; podría ser superado al ver el mensaje de fondo. Hoy decimos: “la esperanza le ganó al miedo”, pero luego la/os esperanzada/os, la/os materialistas esperanzados, podrían demandar su justa expectativa.
La multitud que está entrando a La Moneda, como justa vencedora, tendrá los mismos desafíos de la/os inquilina/os anteriores, esto es, administrar la expectativa, administrar la concreción de los esencialismos y cuidarse de las contradicciones que ofrece el ejercicio de hacer gobierno. Esta Geografía de la Multitud, que hoy tiene otro aspecto de institucionalización, va en búsqueda de un nuevo sistema contra-democrático, con nuevos consensos vinculantes, logrados al interior de la Convención Constitucional y, eso, es un desafío trascendental.
(*) José Orellana es académico UAHC y Dr. en Estudios Americanos. Hernán García es profesor UAHC, diplomado en Big Data, en Ciencias Políticas y Administración Pública.