Tras el nuevo ciclo electoral: ¿una nueva geografía política y geopolítica?
(*) Por José Orellana y Federico Arenas
Columna publicada en Cooperativa
En otra oportunidad se afirmó que la persona humana es territorial, es espacial, y que conforme se van instalando definiciones políticas, económicas y culturales, van variando sus percepciones respecto de la valoración que se tiene sobre el territorio, que es parte esencial de la misma(1). En esa perspectiva, el tiempo histórico ha demostrado cómo el factor nacional irrumpió en la idea de identidad, rasgo este último también propio de la persona, no así el nacional, el cual no tiene más de 200 años.
Nuestro afán no es profundizar en la idea nacional, sino que usarla como pivote respecto de cómo proyectar la idea de identidad territorial, que sería más transversal y propia de las personas en cualquier punto del globo (identidad propia en Chiloé, una localidad de Kazajstán, o bien, Myanmar, así cualquiera), que para el caso chileno tendría un interesante momento de inflexión dado el marco de acelerada voluntad por mayores grados de autonomía territorial, vía un proceso de descentralización, fundamentalmente teniendo hoy una institucionalidad como es el de gobernador o gobernadora regional, que lo estaría coronando, sin perjuicio de las diversas dificultades que presenta (algunas bien importantes, como es la descentralización fiscal)(2).
Pero también vale la pregunta hacia el sistema de partidos políticos, el cual tiene la singularidad -dado nuestro centralismo político- de convertirlos en nacionales, permitiendo que la ley que los regula, sea también centralista y nacional, sin perjuicio de permitir algunas excepcionalidades respecto de expresiones regionales político-electorales, cuando logran sintetizar y formalizarse. Sin embargo, en ese contexto, es válido también indicar que en este último ciclo electoral del año 2021 hubo procesos electorales diversos y cruzados que permitieron una serie de articulaciones que ayudaron a relativizar esta idea de partidos nacionales.
Entre ellas se encuentra la elección de los/las convencionales constituyentes los cuales, con ley ad hoc, permitieron vía candidaturas independientes, avanzar en distintas listas con sello territorial e identitario particular, concretando varias articulaciones político electorales, logrando finalmente no sólo convivir con el sistema convencional de partidos, sino que también avanzando hacia una importante representación en la Convención; ahí se explica la otrora Lista del Pueblo, que en sí misma logró varias ecuaciones a lo largo del país. Otra tiene que ver con los Independientes No Neutrales, expresión que también logró una serie de articulaciones que en sí misma involucró otras oportunidades de acuerdos. Lo mismo respecto de la paridad y los escaños reservados(3), los cuales en tiempo y espacio avanzan, en justicia desde lo territorial en sus diversas identidades(4).
Así, la “síntesis-cruce” entre elecciones/partidos políticos/otros actores, que además en su expresión congresal vive su segunda aplicación desde que se implementó el sistema proporcional, con votación voluntaria y el proceso descentralizador en marcha, y una serie de dispositivos en condición de políticas o instrumentos nacionales, de inspiración descentralizadora tales como la Política Nacional de Ordenamiento Territorial (PNOT) y los Planes Regionales de Ordenamiento Territorial (PROT), no es descabellado pensar -como ya se indicó en otra oportunidad- estar en presencia de un proceso de transición hacia un Nuevo Orden Territorial, el que ya ha sido caracterizado muy básicamente por quienes suscriben esta opinión(5), el que debería dialogar asertiva y críticamente respecto de lo que se discute en la Convención Constitucional cuando se piensa la idea del Estado Regional Autónomo, como oportunidad de ordenamiento futuro, yendo a contrapelo de la tradición nacional, pero en la tendencia de mayores grados de democracia territorial y, por defecto, más descentralizada y más humana.
Tal situación implicaría ajustes sustantivos que deberían implementarse gradualmente, si es que la iniciativa enunciada es favorablemente votada en la comisión Nº 3 “Forma Estatal…”(6), en la que se encuentra contenida la iniciativa, ya respaldada por una mayoría de sus integrantes y de ahí al pleno de la Convención(7), para que se transforme en principio ordenador de la nueva institucionalidad. La idea de un Estado Regional Autónomo, más allá de su concreción final, sería una forma concreta de sellar este Nuevo Orden Territorial, que se viene vislumbrando desde un tiempo a esta parte y que, ineludiblemente, impacta en toda la arquitectura del régimen político territorial en el que debe organizarse el Estado. Así, una forma de gobierno instalada en el presidencialismo atenuado, semi-presidencialismo, o bien, un parlamentarismo poco validado en el debate convencional, debería dialogar con este Estado Regional Autónomo, que, junto con asegurar mayores grados de descentralización, debería ser mucho más sensible a la plurinacionalidad existente en nuestro territorio.
La idea de transición hacia un nuevo orden territorial es el resultado de una serie de procesos anteriores institucionalizados y otros provenientes de la geografía de la multitud, esta última, aceleradora de los cambios que hoy se observan en la Convención Constitucional, a propósito de las propuestas que ya se delinean más concretamente con el Estado Regional Autónomo, lo que sin lugar a dudas, permitirá una nueva geografía política-electoral en general y, una nueva geopolítica, en particular.
(4) Ver en Ley 21216 modifica la carta fundamental para permitir la conformación de pactos electorales de independientes y garantizar la paridad de género en las candidaturas y en la integración del órgano constituyente que se conforme para la creación de una nueva Constitución Política de la República en https://www.bcn.cl/leychile/navegar?idNorma=1143661
(6) Ver en https://www.cconstituyente.cl/comisiones/comision_integrantes.aspx?prmID=27
(*) José Orellana es académico UAHC y Dr. en Estudios Americanos. Federico Arenas es doctor en Ciencias Económicas y Sociales, mención Geografía.