Sebastián Sichel: un vagabundo de la política
(*) Por Tomás Moulián
Columna publicada en La voz de los que sobran
Sebastián Sichel, hasta hace poco un político desconocido del gran público, ha surgido como candidato presidencial de la derecha. Uno más de los postulantes de esa tendencia, junto con Joaquín Lavín, Evelyn Matthei, ambos de la Udi; Mario Desbordes de Renovación Nacional e Ignacio Briones de Evopoli.
¿Quién es ese personaje? Es un hombre todavía joven, nacido en 1977, que ha militado en dos partidos, la Democracia Cristiana y Fuerza Social, luego convertido en Ciudadanos, la tienda de Andrés Velasco. Es de profesión abogado, titulado en la Universidad Católica.
Luego ha sido vice presidente de Corfo, ministro de Desarrollo Social y también presidente del Banco Estado durante el gobierno de Sebastián Piñera. Renuncia a su último cargo para postularse como candidato presidencial. Su anterior militancia en el Partido Demócrata Cristiano fue importante y dura hasta el 2014. Fue dos veces candidato a diputado por ese partido, formando parte de la coalición Nueva Mayoría.
Una vez, el 2009, por Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea, donde obtiene 21.29%. En esa ocasión gana por la derecha María Angelica Cristi y por el PPD, Enrique Accorsi. En el 2013 se postula por la misma circunscripción, consiguiendo 13.69%. Ganan en la ocasión los derechistas Cristian Monckeberg y Ernesto Silva. En el 2017 apoya a Sebastián Piñera, lo que lo convierte en una especie de vagabundo de la política, pues ha transitado en poco tiempo del centro a la centro derecha y luego a la derecha.
En la actualidad pretende ser candidato presidencial, sin estar ligado a ningún partido, compitiendo con los pesos pesados de la derecha. Lo apoyan Mariana Aylwin y su grupo, los cuales provienen también de la Democracia Cristiana.
Sichel postula la necesidad de un liderazgo transversal, lo que para él significa “una mirada completa”, con partidos que no sean “como regimiento” sino organizaciones capaces de presentar proyectos. Las hermosas palabras de un candidato.
Apenas apareció como postulante presidencial se sumió en una discusión sobre los tatuajes que tiene en su cuerpo, de los cuales hizo una acalorada defensa. Un planteamiento sin ninguna trascendencia. ¿A quién puede importarle la significación de unos tatuajes?. En todo caso está bien que esas tonteras se le ocurran a un candidato de la derecha.
(*) Docente Escuela de Sociología UAHC. Premio Nacional de Humanidades y Cs. Sociales