Luis Campos – Reporte desde el VII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Antropología (ALA) en Rosario, Argentina
(*) Por Luis Campos.
Fue en Florianópolis en 1990 cuando un importante grupo de antropólogas y antropólogos se reunió para fundar la Asociación Latinoamericana de Antropología. Desde 1989 se habían encontrado en diversos congresos con la idea de darle forma a una tradición de compromiso social y de trabajo académico que se remontaba a otras grandes iniciativas como las Reuniones de Barbados (1971, 1977, 1993) que tanto impacto causaron en la disciplina y en los que se hizo un llamado a los Estados, las misiones religiosas y a la misma Antropología para que enfrentara de manera responsable la situación de dominación colonial que seguían viviendo los pueblos indígenas del continente. Con respecto a los antropólogos y antropólogas planteaba que: “La Antropología que hoy se requiere en Latinoamérica no es aquella que toma a las poblaciones indígenas como meros objetos de estudio, sino la que los ve como pueblos colonizados y se compromete en su lucha de liberación”. (Primera Declaración de Barbados, 25 al 30 de enero de 1971).
El primer congreso latinoamericano de antropología tuvo lugar en la ciudad de Rosario, Argentina, del 11 al 15 de julio del año 2005, el cual también fue sede del último congreso realizado hace sólo unos pocos días, entre el 11 y el 15 de marzo de 2024 y en donde pudimos participar de las diversas actividades que se llevaron a cabo.
Entre el 2005 y el 2024 se han realizado siete congresos de antropología latinoamericana. El segundo se celebró en Costa Rica en julio de 2008; el tercero en Santiago de Chile y Temuco y estuvo liderado por el Colegio de Antropólogos y Antropólogas de Chile, del cual en ese entonces era su Presidente, por lo que me tocó organizarlo junto a un consorcio de universidades en donde estaban, además de la Escuela de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, representantes de la Universidad de Chile, de la Universidad Alberto Hurtado, Universidad de Concepción, Universidad Arcis, Universidad Católica de Temuco y de la Universidad Austral de Valdivia. Fue importante que más allá de la competencia que impone el modelo educativo neoliberal chileno, todas estas instituciones se hayan puesto a disposición, al alero del Colegio de Antropólogos y Antropólogas, para la realización de tan importante evento, asumiendo los desafíos de pensar a la antropología latinoamericana desde nuestro país.
El cuarto congreso ALA se llevó a cabo en octubre del año 2015 en México y el quinto en Bogotá, Colombia, en junio de 2017. Ambos contaron con una nutrida presencia de investigadores e investigadoras de Chile y en especial de nuestra Universidad, transformándose en un foco especial para exponer los resultados de investigación y fortalecer las redes que con diferentes países latinoamericanos hemos podido conformar y profundizar, potenciando así los intercambios académicos, realizando cursos, publicando e investigando en conjunto.
El sexto congreso, debido a la pandemia, se llevó a cabo de manera virtual en noviembre de 2020 en Montevideo Uruguay, lo que si bien permitió no romper con la necesidad de organizar los encuentros, dejó a todos y todas, como se dice en Chile, con gusto a poco y por eso se hacía necesario volver a los encuentros presenciales.
En concordancia con lo que sucede cotidianamente en América Latina el VII Congreso del ALA en Rosario no estuvo exento de complicaciones. En primer lugar, los días previos al evento varios asesinatos habían conmovido a la ciudad y alarmantes noticias (algunas exageradas y otras no) apuntaban a la violencia y los peligros que se podían vivir en Rosario, lo que hizo desistir a muchos de los que habían comprometido su participación. En segundo lugar, el clima estaba de los mil demonios. Tormentas eléctricas que en algún momento incluían granizos gigantes y en pocos instantes un calor infernal de hasta 44 grados a la sombra. Y en tercer lugar el brote de dengue que asolaba la región y que obligaba a tener una precaución extrema con las picadas de los cientos de mosquitos que pululaban sobre todo al amanecer y al atardecer.
Y a pesar de ese dantesco panorama, el congreso se dio sin mayores sobresaltos. Incluso la falta de muchos de los participantes puede haber ayudado a aliviar la evidente carga que significó para la Universidad Nacional de Rosario el peso logístico del evento, por lo que no se puede más que felicitar a la institución.
