Las venas abiertas de Venezuela
(*) Por José Orellana
Columna publicada en El Siglo
Simón Bolívar, no el de Chávez ni el de Maduro, tampoco el de la oposición política al régimen, difícilmente pudo imaginar una Venezuela como la que hoy vemos a través de los medios. Tampoco una conducta y pronunciamiento de los países de la región apoyando la definición del país de Donald Trump, el mismo que sistemáticamente ha hecho de Latinoamérica un comodín de legitimación política interna en asuntos como su negación a la migración latina y la creación de un muro fronterizo que lo separe de México.
El prócer del sueño bolivariano quizás sí pudo imaginar el interés sistemático del vecino del norte y la Madre Patria Europa Occidental como permanentes interesados por la región latinoamericana, y en Venezuela en específico. Se sumarían a esa línea los intereses rusos y chinos actuales, es decir, no le extrañarían, independiente que apoyen al actual régimen. Sus recursos naturales como sus posicionamientos geopolíticos y geoeconómicos lo explicarían.
Más allá de las articuladas y hasta legitimas razones de cada uno de los bandos internos polarizados del país, estos es, el oficialista (revolución bolivariana) y el opositor (restitución de la democracia liberal con Maduro fuera del poder), asociado a los apoyos e intereses comprometidos desde una parte de la comunidad internacional, cabe preguntarse, por qué y cómo Latinoamérica, es incapaz de salir de esta condición periférica tan bien diagnosticada en la década de los 50’ a 70’ por medio de la reflexión estructuralista latinoamericana de la CEPAL, desde la interpretación de las relaciones centro – periféricas de los flujos capitalistas globales, complementadas coherentemente por las de la Teoría de la Dependencia. Cabe indicar, que las recomendaciones provenientes de tales diagnósticos cayeron en el descredito, dados sus resultados económicos cuando de desarrollo se refiere, entendido ello, en una disputa de intereses y poder global. Ello explicaría la instalación de las recetas neoliberales que se implementaron desde los 90’ en adelante.
Sin perjuicio de su derrota política (de las teorías de Centro – Periferia y La Dependencia) en cuanto su implementación, persuaden por su explicación de la realidad, más cuando Venezuela, con la crisis de gobernabilidad vigente, da cuenta de la pertinencia explicativa de las mismas, fortaleciendo el análisis, tras la conducta de una mayoría de Estados Nacionales latinoamericanos, que no han trepidado en allanarse a las directrices centralistas clásicas, renunciando a la autonomía regional para acudir con propias herramientas institucionales a mediar con éxito los conflictos intraestatales, bilaterales o regionales de latinoamericana.
Por otro lado, sin perjuicio de la victoria política de las recetas neoliberales implementadas con sistematicidad desde los 90’ en adelante, las cuales supusieron un mejoramiento en las cuentas nacionales de los estados de la región, esta Venezuela, según indicará un analista marxista, sufriría las necesidades de ajuste de este capitalismo vigente y victorioso traducido en los intereses de los Estados Centrales, o bien, los de las empresas transnacionales, las cuales precisan de una re disciplina funcional a sus intereses, sobre una territorialidad virtuosa en recursos naturales. Mientras, uno neoliberal, liberal y hasta socialdemócrata, indicará que los derechos fundamentales democráticos vienen vulnerándose desde hace un buen tiempo de forma sistemática, expresado ello en las diferentes tensiones que el sistema/régimen político ha sido testigo, como es, entre varias, el desconocimiento de la Asamblea Nacional y consecuente logro de una Asamblea Constituyente Nacional favorable al Régimen, más de dos millones de venezolanas y venezolanos saliendo de su patria, crisis económicas y más.
Así, este mecanismo de ‘Presidente Encargado’, sostenido, aparentemente por una interpretación constitucional, ha sido hasta el momento más efectivo que todos los otros intentos de derrocamiento del régimen chavista/madurista conocidos, transformándose en una punta de lanza alineadora de unos Estados Centrales en pro y contra del régimen venezolano, también para otros periféricos latinoamericanos que renuncian a la autonomía política como mecanismo de resolución de conflictos regionales (cuestión que no implica la relación con el entorno internacional), y para unas empresas transnacionales que muy probablemente tienen interés por las reservas petroleras venezolanas.
No cabe duda, que los signos políticos liberales mayoritarios en los gobiernos de dichos estados (Brasil, Argentina, Colombia y Chile), han contribuido a tal condición. Quedará ver, cómo el sistema internacional, en sus diversas instituciones, reaccionará sobre este territorio, donde el eje, sí o sí, debe ser el diálogo, sin caer en la trampa de responderse si se está de acuerdo o no con el régimen, o qué tan legítimo es el mismo, ya que, aparentemente, la misma institucionalidad formalizada en la Constitución Política del Estado venezolano, creada, validada y legitimada por el mismo pueblo, permitiría esta distorsión de legitimidades e ilegitimidades múltiples, donde la polarización interna y externa frente al conflicto, la estarían vaciando de sentidos comunes y transversales.
Hoy, la gobernabilidad venezolana está trizada, donde algunos actores internacionales han contribuido a tal condición, en la aparente responsabilidad política de pronunciarse ante las dificultades humanitarias. Será la comunidad internacional, la llamada a jugar un rol para darle conducción a dicho proceso político, teniendo la prudencia, de respetar a los venezolanos y venezolanas en sus diferencias y posibilidades de acuerdo, dado que hoy, Venezuela tiene sus venas abiertas, como siempre, pero ahora, con una impronta distinta.
(*) Académico Escuela de Ciencia Política y RR. II. Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Doctor en Estudios Americanos Instituto IDEA, USACH