NO
(*) Por Roxana Hormazábal Fajardo
No. No es natural que no puedan escuchar lo que les estamos diciendo. No es humano que no logren ver lo que les estamos mostrando. No es admisible que no comprendan lo que les estamos explicando. Es simple: nos agotamos del abuso, del maltrato y de que no garanticen nuestros derechos. Y no nos confundamos, no es que no nos diéramos cuenta antes, ya estábamos cansadas/os de lo que ustedes entienden por política para el pueblo (o para la clase media, como nos llaman condescendientemente), es solo que no lo soportamos más.
No. Esto no es nuevo. Tenemos una historia social vivida en el tobogán del maltrato estatal en el que reaccionamos continuamente, aunque no nos tomen en cuenta y, finalmente, no cambien las cosas. No nos han querido escuchar y es cierto que esa monotonía de la queja no escuchada nos adormece, nos vuelve sumisas/os, incluso indiferentes. Pero somos una masa que se renueva y que no deja de pensar y recordar que hay convicciones que no se tranzan: la justicia, el respeto por la vida, los derechos humanos, la dignidad. Esta semana fuimos despertadas/os por esos que Hannah Arendt llamó “los nuevos que vienen al mundo”, esa generación de jóvenes a la que alentamos a participar y a que se piensen como adultos, aunque muchas veces los confundimos cuando, al mismo tiempo, los minimizamos y desautorizamos. Estos/as nuevos/as han escapado a la confusión que les provocamos, han sido capaces de desarticular el supuesto orden que nos controla y nos han movilizado para salir de la pasividad con la que acatamos las leyes que, según ustedes, “nos favorecen”.
No. Ellas y ellos no son sujetos inconscientes desarraigados de la realidad. Esta generación de jóvenes ha sido educada por nosotras/os mismas/os. Son las/os hijas/os, sobrinas/os y nietas/os de quienes ustedes denominan los vulnerables, los de la “clase media”, que han recibido formación ciudadana y una comprensión de la historia que les permite mirar y criticar esta sociedad que los trajo al mundo. Son los y las insolentes de nuestra educación que nos traen lucidez y aliento para reubicarnos como ciudadanas y ciudadanos y dejar de obedecer cuando nos están haciendo daño. Quizás, por eso el Estado con este gobierno quiera quitar la enseñanza de la historia en los liceos de nuestro país… parece que el sistema que los ampara se pone en peligro con estos y estas insolentes que piensan, opinan y activan a sus adultos.
No. Lo que está pasando no es producto de los violentistas que atentan contra el Estado; es el resultado de que el Estado, este gobierno y el poder político nos violente sistemáticamente, no respete nuestros derechos, nuestro deseo de vivir digna y justamente y no aprenda de la historia. Sacar los militares a la calle no es la solución y la respuesta de la ciudadanía así lo reconoce, porque si creyeron que el doloroso recuerdo de la dictadura nos amedrentaría y nos encerraría en nuestras casas, ya ven, no ha sucedido. Precisamente, porque esta ciudadanía ha aprendido del devenir de nuestra historia, la hace carne y sabemos que el problema no somos ni lo originamos nosotras/os.
No. No admitiremos que el Estado insensible a la voz y los derechos del pueblo decida arbitrariamente lo que nos ocurre bajo el argumento de la Ley que, según ustedes, “se hace para nosotros”. No crean que somos unos/as viscerales y que solo estamos reaccionando por $30, que somos un puñado de resentidos/as que no quieren pagar el metro. Somos ciudadanos/as pensantes, formados/as, preocupados/as de temas transversales: educación, salud, trabajo, vivienda, medio ambiente, por decir algunos. No es posible que, frente a la manifestación popular por una medida injusta, nos sigan diciendo que la Ley lo establece. El problema, entonces, es que la Ley no está operando para lo que debe, que es el bien común, no el de esos pocos que, bajo el argumento de un cálculo de expertos, sigue inclinando la balanza a su favor.
No. No es comprensible que después de lo que estamos diciendo con nuestro actuar, a medianoche aparezca el presidente de la república apelando por los derechos de “los más vulnerables” y sostenga con soberbia y necedad que para defenderlos sacará a los militares a la calle. ¿A usted le parece desproporcionado que haya sido destruida parte de la infraestructura de la ciudad? Podrá ser discutible, pero aplicar la Ley de Seguridad del Estado y luego declarar Zona en Estado de Emergencia es brutalmente más desproporcionado, pues, pone en riesgo a la ciudadanía, desproveyéndola de lo que constitucionalmente le corresponde y, peor aún, enfrentando a “los vulnerables” contra los vulnerables (porque los que usted manda a la calle solo se diferencian de los reprimidos por vestir un uniforme). No deja de ser insultante que crean que no nos damos cuenta que mientras nos hacen enfrentar entre nosotros, ustedes pueden seguir comiendo pizza tranquilamente.
No. No olvidaremos lo que está ocurriendo esta semana. Mantendremos en nuestra memoria y con nuestro actuar la lección de estos días: siempre habrá oídos nuevos y ojos con mirada fresca para observar y rebelarse frente a lo que la historia nos ha dicho incansablemente acerca del poder que ejercen unos cuantos sobre la masa. La lección con que nos quedamos es que esa juventud nos puso en movimiento para reavivar la lucha del pueblo.
(*) Doctora en Educación y Sociedad, Escuela de Pedagogía en Ed. Básica – Escuela de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales UAHC.