El congreso fue inaugurado con una larga presentación en que las autoridades comprometidas daban su saludo, para concluir con una interesante conversación entre Eduardo Restrepo y Pablo Semán sobre el avance de las derechas en América Latina y el papel que puede tener la antropología a en esos escenarios. El último día también fue destacado con la conversación entre Ochy Curiel y Claudia Briones que abordaron el tema de crisis civilizatoria, luchas anticoloniales, propuestas de vida y que fue moderada por Natalia Caniguan, Presidenta del Colegio de Antropólogos y Antropólogas de Chile y exalumna y titulada de la escuela de Antropología de la UAHC y actualmente doctorante del Centro de Estudios Interculturales e Indígenas – CIIR.
Por nuestra parte, junto al colega Claudio Espinoza pudimos representar a la UAHC en distintas actividades como la Mesa Redonda ALA sobre políticas editoriales en donde Espinoza aportó con la experiencia de dirigir la Revista Antropologías del Sur, y también su participación en el simposio 51 Actores y procesos políticos en los escenarios locales de América Latina que vienen realizando desde hace varios años junto a la colega Francisca de la Maza de la PUC, y que se ha transformado en un referente en la discusión, también promovida por el CIIR.
Por mi parte, participé como expositor en el simposio sobre antropologías latinoamericanas, en el marco del pionero diplomado sobre antropologías latinoamericanas que dicta la Universidad de San Martín en conjunto con la Universidad Alberto Hurtado y en el cual colaboramos docentes de México, Argentina, Brasil, Chile, Perú, Bolivia, Costa Rica y muchos otros países. Liderados por Rosana Guber de la Universidad de San Martín y Juan Carlos Skewes de la Universidad Alberto Hurtado y con los aportes de Gustavo Lins Ribeiro, Eduardo Restrepo, Esteban Krotz y otros/as investigadores, pudimos debatir sobre cómo había sido incorporada América Latina en los procesos de formación en cada uno de nuestros países.
En ese mismo simposio y ante la mirada atenta de los próceres de la antropología, Josefina Arriagada también titulada en la UAHC y hoy doctorante de antropología en la Pontificia Universidad Católica de Chile y, mientras todos declaraban lo ausente que estaba Latinoamérica en la formación académica, no titubeó en aclarar que en la Academia había conocido desde los primeros años a Guillermo Bonfil Batalla, a Cardoso de Oliveira y a varios de los que estaban presentes en el mismo simposio, dejando en claro que Latinoamérica siempre había estado presente en la misión que desde sus inicios se impuso nuestra Escuela. Por último, además de Josefina, fue impactante el reencontrarse con exestudiantes que viviendo en Uruguay o en Argentina, han prolongado en otras instituciones la carrera que comenzaron en nuestra Universidad, como Javiera Rojas que está actualmente en Buenos Aires o Ximena Lagos en Montevideo.
Para cerrar una mención al simposio que me tocó coordinar, con apoyo del CIIR y de nuestra Universidad, junto a la colega Rita de Cassia Melo Santos de Paraiba; con Joao Pacheco de Oliveira (Rio de Janeiro); y Diego Escolar (Mendoza). El Simposio 70 titulado Memorias insurgentes: relecturas de la historia desde el protagonismo indígena, tenía por objeto el pensar las memorias indígenas en contextos de invisibilización y negación, lo que Joao Pacheco de Oliveira ha llamado Memorias Insurgentes y que ha sido plasmado en una extraordinaria revista en donde los recuerdos sirven para contestar años de exclusión y de negación sobre las poblaciones indígenas a lo largo del continente americano, luchando activamente contra el olvido y la invisibilización que se han impuesto para negar su presencia y también sus derechos. Changos, ranqueles, charrúas, xetás y diaguitas aparecieron con toda su fuerza en trabajos colaborativos que no cesan de recordar aquel verdadero mandato que en 1971 se enviara desde la Primera Reunión de Barbados: La Antropología que hoy se requiere en Latinoamérica no es aquella que toma a las poblaciones indígenas como meros objetos de estudio, sino la que los ve como pueblos colonizados y se compromete en su lucha de liberación.
Revisa imágenes de la actividad en esta galería:
(*) Doctor en Antropología, licenciado en educación, investigador CIIR y profesor de la Academia de Humanismo Cristiano.