
Los mil días de la Unidad Popular: aliento para el porvenir
(*) Por Tomás Moulián
Columna publicada en La Voz de los que sobran
Los mil días del Gobierno de la Unidad Popular son un período que debe ser recordado como el momento más democrático de la historia de Chile contemporáneo. Pese al carácter apasionado de la lucha política, a ningún sector le fue impedido manifestarse por entonces, algo que sí ocurrió posteriormente.
¿Qué políticas públicas puso en práctica el gobierno de Salvador Allende?. es por todos conocido que entre ellas se cuenta la estatización de la banca, la nacionalización del cobre, el desarrollo del área de propiedad social, la intensificación de la reforma agraria y la creación de las Juntas de Abastecimientos y Precios.
Esta breve descripción revela porque en el periodo se desarrolla una fiesta, especialmente suscitada por la incentivación de la participación. Pero a ella la oposición responde con una guerra. Uno de los episodios principales de este enfrentamiento fue el paro de octubre de 1972, el cual dura un mes e involucra a comerciantes, transportistas, médicos de la salud pública y estudiantes.
Sin embargo el gobierno, pese a la magnitud del operativo, logra mantener el país funcionando, especialmente por la acción unificada de las dos grandes tendencias existentes en la Unidad Popular. ¿Cuáles fueron estas?. La primera era la tendencia radicalizada, constituida por el Partido Socialista, la Izquierda Cristiana y una parte del Mapu. Desde fuera de la Unidad Popular participaba en ella el MIR.
Este grupo pretendía ir más allá del programa, además era renuente a entenderse con la Democracia Cristiana. Su eslogan era “avanzar sin tranzar”, aunque no postulaba la vía armada. La segunda era la tendencia moderada la cual planteaba atenerse al programa. Estaba encabezada por Allende y constituida por el Partido Comunista, el Radical y la otra parte del Mapu. También era partidaria de entenderse con la Democracia Cristiana y de ampliar hacia el centro el bloque gobernante. Era el grupo más fuerte, en especial por el liderazgo del presidente.
En todo caso, la guerra suscitada por la oposición creó condiciones favorables para el desarrollo del golpe, pese al carácter democrático del gobierno. Ese día Salvador Allende hace lo que había prometido: no sale vivo de la Moneda. Con ello marca para siempre a los traidores, a quienes el mismo había nombrado, confiando en su palabra de soldados.
Pero antes le habla a los chilenos y, además de pedirle a sus partidarios que no den una batalla perdida, los alienta para el porvenir. Les dice que algún día volverán a abrirse las grandes alamedas. Luego entrega su vida a la historia. Hernán Valdés en su novela “A partir del fin” le hace decir a uno de sus personajes “¿Allende, porqué nos has abandonado si eras nuestro padre?”.
En efecto, el presidente fue el líder de un gobierno que buscó avanzar al socialismo por la vía pacífica e institucional; fue alguien que intentó llevar a cabo la gran esperanza del siglo XX sin para ello generar una dictadura. Allende está por ello aun presente como un símbolo, mas de cincuenta años después de su elección, por lo que su gobierno realizó y por la manera en que lo hizo.
Como se sabe la conspiración del 11 de septiembre de 1973 genera una contrarrevolución capitalista de carácter cívico militar, la que da lugar a una dictadura de largos dieciséis años, con desaparecidos y torturados. Por ello ese periodo debe ser olvidado, mientras el gobierno de Allende debe ser recordado.
(*) Sociólogo, docente Escuela de Sociología UAHC. Premio Nacional de Humanidades y Cs. Sociales