Novena Era y otros espacios simbólicos de pertenencia social
(*) Por Lorena Escobar
Columna publicada en Radio Cooperativa
En 2015 un grupo de seguidores del juego de batallas fantásticas Warhammer Fantasy se separa de la empresa e inicia su propia versión a la que llamaron Novena Era. Soldados, magos, ogros, vampiros se enfrentan entre sí en un campo de guerra imaginario. Novena es un ejercicio auto convocado, partió en rechazo a la empresa dueña de los ejércitos que pretendió descontinuar el trasfondo de la historia. Hoy es conducido por los jugadores en una nonprofit mundial, utilizaron su poder como consumidores para un acto revolucionario. El consumo es político.
El consumo constituye un espacio de integración social, político y jurídico, de esta forma es un “espacio simbólico de pertenencia social”[1] expresa conflictos sociales nacidos de asimetrías de poder, tal como lo hace el mundo del trabajo. Abramovich y Courtis afirman que el paradigma del consumo se ha sobrepuesto al del trabajo, como eje de atribución de derechos y como ámbito generador de conflictos jurídicos.
En el consumo no vamos a encontrar románticas consignas ni reivindicaciones de clase, el acto individual de consumo es fugaz, pero se instala como un mecanismo de influencia. La primacía de la decisión de consumo es hoy por hoy una herramienta democratizadora.
El consumidor se ubica en una óptima posición para, entre otras cosas, rechazar la especulación sobre los precios, priorizar redes locales de abastecimiento, exigir etiquetado veraz, evitar productos sobre empaquetados, incluso aunque aparece como un contrasentido revertir el consumismo, optando voluntariamente por formas de vida más austeras. En esta dualidad oferta y demanda la articulación política de esta última, puede influir sobre la primera, por ejemplo repudiando marcas que ejerzan prácticas antisindicales y algunas execrables condiciones laborales.
En sede judicial-administrativo vemos incipientes demostraciones de ese poder en los 150 millones de dólares, que en razón de siete mil pesos por persona, se repartieron como indemnización por la colusión del papel confort, las organizaciones de consumidores lograron un acuerdo conciliatorio histórico, en reparación a diez años de componenda entre CMPC y SCA Chile.
Algunos historiadores postulan que aquello que constituye un siglo histórico, tiene poco que ver con las fechas del calendario y mucho con la interpretación que es posible hacer de el, las instituciones predominantes, la batería de valores e ideas por los que transcurre. Así el hoy se siente como un siglo veinte largo, que está muriendo con una pandemia y cuya lápida definitiva se escribirá con una gran depresión económica.
Si vivimos ese escenario transicional, ¿cómo hacemos para precipitar el nacimiento de la Nueva Era?. Los jugadores de Wharhammer se aproximaron una respuesta, desde una forma tan pacífica que es casi poética, la decisión de consumo.
(*) Periodista. Licenciada Escuela de Derecho UAHC. Miembro del Centro Cultural Ciudadanos Ñuñoa.
[1] Los anillos de la serpiente, Transformaciones del derecho entre el trabajo y el consumo, Víctor Abramovich, Christian Courtis.