Trabajo de egresadas de Cine y Artes Audiovisuales UAHC lleva historias de pandemia a festivales en Rusia y México

Trabajo de egresadas de Cine y Artes Audiovisuales UAHC lleva historias de pandemia a festivales en Rusia y México

El cortometraje documental “Respirar bajo la tela: Un documental colectivo”, proyecto de título de dos egresadas de la carrera de Cine y Artes Audiovisuales de la UAHC, revisa las historias de tres personas de Santiago y cómo se desenvuelven bajo las restricciones impuestas por la pandemia del Covid-19.  El trabajo sigue los desafíos que enfrentan un vendedor ambulante de mascarillas, una auxiliar de aseo en un hospital público y una trabajadora crítica ante la imposición de normas sanitarias que desnudan las fallas de un sistema que no se hace cargo de las necesidades básicas de la población, en un contexto de precariedad e incertidumbre sobre el final del estado de emergencia.

La directora Karin Ortiz se refiere a las motivaciones que la impulsaron junto a la productora Tamara Vallejos a enfocarse en una temática que inicialmente consideraba sobreexplotada. “Al principio la pandemia no era un tema que me motivara abordar o trabajar, sentía que había suficiente material sobre ella y esa invasión me incomodaba, pero luego reparé en que se hablaba mucho de la pandemia, pero no desde lo que en realidad estábamos viendo en nuestro espacio que eran nuestras casas y familias. Entonces desde ahí comenzaron a surgir estas historias que dan vida a ‘Respirar bajo la tela: Un documental colectivo’”, un trabajo seleccionado para participar en festivales en Rusia y México.

“Mi papá (Juan Carlos Ortiz) había quedado sin pega y buscando una alternativa comenzó a vender mascarillas, por otro lado mi mamá (Bernarda Cárdenas) es auxiliar de aseo hace harto tiempo en hospitales y ahora estaba pasando esto y sentía que nadie le estaba poniendo foco a ese tipo de situaciones que eran muy potentes. Ahí surge la premisa de hablar sobre cómo se vislumbraba en la realidad las falencias de la órdenes dictadas por el Estado, las falencias de sus medidas sanitarias”, detalla Ortiz quien explica que las tres historias alternan visiones diversas sobre la política sanitaria institucional.

A través de los recorridos de Juan Carlos por las calles y ferias de San Bernardo ofreciendo sus productos, los turnos nocturnos de Bernarda y su lucha contra la invisibilización de las labores del personal de limpieza, y las observaciones de Joaquina Colombina, quien se cuestiona el estado de parálisis y conformismo en el que se sumerge la sociedad, se va configurando una mirada crítica que refleja la postura de las autoras.

“El documental muestra que en realidad la ordenanzas que se establecieron no eran realistas respecto a lo que se vivía en las calles. Dentro de los protocolos se suponía que toda la sociedad se encontraba dentro de un misma situación y no era así. Más que órdenes sanitarias eran reglas de control social que aportaban poco para limitar la expansión del virus y cuidar a la población, porque ese no era el interés principal del Gobierno”, plantea.

En tanto, la productora, Tamara Vallejos, describe este trabajo como un registro íntimo y personal que declara la experiencia vital de un mundo poco visitado por autores que suelen retratar realidades más luminosas o que acuden a este ámbito únicamente como anécdota. “Con estas historias pudimos llegar a festivales de México y Rusia para poder mostrar el trabajo de la calle y oficios desplegados en la sociedad que no cuentan con protección. Historias que no sólo son nuestras realidades sino amplias áreas del trabajo”, detalla desde su realidad de cineasta en un teatro en La Legua, productora de la Asociación Chilena de Cinematografía y heredera del acervo cultural de una familia dedicada a la fabricación artesanal de calzado en el barrio Victoria de Santiago.

“A quienes no viven estas realidades les interesa mucho retratarlas pero como agente externo, como lo lindo que es vivir en el mundo popular pero la realidad es que no les gustaría vivir en un mundo popular, sino en espacios de mayores privilegios. En muestro caso, nosotras somos habitantes de esos barrios que nos atrevimos a estudiar cine. Incluso ante la poca fe que la gente tuvo en una porque hacer cine en Chile es caro y ese tipo de cosas” describe, al tiempo que releva la autoría compartida de la creación.

“Este documental es un trabajo colectivo de Karin, Tamara, Bernarda, Juan Carlos y Joaquina. Nosotras sólo lo hicimos, pero no nos gusta apropiarnos de historias que aunque sean nuestras familias, no son de nuestra propiedad. Y esto también pensando como enseñanza a nuestros futuros colegas”, manifiesta.

Si bien ambas creen que esta exploración no pretende alzarse como una radiografía total del Chile en pandemia, Karin considera que su factura puede lograr que el público más amplio se sienta identificado con sus relatos. “Creo que es una instancia muy enriquecedora que no se ve todos los días, con esos saberes y experiencias. Socialmente la pandemia también tuvo un impacto muy fuerte en cómo nos relacionamos. Las instancias laborales y de producción seguían su curso normal aunque rompieran las reglas sanitarias, pero los momentos de distensión, las organizaciones sociales, las reuniones y eventos masivos estaban prohibidos y toda la interacción social se llevó por pantallas”.

Tamara por su lado, estima que “Nos dimos cuenta de que las vivencias personales que representamos son tan interesantes como para generar empatía por una persona que trabaja en la feria, un habitante de San Bernardo, un  trabajador del metro o etcétera. Incluso te diría que registrar estas historias nos permite un mayor acceso y ganar más confianza de la gente porque somos pares de esta población”.

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