Razones de Estado, sentimientos y cierres transicionales
Por José Orellana (*)
Difícilmente alguien podrá cuestionar que la Presidenta Bachelet rinda honores de Estado al ex Presidente Aylwin. Es la Presidenta de todos los chilenos y quien dirige el Estado, cuestión que obliga por protocolo. Más de alguien podrá indicar que ante una republicana tradición postergada por décadas, lo único que no se podía dejar de hacer era rendir honores. Sin perjuicio de lo anterior, se percibió genuino el sentimiento que se proyectó por televisión durante esos largos minutos, donde en la soledad simbólica del cargo, acompañó al ex presidente fallecido y su familia en tensa emoción.
Esa es una imagen que debe ser rescatada. Es la síntesis de un proceso político traumático vivenciado desde la década de los 60’ hasta la actualidad, donde la política en cuanto actividad pasó desde las pasiones, utopías y proyectos modernizadores, a otra que se construyó desde la opacidad de la gestión financiera y desprestigio, sin perjuicio de las definiciones políticas declaradas en cuanto desarrollo y equidad en cada uno de los gobierno democráticos. Una política que, en cuanto actividad, es propia de un proceso de transición política pactada. Por otra parte, desde la dimensión personal de la Presidenta, el acto en emoción que construyó genuinamente, indefectiblemente la debió colocar en sus propias interpretaciones y dolores sobre el periodo, sobre todo producto de la pérdida de su padre, la vivencia de la dictadura, el periodo transicional. La justicia en la medida de lo posible debió ser una impactante frase para ella y familia en su momento. ¿Razones de Estado v/s sentimientos en una faceta de la imagen?
Otra imagen de alto impacto y relacionado con lo anterior, fue la Guardia de Honor del Partido Comunista de Chile. Desde lo formal, es comprensible el hecho, ya que el PC es integrante de la Nueva Mayoría, coalición electoral que también integra la Democracia Cristiana (partido político del ex presidente), hecho que puede explicar la acción, más no obligar a realizarla. También se podrá indicar que hasta el año 73’, más allá de las diferencias nacionales e internacionales (Guerra Fría) que ambas colectividades tuvieron, el PC buscó acuerdos en los momentos más álgidos de la Unidad Popular, sobre todo antes del Golpe Cívico – Militar que se le propinó a la Democracia Política de la época, por lo tanto, se puede indicar que hay otro antecedente político histórico que la explica, más no obliga a realizarla.
La dictadura cívico–militar generó intensos dolores al PC, y desde su resistencia–sobrevivencia siempre endosó responsabilidades políticas, justificadas o no, a amplios sectores de la Democracia Cristiana, en específico al Ex–Presidente ya fallecido. Ya en la democracia de la Transición Primera, la que administró el Ex–Presidente Aylwin, hubo otros dolores claramente denunciados por el PC desde múltiples ámbitos. ¿Razones de Estado v/s sentimientos partidarios en una faceta de la imagen?
En definitiva, ambos momentos sintetizan un traumático proceso político de la Patria. Junto con evidenciar la posible tensa relación entre las razones de Estado v/s los sentimientos personales y partidarios, se podrían caracterizar como otra oportunidad de cierre de la transición política pactada, que si se contrasta con la porfía de los estudiantes y trabajadores de continuar la marcha por la educación planificada con anterioridad, evidencia la emergencia de un Nuevo Chile, ¿no prisionero de los procesos políticos anteriores?
(*) José Orellana Yáñez es Doctor (c) Instituto IDEA de la Universidad de Santiago de Chile. Magíster en Ciencia Política de la Universidad de Chile. Licenciado en Geografía y Geógrafo, Pontificia Universidad Católica de Chile. Docente de la Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Academia de Humanismo Cristiano.