Quemarse a lo bonzo y la paz social en la Araucanía
Por Domingo Namuncura*
El 11 de junio de 1963 el monje budista, vietnamita Thich Quang Duc impactó al mundo cuando se suicidó, en un acto de extremo arrojo, en una concurrida zona de Saigón, quemándose vivo, en protesta contra el régimen dictatorial de Vietnam del sur. Acompañado por sus hermanos caminó hasta un punto de la avenida central, se empapó de combustible y luego sentado en el suelo se prendió fuego, ante horrorizados transeúntes y reporteros de la prensa internacional que captaron, entre muchas otras, esta impactante imagen.
Bonzo son los monjes budistas. La expresión “quemarse a lo bonzo” proviene de ese concepto y es una forma de inmolación y suicidio voluntario, mediante el cual una persona protesta prendiéndose fuego. En Chile, un caso que también estremeció a la opinión pública fue el de Sebastián Acevedo, en Concepción, quien el 11 de noviembre de 1983 se prendió fuego en la plaza de Concepción, a los pies de la Catedral católica, desesperado por la carencia de respuestas de parte de las autoridades del gobierno militar ante la detención de dos de sus hijos. Su nombre sería adoptado meses después por el Movimiento contra la Tortura “Sebastián Acevedo”.
Las manifestaciones de quemarse a lo bonzo aparecen con el auto sacrificio del monje Thich Quang Duc en los años 60 y luego se extenderán al Tíbet, al mundo árabe y Europa,principalmente, en contra de la guerra de Vietnam o la invasión de Checoslovaquia. Quang Duc sorprendió por su martirio: no sólo se roció con combustible, sino que resistió en silencio, totalmente inmóvil, el efecto devastador del fuego. Sus restos fueron considerados sagrados y se conservan en el Museo Nacional de Vietnam.
El Intendente de la Araucanía, Francisco Huenchumilla ha sorprendido a la prensa con sus recientes dichos en un encuentro regional con la élite empresarial. Si es necesario, ha señalado, estaría dispuesto a inmolarse en la plaza de Temuco, si ése fuese el precio de la paz social que urgentemente se requiere en la región. Por cierto, el personero político-mapuche ha empleado una metáfora, especialmente para referirse al hecho de que lograr la paz social en la Araucanía es una misión de muchísima envergadura, que requiere enormes desafíos y, claro, sacrificios superiores. Lo que ha expresado Huenchumilla es disposición a invertir mucho esfuerzo, especialmente hablando ante la élite empresarial, hegemónica y dominante, que ha ejercido el poder y el control de la región por siglos. ¿Se puede esperar de esta élite sacrificios superiores por el bien de Chile? Difícil. Veamos tan solo lo que ocurre con la reforma tributaria, con los colegios-empresas, con la constitución todavía reminscentemente pinochetista. Dueños de campos y tierras despojadas a los indígenas. Inversionistas en proyectos de extracción de nuestras riquezas básicas… ¿Se puede esperar de esta élite, que ha discriminado al mundo indígena por décadas, una señal de aceptación de que los indígenas también son ciudadanos con derechos sociales y políticos? Se puede. Y hay que trabajar para lograr los entendimientos que el país y la historia reclaman. Pero es difícil y si el esfuerzo conlleva sacrificios superiores, la metáfora de Huenchumilla de que la paz social exige mucho más no es una metáfora menor.
El Intendente regional está siendo criticado por la sociedad conservadora. El Mercurio y La Tercera, tradicionalmente rivales, coincidieron el fin de semana del 24 al 25 de mayo 2014 en sendos reportajes y crónicas que apuntaron a la gestión del primer Intendente Mapuche. Los exacervó su visita humanitaria a la cárcel de Angol para conversar con el machi Celestino Córdiva, condenado por el caso de un incendio con resultado de muerte en Vilcún. La derecha rasgó vestiduras (aunque en este caso habría que decir que rasgó el papel) acusando la “insensatez” del Intendente y, por cierto, editores super preparados en operaciones de inteligencia comunicacional, levantaron “rumores” de soledad y aislamiento del jefe regional; apelaron al ya tradicional “señor Fuentes” (como decía el ex Presidente Lagos: “Fuentes” de Gobierno…) para construir un escenario en donde el Intendente aparece, efectivamente, solitario, con agenda propia, “escapado” del Gobierno “central” y algo así como “actuando por la libre”….Inteligente maniobra editorial; super coordinada entre ambos medios y, por cierto, no faltan personas desprevenidas en la propia coalición de la Nueva Mayoría y en el partido político del propio Intendente, que comienzan a leer y sentir que la puesta periodística en escena “algo tendrá de verdad”.Porque de eso se trata; precisamente. Miente tanto, que algo queda.Lo que más me impresiona, en todo caso, es el silencio de un vasto sector de los partidos de la Nueva Mayoría. Ese silencio sí que pesa. Yo lo sentí también cuando, como Director de Conadi, me enfrenté a Endesa en la defensa de los derechos del Pueblo Pehuenche en Ralco. Es un silencio doloroso. Por eso escribo, en esta ocasión, para que Francisco no se sienta sólo.
¿Qué está haciendo Huenchumilla? Digamos de entrada que es el primer Intendente mapuche en la Región de la Araucanía. Esa señal dada por la Presidenta ya es un hecho histórico. Segundo: ha concentrado parte de sus energías en escuchar a las comunidades indígenas. ¿Quien criticaba al ex Intendente anterior de Piñera porque privilegiaba relaciones con la élite empresarial y agraria de la región? Nadie. Seguramente porque era parte de su tarea sentarse a la buena mesa de dicha élite, mientras para las comunidades indígenas había zanahoria y garrote. No recuerdo reclamos de la oposición democrática porque el ex Intendente de Piñera privilegiara sus vínculos con su clase social. ¿Y porqué entonces reclaman ahora, airadamente, porque Huenchumilla va a Temucuicui y se reúne en el campo con dirigentes de comunidades o recibe en la Intendencia a los Lonkos o visita a un preso mapuche en la cárcel? Simple: porque son indios. Esa es la cultura conservadora. Y Huenchumilla, jefe de un gobierno regional, no hace más que destinar una parte de su tiempo a cumplir el propósito de ser Intendente de todos, siguiendo la máxima de la campaña presidencial (“Chile de Todos”). Lo que pasa es que ha comenzado su labor con esa parte sensible y descuidada de la sociedad regional que son las comunidades mapuches. ¿Significa éso que abandonará otros vínculos necesarios? Por cierto que no. Y todos sabemos que el Intendente debe cubrir todas las áreas de desarrollo y problemas de la sociedad regional.
Entonces, lo que hay realmente detrás de la crítica conservadora a Huenchumilla ( y digámoslo sin pudor ni complejos) es que Francisco no es de los suyos. No es miembro de su élite. Es uno más de esos “otros”, que no forman parte de la historia dominante. Ese es el problema de fondo. Digámoslo con claridad. Y es ante eso que hay que saber reaccionar como sociedad regional y nacional y como pueblos ancestrales.
Si la paz social requiere sacrificios mayores, él ha señalado que estaría dispuesto a inmolarse en la plaza pública de Temuco. Eso implica que la paz tiene un valor superior y que para asentarla se requiere la obra de la justicia. Francisco no se va rociar con combustible. Él ha hecho una invocación a los máximos esfuerzos. Es una mensaje a la sociedad aristocrática de la Araucanía, a esa sociedad que por siglos saboreó los privilegios del despojo, de la corrida de cercos, de los documentos adulterados en los Tribunales de Tierras, de las grandes corporaciones que recibieron en la dictadura militar el regalo de tierras, aguas y bosques nativos para explotarlos sin misericordia ambiental. Sí. Francisco no es Thich Quang Duc y Chile no es Vietnam del Sur, pero en algo se parecen: los dos coinciden en que a veces, la vida sólo tiene sentido cuando una sociedad se la juega de verdad por una mejor justicia.