Las fronteras de Chile: una afrenta a la dignidad nacional

Las fronteras de Chile: una afrenta a la dignidad nacional

Por José Orellana, docente Escuela Ciencia Política y Relaciones Internacionales

Es interesante la cantidad de análisis políticos, periodísticos y teóricos que se logran para comprender e interpretar los hechos fronterizos que tenemos en carpeta, cuando de las relaciones entre Estados se refiere.

En primer lugar, tenemos la pronta resolución de la Corte Internacional de la Haya respecto de la demanda que interpuso el Perú contra Chile. Las interpretaciones son múltiples: Chile mantiene el paralelo geográfico como criterio delimitador del océano; que el Perú logra el triángulo exterior; que la opinión pública de ambos países se encuentra en franca atención respecto de la resolución de la Corte; que las fuerzas armadas de ambos países miran con recelo el resultado del fallo; entre otras consideraciones, todas válidas y dignas de altos análisis. Falta indicar la importante observación que se le realiza a la política exterior de Chile, funcional -indican sus críticos- a los intereses del Perú, esto es “las Cuerdas Separadas”. Una cuerda comercial que no se mezcla con la política.

En segundo lugar, tenemos el caso con Bolivia respecto de su inicio de demanda contra Chile, donde se supone que Bolivia busca que la Corte de la Haya obligue a Chile a negociar formalmente una salida soberana de Bolivia al océano Pacífico. En este caso, existen otras cuantas múltiples interpretaciones: Bolivia está equivocada, en cuanto Estado al acudir al Tribunal Internacional para lograr obligar a Chile a negociar; por otra parte, Chile, tiene todo el derecho internacional a su favor para sacar adelante de forma satisfactoria la demanda (lo mismo con el Perú); es un acto inamistoso de Bolivia hacia Chile; la política exterior de Chile, bajo el gobierno de Sebastián Piñera no ha tenido oficio para administrar la vecindad con Bolivia, aún cuando se había avanzado en la Agenda de los 13 puntos. Punto aparte merece la CELAC del 2013, la cual ofreció un intercambio de afirmaciones entre el Presidente Morales y Piñera que da cuenta la pobre relación entre ambos.

En tercer lugar tenemos el caso con Argentina, que tímidamente se instala en la agenda pública, respecto de la línea poligonal que aún resta por delimitar y demarcar en Campos de Hielo Sur. En este caso, fueron los alcaldes de la región de Aysén los que acusaron la ‘ocupación de hecho argentina’ e ‘histórico abandono’, que tienen en cuanto territorio aislado o fronterizo. Se reinstala el sentido de la importancia del agua dulce para el desarrollo del país, donde Argentina tendría avances significativos respecto del ejercicio de la soberanía concreta, sea con puestos fronterizos y presencia de habitantes civiles. Por lo pronto, agencias de turismo argentino ofrecen secciones de Campos de Hielo, que no deberían ofrecer, por estar en litigio, como productos turísticos.

Los tres casos anteriores en el marco de la soberanía nacional y el ejercicio del derecho internacional, elementos que contribuyen al diseño y ejecución de la política exterior de Chile, no dejaron, no dejan y no dejarán indiferente a ningún analista político, periodista o teórico, ni tampoco a una chilena o chileno que tenga un mínimo conocimiento acertado o no, sobre temas territoriales, fronterizos y de soberanía. Menos cuando el Presidente Piñera se refiere a las justificaciones del ‘atraso’ en el resultado de la Corte Internacional de la Haya, respecto de Perú, indicando, que muy probablemente existe un fallo dividido, abriendo una serie de interrogantes.

¿Por qué entonces, la intervención de un emprendimiento transnacional, como es el de la minera Barrick Gold, en la limítrofe comuna de Alto del Carmen, en la provincia de Huasco, no es objeto de atención mediática, política y teórica cuando ha intervenido la zona fronteriza, siempre tan importante para el ejercicio de la soberanía nacional de cualquier Estado y en específico el de Chile? Sobre eso, todavía quedaría preguntar, ¿por qué la atención de los medios periodísticos, de analistas políticos y teóricos no han reparado, en profundidad, respecto del Tratado Minero, acuerdo suscrito entre Chile y Argentina, que permite en gran parte de sus zonas fronterizas la intervención de empresas mineras transnacionales, como es el caso de la Barrick Gold, por medio de su proyecto Pascua Lama, la explotación de los recursos mineros? Este es un tema genuinamente preocupante, ya que el marco referencial del Tratado Minero, suscrito por ambos países el año 1997, con protocolo adicional celebrado el año 2004, permite emprendimientos en zonas fronterizas que vulneran los espacios geográficos políticos que determinan el desarrollo económico y territorial sustentable, por lo menos en el caso de Pascua Lama, de las provincias del Huasco y Copiapó, a propósito de la intervención de los glaciares el Toro 1, 2 y el Esperanza. Además, vulnera un desarrollo estratégico del país, cuando de calentamiento global se refiere. No sólo importan los glaciares de Campo de Hielo Sur bajo esta premisa, sino que todos los que se encuentran en el territorio nacional, más cuando sostienen sistemas humanos altamente vulnerables respecto de sus delicados equilibrios ecológicos. La desertificación en las regiones Tercera, Cuarta, Quinta y Metropolitana, es una amenaza constante y real, ¿o una realidad?

Son más las consideraciones a revisar respecto de la minera Barrick Gold, por medio de su proyecto Pascua Lama en la zona fronteriza de Chile y sus impacto en el ejercicio de la soberanía nacional – económica y su intervención en los glaciares ya indicados, en lo coyuntural. También son más, las preguntas referidas hacia el Tratado Minero sobre el tema, en la perspectiva estratégica. Por lo pronto, importa hacerse estas preguntas, sobre las ‘intervenciones fronterizas alternativas’ en función de la entendible preocupación por los casos de frontera de Chile respecto de Perú, Bolivia y Argentina.

Artículo publicado en www.elquintopoder.cl