Luz, cámara, acción…
Por Rodrigo Gangas Contreras (*)
El paso del homo sapiens al homo videns es una de las transformaciones que experimenta el hombre en el mundo moderno. La máxima establecida por Giovanni Sartori para definir la influencia de los medios de comunicación en las personas es una clave para entender el funcionamiento de la política actual. El uso de los medios de comunicación es el ingrediente necesario de un escenario político donde prima el culto a la imagen, la idea fácil y el mensaje a corto plazo; no solo se configuran como un actor dentro del escenario político participativo, sino que además cumplen una importante función en la creación de opinión pública. Según Sartori, la democracia representativa no se caracteriza como un gobierno del saber –ciencia, doxa-, sino como el gobierno de la opinión, la cual no necesariamente es probada, sino subjetiva, un parecer. La importancia de la imagen, formadora de opinión frágil y variable, asume un rol fundamental en sociedades donde los procesos de socialización política son restringidos a muy pequeños espacios y a sectores socioeconómicamente definidos. La democracia representativa se consolida, por tanto, en la formación de la opinión, efectiva y a corto plazo, que muestra en los noticieros “las necesidades reales de la gente”. Cuando los actores tradicionales de la política –fundamentalmente partidos políticos-, no son capaces de cumplir la función socializadora y construir proyectos a largo plazo, los medios y la televisión construyen –o destruyen- socialización y cultura política, generando imágenes que se asumen absolutas, indiscutidas, veraces.
En ese sentido, los últimos acontecimientos del desenlace de la tragedia de los mineros atrapados a 700 metros de profundidad y la impactante cobertura de los medios de comunicación a nivel nacional e internacional, dan prueba de lo importante de la visualización de los acontecimientos y de cómo somos capaces incluso de desviar la perspectiva haciendo de una tragedia un show mediático. Claramente es importante en el mundo actual seguir las noticias en forma directa e instantánea, pero el espectáculo en el que han incurrido algunos medios (por no decir todos) de hacer de la tragedia un producto vendible y con buenos dividendos de rating, supera cualquier análisis periodístico serio. Ya no solo basta con cubrir la noticia y lograr de la instantaneidad la mejor información del hecho posible, sino que debemos traspasar esa delgada línea entre lo público y lo privado, entre la información y el manejo de la emoción. No es que informar no sea necesario, por el contrario, en la era actual la información y el conocimiento son las fuentes primarias de la riqueza, el problema es el abuso de la misma.
La importancia de la imagen y la presencia de los medios de comunicación ha sido el ingrediente perfecto para el actual gobierno, quien no ha escatimado esfuerzos en manifestar el mensaje que los posiciona a nivel mundial como los grandes triunfadores de una tragedia no deseada. Como un reality que se transforma en el principal producto generador de entradas (dinero) a una estación televisiva, el involuntario y dramático encierro de los mineros se transforma en el insumo de popularidad para Piñera y su gobierno. Una gran prueba de lo anterior es la espumosa gran popularidad del ministro de minería Laurence Golborne, quien pasa de ser un desconocido dentro del itinerario de la política chilena a futura carta presidencial de la derecha (por lo menos así lo planteado algunos), más aún en un ministerio con bajísima visibilidad política. Sin duda, que no se busca restar el mérito del ministro en el desenlace de la tragedia minera, sin embargo también se debe reconocer que hoy la imagen televisiva lo posiciona como la figura mejor evaluada del gobierno y el tercer político con mayor futuro en las encuestas “de opinión”, después de la ex – presidente Bachelet y el eterno candidato presidencial de la UDI, Joaquín Lavín, por lo cual la tarea es doble: si el ministro desea seguir adelante con una carrera política presidencial, debe mantenerse en la primera línea, y por su parte, los medios deben continuar su estrategia de visibilización del ministro, de modo de sostener la posición de la “opinión”.
Por otra parte, el presidente Piñera sabe los dividendos que entrega una bien cuidada figura televisiva, más aún en un país con poco capital cultural en materia política, donde sólo basta con visibilizarse, conciliar y decir lo que la gente espera. El manejo de los medios es una máxima de los gobiernos de ayer y hoy, y en eso el gobierno actual ha dado grandes lecciones. El uso y abuso de la imagen televisiva en sociedades de escasa cultura política genera efectos inmediatos. La manipulación de la opinión (y del dolor) no es algo ajeno en nuestro medios televisivos, no obstante los dividendos políticos que le han reportado las dos mayores tragedias del año al actual gobierno, son un muestra del uso y abuso de tal estrategia. Ya lo hemos dicho, sin duda los medios tienen el deber de informar en forma clara, oportuna, libre y transparente los acontecimientos, más aún si nos encontramos en un régimen democrático, pero lo visto por todos los ciudadanos en el rescate de 33 los mineros, no solo contribuyó a formarnos una opinión (beneficiosa por cierto para el gobierno), sino que además la oficial, transmitida por todos los canales en cadena nacional, buena muestra de pluralismo presentamos… Sartori seguirá teniendo razón, en el paso del homo sapiens al homo videns, solo basta con la imagen para formarnos opinión, la cual en nuestro sistema político le sirve al gobierno para mantenerse en forma. Por cierto que hoy el gobierno disfruta de su pequeño triunfo y puede que éste se manifieste en una “opinión” positiva de la gente, pero no debe olvidar que ésta adolece de falta de contenidos, es solo opinión.
Sartori, Giovanni. Homo Videns: la sociedad teledirigida 1998. Editorial Taurus.
*Académico de la Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano