Mignolo y la decolonialidad del poder en Chile
(*) Por Álvaro Ramis
Para la Universidad Academia de Humanismo Cristiano es una alegría recibir al profesor Walter Mignolo (este jueves 17 de junio), uno de los pensadores más originales de nuestro tiempo en las diferentes disciplinas que cultiva, y uno de los principales referentes del llamado giro decolonial, junto a autores que han desarrollado formalmente este enfoque, entre los que cabe citar a Aníbal Quijano, Catherine Walsh, Boaventura de Sousa Santos, Santiago Castro-Gómez, Enrique Dussel y Ramón Grosfoguel.
En palabras de Mignolo, “el pensamiento decolonial tiene como razón de ser y objetivo la decolonialidad del poder (es decir, de la matriz colonial de poder)”, desde una necesaria decolonización epistémica que pueda dar paso a una nueva comunicación intercultural, a un intercambio de experiencias y de significaciones, que fundamente una racionalidad que contenga una pretensión legítima de universalidad.
¿De dónde emerge la necesidad de este giro decolonial y cómo se manifiesta?
Para Mignolo los contextos de levantamiento social, como el que ha vivido Chile o Colombia, o de movimientos de crítica social como Black Lives Matter, muestran el fin de una ilusión. Es la crisis de un mundo que se pensó y se construyó a sí mismo como el único mundo posible, bajo una racionalidad fundada en el “lado oscuro” de la ilustración y la modernidad, que generó como consecuencia una “herida colonial” que permanece en nuestras sociedades bajo la forma de la colonialidad del poder.
Ese mundo tototalizante interpreta sucesos como el estallido social chileno, la barbarie absoluta, entendida como pura irracionalidad, juventud, inmigración descontrolada, irrupción de las memorias indígenas, negras, feministas y subalternas. Ante este desborde de lo incomprensible, lo que propugna es controlar por la fuerza policial y militar, para atacar, encarcelar y usar la razón de Estado para enarbolar la retórica de la modernidad como legitimación del orden deseado.
Lo que advierte el pensamiento decolonial es que este diagnóstico es transversal políticamente, aunque cambien las prescripciones de salida. La mirada liberal propondrá más y mejor educación, la tendencia conservadora, represión y exclusión, y la izquierda, nuevas formas de inclusión social. Pero todas estas soluciones dejan intacta la lógica de la colonialidad: “Una de las razones por las cuales los movimientos de descolonización fracasaron es que, como en el socialismo/comunismo, cambiaron el contenido, pero no los términos de la conversación y se mantuvieron en el sistema del pensamiento único”, señala Mignolo. Por este motivo, el pensamiento decolonial “ya no es izquierda, sino otra cosa: es desprendimiento de la episteme política moderna, articulada como derecha, centro e izquierda; es apertura hacia otra cosa, en marcha, buscándose en la diferencia”.
Lo que propone el giro decolonial tiene enormes consecuencias para el proceso constituyente que estamos comenzando a vivir. Construir las bases para ese “otro Chile” que empezamos a imaginar implica reconocer que la nueva constitución ya no podrá ser sólo liberal, cristiana o marxista, ni una mezcla de estas tradiciones que arraigan en los marcos de una burbuja moderno/colonial, capitalista e imperial.
La nueva constitución requiere un desprendimiento epistémico, que permita la apertura a lo que Mignolo llama “pensamiento de frontera”. El método de la Convención Constituyente debe asumir aspectos que van más allá de las teorías constitucionales clásicas, y reconocer la dimensión vivida desde las experiencias de quienes han vivido la exclusión de la producción de conocimiento por parte de la modernidad colonial. El pensamiento de frontera no niega los paradigmas del Estado democrático construido desde la ilustración, sino que asume una respuesta a los aspectos oscuros de esa racionalidad política. Contribuye, a partir de las luchas de la vida real, de las resistencias cotidianas, de las transgresiones simbólicas, y a la vez materiales ante el aparato opresor de la matriz colonial de poder.
Así, el pensamiento fronterizo, aunque busca la universalidad, es pluriversal, porque introduce lenguas, memorias, economías, organizaciones sociales, subjetividades, esplendores, miserias, genealogías desperdigadas, utilizando tradiciones de conocimiento alternativo y formas de expresión, como las propias de los pueblos originarios, las cosmologías no occidentales, y las expresiones del pensamiento crítico, como el feminismo, que no están comprometidas en el marco categorial de la colonialidad. Por eso, el “giro decolonial” no sólo es un paradigma fundamental para las ciencias sociales contemporáneas, sino también para el diseño de muchas otras instituciones modernas como la academia, el derecho, el arte, la política y la economía. Más que una posibilidad teórica, la decolonialidad se impone como una necesidad ética ante las causas profundas de la crisis de la sociedad latinoamericana.
(*) Álvaro Ramis es Rector de la UAHC