Michelle Bachelet, cultura política y nuevos tratos constitucionales
A pesar de todas las dificultades políticas, quizás el único referente con legitimidad capaz de vehiculizar de mejor manera la actual crisis de representatividad, legitimidad y probidad es la Presidenta Michelle Bachelet (su trayectoria y biografía son su aval). Implica entonces que la actitud de la Nueva Mayoría no sólo sea disciplinada, sino que la Presidenta se desprejuicie respecto del vínculo con su coalición. El escenario político lo exige, más cuando su aprobación es exigua, por ahora.
También, implica que el movimiento social, la Geografía de la Multitud, sin dejar de ser activo en sus demandas, en parte sintetizadas en el programa de la Nueva Mayoría, reconozca en la Presidenta una oportunidad favorable para avanzar en la superación de los Cercos Políticos que permitan instalar en gradualidad otra Cultura Política, donde se haga hegemónica la idea de una democracia de derechos y deberes genuina, esto es, no neoliberal. No implica dejar de hacer cuestionamientos críticos en su proceder, pero sí aceptar que ella es la cobertura política más favorable. Más cuando las correlaciones de fuerzas sociales y políticas se construyen o reconstruyen, en estos días.
Hoy, se tienen avances en educación, en la recaudación de tributos, en mayores grados de democracia con la instalación del sistema electoral proporcional, en reivindicaciones laborales (ya se aprobó en general la reforma laboral en la Cámara), en posibilidades concretas de avanzar en descentralización política del país (comisión de descentralización y proyectos de regionalización en Congreso), entre otros. Es comprensible que existan visiones críticas de cómo se avanzó y los resultados que se lograron, pero difícilmente se pueda desconocer que han sido suficientes para inquietar a una expresión política y económica, nacional e internacional que ha nucleado en Cercos Políticos a las diferentes reformas planteadas y otras futuras. También hay que reconocer situaciones pendientes del mismo programa, como son las cuestiones ambientales cuando de proyectos de inversión pública y privada se refiere, en específico los energéticos y mineros.
Más allá de PENTA, CAVAL y SOQUIMICH, la ‘idea – acción de precampaña’ y otros Cercos que se puedan instalar y que hay que enfrentar en profundidad y desactivarlos apuntando a una nueva Cultura Política, urge asumir con sentido estratégico el ‘Proceso Constituyente’. Y este es un punto clave, ya que el desmonte de este Estado subsidiario para algunos, residual para otros, neoliberal para una transversalidad de teóricos y políticos, productor de una Cultura Política hegemónica en clave individualizante, debe concretarse.
Se podrá asumir críticamente el anuncio del ‘Proceso Constituyente’, en cuanto no fue explícito en el mecanismo. Lo importante es que se trascendió de la letra del Programa de Gobierno al anuncio concreto y ello permitirá entrar en una etapa de deliberación, a propósito del mecanismo y modo de asumir y relacionar los temas a discutir, con el propósito de tener una nueva constitución posibilitadora de una nueva Cultura Política, que ponga en el centro la idea de que lo colectivo y por defecto lo solidario, debe ser el eje para la generación de la política y lo político.
Desde esa perspectiva, el desarrollo de esta etapa de las Reformas en Educación, cuando de Gratuidad Universitaria se refiere, Carrera Docente y otras consideraciones propias del sector, posibilitan retomar la agenda transformadora, donde las interrelaciones entre una Geografía de la Multitud revitalizada, una Coalición Gobernante que tiene una responsabilidad política concreta y la figura de Michelle Bachelet (que más allá de los Cercos Políticos, encarna transformación) la consoliden. En específico, Educación, donde la promesa de la Gratuidad permite un reposicionamiento del gobierno, la cual, considerando el reclamo de algunas universidades privadas, en específico la Universidad Academia Humanismo Cristiano y su propuesta de cambio, contribuiría como plataforma para reafirmar una agenda transformadora.
Finalmente, la urgencia de fortalecer a Michelle Bachelet para la coalición gobernante pasa por una circunstancia muy ‘práctico – electoral’. Se está ad portas de la próxima elección municipal, octubre del 2016, el gran ‘test – encuesta’ real del actual Gobierno – Sistema Político. Asumirlo sin cuadratura con la gobernante, como además, sin cuadratura de ésta con el movimiento social y su coalición sería un error estratégico no forzado. No porque la derecha política se encuentre en un escenario muy desmejorado, implica que la Nueva Mayoría y la Geografía de la Multitud progresista genuina no hagan lo que tenga que hacer.
*Docente de la Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Academia Humanismo Cristiano.