¿Qué significa una buena acreditación de nuestras carreras pedagógicas?

¿Qué significa una buena acreditación de nuestras carreras pedagógicas?

Por Domingo Bazán Campos*

Este año finaliza con un saldo altamente favorable para nuestras carreras pedagógicas en cuanto a que cuatro de ellas se volvieron a acreditar, alcanzando ahora una media aritmética que bordea los seis años de acreditación (de un máximo de siete).

Ciertamente, este logro evaluativo correlaciona con variables relevantes del desarrollo institucional, como lo son la existencia de un modelo educativo propio, la promoción de una política de construcción de perfiles de egreso basados en competencias, el uso de créditos transferibles y los distintos programas de nivelación de competencias básicas que apoyan a los nuevos estudiantes, entre otras. También es destacable -y siempre necesario- el interés que tiene esta Universidad por la educación y la formación de profesores, lo que vuelve a la UAHC en una institución seria y prestigiosa en la compleja y fértil triada arte, ciencias sociales y educación.

Sin embargo, lo más connotado de esta nueva etapa de acreditaciones de carreras y programas de la Facultad de Pedagogía está en sus elementos identitarios, esto es, en sus opciones pedagógicas y en la forma de pensar la educación y la formación de profesores.

En efecto, hace ya 12 años se debatió y se acordó hacer de la pedagogía la disciplina esencial para estudiar, pensar y comprender la educación. Una pedagogía que disputa día a día su status epistemológico y que dialoga generosamente con otros saberes,  especialmente los derivados de las ciencias sociales. Por eso decimos con orgullo que formamos pedagogos, más que educadores y mucho más que meros profesores.

Luego, concordamos en que no éramos ni seríamos neutrales, al contrario, nuestra opción es formar pedagogos críticos y transformadores, capaces de cuestionar la escuela y la sociedad, capaces de articular teoría y práctica, dispuestos a modificar el contexto social a partir de procesos educativos dialogales, reflexivos, intersubjetivos y emancipadores. Desde ahí, contar con nuevos profesores dispuestos a resignificar el currículo escolar, encaminados a construir una didáctica crítica y a aportar las bases de una comunidad escolar comprometida con las personas, la coexistencia y la inclusión social.

Esta coherencia y experticia formativa avanzó en 2013 a la creación de nuestra Facultad de Pedagogía, no de Educación, legitimando aún más nuestra opción de constructores de saber pedagógico, mostrando que sí es posible la producción académica tradicional -publicar e investigar a propósito de la educación- pero de forma articulada con una labor docente de calidad, adecuadamente coherente y sustentada desde lo pedagógico. Todo esto fue reconocido por las agencias acreditadoras.

En consecuencia, ¿por qué tan buena acreditación? Porque tenemos académicos destacados, pero con mirada pedagógica y crítica. Porque tenemos mallas actualizadas y novedosas, pero con mirada pedagógica y crítica. Porque hacemos una buena gestión, pero desde una mirada pedagógica y crítica. Porque tenemos estudiantes con alta vocación pedagógica, pero con fuerte compromiso social y mirada crítica. Porque nuestras carreras interactúan con el entorno social, pero con mirada pedagógica y crítica.

En suma, hace años que dejamos atrás el reduccionismo de confundir lo pedagógico con lo escolar y la pretensión instrumental de preparar docentes para adaptarse a las reformas educativas de turno. El desafío para nosotros es formar pedagogos críticos que, como diría el gran pedagogo Paulo Freire, no van a cambiar la sociedad pero sí van a formar a las personas que pueden cambiar la sociedad. Esto es lo que encierra para nosotros una buena acreditación.

*Pedagogo. Director de la Escuela de Infancia y Educación Especial. Facultad de Pedagogía Universidad Academia de Humanismo Cristiano