Aberración!

Aberración!

Por Christian Larotonda (*)

Lo expresado el 10 de agosto por el presidente de Argentina, Mauricio Macri, sobre el número de desaparecidos en dicho país durante la dictadura cívico militar que lo gobernó entre 1976 y 1983, es una aberración que ofende de forma gravísima, otra vez, a los familiares y amigos de las víctimas del terrorismo organizado por el estado argentino. Nos ofende, además, a todos aquellos que con un mínimo de sentido ético entendemos que la acción organizada y sistemática de todos los recursos del Estado para secuestrar, torturar, asesinar y hacer desaparecer los restos mortales de 30.000 ciudadanos es una acción de tal gravedad que merece un apelativo diferente: delito de lesa humanidad.

Es agraviante escuchar al presidente Macri decir, en la entrevista que dio en vivo a BuzzFeed, “no tengo ni idea si los desaparecidos fueron 9.000 o 30.000”. Al parecer, para la autoridad máxima de Argentina la diferencia de 21.000 secuestrados-torturados-asesinados-desaparecidos es algo irrelevante, que no merece su interés. Esto no es nada más que una muestra la estructura moral desde la que piensa el presidente argentino y mucha gente como él.

Es una estructura que entiende que la dignidad humana, en los hechos, es algo que solo la posee un grupo de personas, no todas. Se da por sobrentendido que algunos – en este caso los “zurditos”- pierden dicha dignidad por los actos cometidos (o por los que se imaginan que podrían cometer) y, por lo tanto, pueden ser sujetos de toda brutalidad. Es lo que contiene esa frase despreciable “y… algo habrán hecho”, con la que se pretende justificar el secuestro-tortura-asesinato-desaparición.

Hablo de estructura moral, pues es esta misma lógica la que les hace pensar que sólo algunos, no todos, merecen los frutos de las riquezas de un país (cualquier parecido con la discusión sobre gratuidad y AFP’s en Chile es pura casualidad). Así, frente a los dispositivos de ayuda económica estatales que las políticas de los gobiernos anteriores instalaron, aparecen unos nuevos seres despreciables que perdieron su humanidad; ahora no son los “zurditos” de los años ‘70, sino los “Negros” y los “Planeros” de la corrupción de los Kirchner, a quienes borrarían de la existencia, si pudieran… Aquí la frase que resume este deseo oculto es “que se vayan a laburar”, que no es más que un eufemismo para decir: “esclavos: vuelvan a sus plantaciones”.

Estuve hace muy poco en mi país natal. Me llamó la atención el clima de odio y revancha que manifiestan aquellos que apoyan al gobierno. Hablo de odio, pues es esa emoción la que está en la base de las acciones y opiniones de mucha gente. No es algo racional. Es esa misma emoción primitiva la que empieza a dar pie a las teorías negacionistas. Así, no es sorpresa escuchar que el presidente llame “guerra sucia” al terrorismo de Estado. Lamentablemente, el país que había logrado a avanzar en políticas de memoria, verdad y justicia, hoy retrocede: ¡qué pena más grande!

(*) Christian Larotonda es Director de la Dirección de Desarrollo Académico de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.