Nunca más bailando solas: a 43 años del 8 de marzo de 1978 que visibilizó la lucha de las mujeres contra los crímenes de la Dictadura
Desde el equipo de investigación queremos saludar a todas las mujeres que se han enfrentado a distintos episodios de violencia. A quienes dentro de la acción colectiva y desde el movimiento de mujeres y por los derechos humanos han mantenido la memoria viva de nuestro pasado y presente.
Un 8 de marzo de 1978 en el Teatro Caupolicán, el grupo folclórico de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) da a conocer por primera vez la manifestación de la cueca sola en señal de protesta por la aparición con vida de sus seres queridos. El acto organizado por la Asociación Nacional de Empleadas Particulares junto con los Departamentos Femeninos de las distintas Federaciones de Trabajadores puso en evidencia la lucha de las mujeres en marco al año por los derechos humanos convocado por la Iglesia Católica de Santiago.
Con esta manifestación y tantas otras, desde los orígenes del Golpe de Estado de 1973 y hasta la actualidad, las mujeres sobrevivientes, familiares, amigas y compañeras de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos, han puesto su cuerpo, espíritu y energías, contra el negacionismo e impunidad del régimen heredado por la dictadura militar.
Detrás de la extensa búsqueda se tejieron redes, rondas y nudos de resistencias que se pueden evidenciar en la conformación de lazos de solidaridad a través de la integración de ellas en diversos grupos de identidad (comités de cesantes, grupos folclóricos y arpilleristas) en dónde se evidencian las experiencias vividas durante la Dictadura.
“Yo lo que más siento es que la familia se desintegró de sobremanera”, señala la hermana de un detenido desaparecido recordando el dolor de su madre durante las noches de toque de queda. Otro relato de una hermana de un detenido desaparecido relata la experiencia que tuvo desde pequeña en una “ratonera” conviviendo algunos días con los agentes del Estado, mientras su madre era obligada a ofrecerles comida y lavado de ropa a los represores.
También recordamos a las mujeres sobrevivientes, militantes y compañeras que testimonian su experiencia, quienes fueron carne de ajusticiamientos brutales, donde el juez y parte muchas veces fue la cicatriz patriarcal por “involucrarse donde no debían”. A las terceras generaciones, quienes escuchando los relatos de ellas y otros prisioneros volvimos a patear las piedras en octubre del 2019 y continuamos exigiendo el juicio y castigo para los responsables políticos y materiales de las violaciones a los derechos humanos de ayer y hoy.
La palabra resiliencia queda pequeña para estas mujeres. Ellas, las luchadoras del duelo, las que vieron sus núcleos familiares destruirse y trabajaron para reconstruir/construir viejos/nuevos lazos. Ellas, las que continúan la búsqueda de la memoria, la verdad y la justicia, a pesar de los 50 años de pacto de silencio. Ellas, las de la primera, segunda, y tercera generación, que han crecido en la sublime herencia de esta búsqueda tripartita. Queremos saludarlas y apoyar su huelga, su grito o su silencio. Acunamos el hilo de la historia que están tejiendo con los nombres de sus compañeras que han fallecido en la lucha y en la espera. Paro, arte, memoria, duelo. Acompañamos una vez más el movimiento transcendente de la ronda y nos sumamos a las diversas manifestaciones para el día internacional de la mujer: las recordamos, nos recordamos y continuamos tejiendo, para que nunca más, bailen solas.
Por Equipo de Investigación Fondecyt de iniciación 2019 “CUERPOS AUSENTES / CUERPOS PRESENTES: EXPERIENCIAS DE FAMILIARES DE DETENIDOS- DESAPARECIDOS EN CHILE», radicado en la Escuela de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.