A propósito de la partida de Súper Taldo: Hay vida después del Síndrome de Tourette
(*) Por Esteban Muñoz
Comentario publicado en The Clinic
La partida de Agustín Gerardo Arenas Cardozo el pasado jueves 5 de julio, el popular “Super Taldo”, fue barnizada por algunos medios como un hito nostálgico o el fin de una existencia viral archivada en la memoria memética bajo el repertorio de coprolalias que quedaron registradas en la entrevista que le hizo Bernardo de la Maza en 1974 y que jamás fue transmitida. Ahí se le ve inocente, creativo, romántico y totalmente escindido de los tics para declarar su amor por Iris Bustos. Para otras coberturas, la anónima agonía de Súper Taldo, conectado a un corazón artificial en el Hospital de la UC, daba cuenta de lo relativas que son las relaciones de afecto de la era digital.
Cuando su fama se extendió a comienzos del 2000, el verdadero Taldo ya era un adulto cotizado en entrevistas, para la foto en la calle, en algunos programas de TV y en discoteques de la periferia donde Arenas animaba la noche a cambio de volver a gritar las frases que lo hicieron célebre. Él mismo explicaba en esas apariciones que su notable mejoría se debía a las operaciones a las que se habría sometido desde su infancia: 3 lobotomías en total.
Mi primer acercamiento desde la vida cotidiana, fue de adolescente cuando se desclasificaban sus videos y que quedaban como referencia el síndrome registrado por primera vez por el neurólogo francés Georges Gilles de la Tourette. Actualmente, cuando me remonto a ver los videos desde una perspectiva profesional, podría referir que lamentablemente Agustín no es la mejor referencia sobre la forma en que se debe comprender este mal.
En internet también pueden encontrarse entrevistas donde Agustín Arenas recomendaba como forma de tratamiento la lobotomía, un procedimiento cuestionado y casi en desuso desde mediados del siglo pasado. Quizás pudo ser una alternativa en su momento, pero hoy es una más (y no la mejor) disponible. La literatura al respecto nos muestra casos de jóvenes que se han sometido a más una intervención de este tipo y que, no sólo no logran una mejoría, sino que suman deteriores neurológicos crecientes.
Por otro lado, la masiva visibilización de Super Taldo a través de los años, sacó del anonimato a las personas que portan esta rara condición y permitió la discusión sobre el tema, se googleó y se abordó como una enfermedad más concreta, pero a un costo mayor. Al mismo tiempo se estigmatizó y se mostró de una manera burda el Síndrome de Tourette. Esto dificultó generar una toma de conciencia y festinó con las personas que sufren esta enfermedad. Desde este punto de vista, probablemente desde la imagen de Súper Taldo, creo que pudo haberse adecuado un mensaje para promover políticas públicas relacionadas con el Tourette acercando posiciones sobre quienes lo padecen y la variedad de tratamientos.
En la actualidad, las personas que viven con Tourette, logran comprender cuáles son sus tics y las situaciones en que estas empeoran. Gracias a la psicoterapia pueden trabajar en disminuir la sintomatología con algunas técnicas sencillas de condicionamiento o trabajar el desarrollo personal, tomar conciencia y conocerse como algo de suma importancia para poder desarrollar una personalidad más integral y que logre modular esta enfermedad. El foco de un tratamiento efectivo está en la inversión de los hábitos como otras estrategias sobre reeducación, sobre las señales y técnicas de relajación que pueden mejorar en gran medida la calidad de vida de las personas que padecen este síndrome.
(*) Psicólogo UAHC. Magíster en Educación Emocional.