Lactancia materna: un beneficio global
(*) Por Esteban Muñoz
Durante toda la primera semana de agosto, a lo largo de 170 países del mundo se celebra la lactancia materna, semana destinada a fomentar, promover, fortalecer, respaldar la lactancia materna o natural. La cultura popular y médica le otorga suma importancia a la lactancia materna exclusiva durante (al menos) los primeros 6 meses de vida y que esta continúe hasta los dos años de forma no exclusiva. Hay muchas madres que aún tienen resistencias respecto a los beneficios de esta práctica, ya sea porque piensan que pueden generar efectos negativos en sus cuerpos y otras personas de la sociedad que ven de mala forma que las madres lacten en lugares públicos. Por otro lado, la industria es generosa en el cotidiano “demostrando” los beneficios que puede llegar a tener la leche artificial en desmedro de las ventajas de que ha dejado de percibir en el colectivo los beneficios de la leche materna tanto para el bebé como para las madres.
Pero, ¿es buena la lactancia materna solo porque nuestras abuelas lo aseguran?, ¿Tiene sólo ventajas para el bebé y la madre solo cumple un rol históricamente impuesto?. Está comprobado que una buena lactancia permite a los niños y niñas una nutrición optima dado que aporta nutrientes de excelente calidad, los cuales se adaptan a las necesidades que tiene el bebé conforme a su desarrollo. La leche materna es un poderoso protector contra infecciones y responsable de una menor prevalencia de adquirir enfermedades crónicas en la infancia. Reduce, también, el riesgo de obesidad, dado que contiene leptina, la hormona que controla la obesidad en adultos, influye en un mayor coeficiente intelectual del niño o niña y una menor mortalidad y morbilidad en general.
En cuanto a las madres, se registran beneficios relevantes como la liberación de oxitocina, la hormona generada por la hipófisis que genera bienestar emocional (y más leche), permite que el útero vuelva a su tamaño natural y que previene el riesgo de hemorragias. El proceso de amamantar desplaza por un buen tiempo la menstruación y se vincula con investigaciones que advierten que las madres que amamantan tienen menor probabilidad de desarrollar cáncer de mama y ovarios.
Otro de los beneficios, que son percibidos de buena manera por las madres que amamantan, es que posibilita la pérdida de peso, ayuda a mantener la elasticidad y firmeza de la piel del pecho, pese a que popularmente se cree lo contrario. Lo cierto es que durante la lactancia las mamas se encuentran en continua estimulación, lo que reduce la grasa que se pueda acumular en ese periodo.
Desde una perspectiva profesional personal, puedo acreditar que la lactancia madre e hijo/a posibilita genera un vínculo afectivo madre hijo que incide en un bienestar mental relevante. En él, cuando el bebé recibe el alimento, la contención de la madre va comprendiendo su mundo como más saludable y bueno; la madre genera sentimientos de valoración sobre sí misma lo que es interpretado por el bebé de manera concreta en torno a una atmósfera donde este genera más seguridad y perpetua, camino a la adultez, una personalidad estable, menos dependiente y mucho más optimista.
Como sociedad debemos convencernos de que el tiempo que le entregamos a la lactancia materna y que le brindamos a nuestros hijos, son factores esenciales para que estos crezcan sanos tanto física, como psicoemocionalmente. Por ello, es de suma importancia, que nuestra sociedad transite en esa sintonía, permitiendo y estimulando la lactancia, ya sea en público como en privado. Porque probablemente este gesto, desde su génesis desencadene un nuevo país, con nuevos ciudadanos conectados con su emoción y el autocuidado.
(*) Psicólogo UAHC. Magíster en Educación Emocional