Las protestas contra la dictadura de Pinochet
Columna publicada por La Voz de los que sobran
Aunque signifique repetirme, se debe comenzar el análisis caracterizando a la dictadura. Sin ello no se entenderían las protestas que tienen lugar entre 1983 y 1986, es decir, en la fase semi final del proceso, pues la final es el plebiscito de octubre de 1988.
Se trata de una dictadura cívico militar, con dirección castrense pero con una activa participación civil, dirigida por el economista Sergio de Castro y el ideólogo Jaime Guzmán, uno de los autores de la Constitución del ’80.
Además, es una dictadura contra revolucionaria, la cual arregla cuentas con el gobierno de Allende pero también con el de Frei Montalva, con sus leyes de reforma agraria y sindicalización campesina.
También es terrorista, pues apresa, tortura, hace desaparecer los cuerpos, y los lanza al mar o esconde en cuevas. Esto último se pudo comprobar por la aparición de los restos de Marta Ugarte, cuyo cuerpo fue amarrado con cadenas, en una playa de Los Molles. También, por el descubrimiento de los hornos de Lonquén, donde fueron enterrados, presumiblemente vivos, una serie de cuerpos de campesinos de la zona.
Además, es personalista, pues, a diferencia de lo ocurrido en Brasil y en Argentina, donde hubo rotación en la Presidencia, esta fue acaparada por Pinochet. Pero -y esta es la característica más importante- fue una dictadura con proyecto, la cual liberaliza la economía y mercantiliza la cultura. Esa política tiene éxito hasta la crisis de 1982, la cual obliga a renunciar al líder.
Entre 1983 y 1985 es nombrado ministro del Interior Sergio Onofre Jarpa, el cual negocia con la oposición, dirigida por Gabriel Valdés y Hugo Zepeda, intentando además cambiar la política económica, acudiendo para ello al ex ministro de Jorge Alessandri, Luis Escobar Cerda.
Pero lo más importante es que en mayo de 1983 tiene lugar la primera protesta, de una serie mensual. Se trata de las primeras movilizaciones de masas de la oposición, las cuales se manifiestan básicamente durante las noches, a través del golpeteo de cacerolas.
La operación realizada por el pacto demócrata cristiano/derecha contra el gobierno de la Unidad Popular se repite contra el dictador. El éxito que tienen estas operaciones hace pensar en la caída de Pinochet. Pero este, que responde con represión, se mantiene en el poder, enfrentando en septiembre de 1986 un atentado fallido.
La explicación es que el fusilero percibe en el auto blindado la presencia de un niño, el nieto de Pinochet, por lo cual decide no disparar. Además, el chofer del dictador logra dar vuelta el automóvil y escapar hacia la casa veraniega.
Las protestas muestran una oposición combativa, con capacidad de salir a la calle, movilizando masas. A su vez, el atentado revela fallas en la custodia del dictador.
Además, sectores de la oposición han modificado su estrategia. El Partido Comunista ha reemplazado la línea del “frente antifascista” por la de la “rebelión popular de masas”. Para ello ha importado armas e intenta ir más allá del atentado, pues este moviliza a militantes profesionales, con experiencia militar o formados para desarrollarla.
Con la nueva política se busca la participación de la mayor parte de los militantes, en operaciones que pongan en jaque a la dictadura.
A su vez, el Partido Socialista se divide en el llamado Pleno de Argel en dos organizaciones. La renovada, dirigida por Jorge Arrate y Carlos Altamirano, y la ortodoxa, dirigida por Clodomiro Almeyda. Por las protestas y por los cambios de los principales partidos opositores, pero sobre todo por su desenfrenada ambición de poder, Pinochet decide convocar el 8 de octubre de 1988 a un plebiscito presidencial, donde votar Sí significa apoyar al dictador y votar No significa negarle el apoyo.
Como se sabe, pierde esa decisiva elección, por lo cual en marzo de 1989 se elige democráticamente un nuevo Presidente. Este es Patricio Aylwin.
(*) Sociólogo y Premio Nacional de Humanidades. Docente carrera de sociología UAHC.