Analizan experiencias de autogestión en Costa Rica_Académica invitada Silvia Rojas: “Los cientistas sociales deben hacer de su desempeño un trabajo multidisciplinario”
La serie de coloquios titulada “Debates Sociales” organizada por la Escuela de Sociología y que actualiza experiencias y conocimientos sobre diversos aspectos de la investigación social actual en un ambiente distendido y abierto, fue inaugurada con una serie de lecciones acerca del trabajo académico vinculado en zonas territorialmente vulnerables de Costa Rica.
“Procesos interdisciplinarios de acompañamiento social participativo para la autogestión comunitaria en territorios marinos costeros de Costa Rica”, el coloquio dictado por la profesora Silvia Rojas Herrera, Académica de la Escuela de Sociología y Coordinadora del Programa de Desarrollo Integral de Comunidades Rurales Costeras del Golfo de Nicoya (Universidad Nacional de Costa Rica), entregó interesantes conclusiones sobre cómo evolucionó un trabajo de intervención y extensión que desdibuja los límites de la multidisciplina y se convirtió en un extraordinario trabajo de diálogo de saberes del país tropical.
Rojas aclaró que, lo que actualmente llamamos en Chile como Vinculación con el medio, ha sido en Costa Rica un área abierta al diálogo de saberes e influencia mutua entre ciudadanos insulares, autoridades universitarias, docentes y alumnos. Este tipo de proyectos cumplen también la función de atraer a los estudiantes bajo la lógica de la importancia del trabajo social durante los años de formación y como columna de una serie de prácticas de extensión una vez egresados, cuenta la docente quien realiza un paralelo con la iniciativa de prácticas tempranas en muchas de las carreras de las ciencias sociales y pedagogía en la Academia.
“A lo largo de casi cuarenta años de trabajo se han sumado diferentes escuelas a esta labor de extensión generando un trabajo interdisciplinario pero de nivel horizontal entre investigadores de alto nivel y los alumnos”, sostiene Rojas sobre la histórica intervención de acción participante en islas como Caballo, Bejuco y Venado en el Golfo de Nicoya.
Esta tarea ha tenido un fuerte acento en la autogestión y la perspectiva de género, incluso ha debido vadear la influencia de diversos factores históricos en la organización y participación en la zona, cuenta la Magíster en Desarrollo Rural. Así es como debió “disfrazarse” por ejemplo diferentes temáticas de diálogo y reflexión crítica como actividades didácticas y deportivas para no despertar hostilidades en los líderes religiosos, entre otras acomodaciones cotidianas.
Más aportes a la praxis por parte de la docente advierten sobre un recurrente problema en este tipo de trabajo a nivel social y que tiene lugar cuando los ciudadanos buscan un apoyo asistencialista de parte de los recién llegados. Por otro lado, éstos últimos se ven enfrentados a las diferentes parcelaciones teóricas de cada especialidad. “Nos hemos visto forzados a actualizarnos a nivel teórico y metodológico hacia un proceso de desarrollo integral y de mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades. Esto exige un verdadero cambio de paradigma para los cientistas sociales quienes deben hacer de su desempeño un trabajo multidisciplinario. Aquí se cruza el trabajo de la sociología, de la biología, la etnografía, el arte, la agronomía y otras aparentemente desvinculadas entre sí”, cree Silvia Rojas.
Describe el efecto como un “reconocimiento mutuo entre la comunidad y la universidad”, el de dos mundos que originalmente se miraban unidireccionalmente. De esta manera, llega un momento en que todos aprenden más allá de su especialización. Por ejemplo cuando los estudiantes hacen inventario de la flora en las islas guiados por los niños, los profesores se convierten en facilitadores de talleres, de la creación de biojardineras, aprenden sobre el qué hacer práctico de las parteras locales, de su vegetación y vida animal endémicas o la forma en que funciona la agricultura y los acueductos locales, enumera. Incluso en materias más técnicas como la manera en que, con un poco de orientación, estos pueblos han logrado detener la especulación inmobiliaria y la construcción de hoteles en zonas de yacimientos arqueológicos.
Los resultados también se aprecian en las nuevas generaciones de jóvenes que, a lo largo de los últimos 18 años de trabajo conjunto con el proyecto, se han convertido en líderes y agentes de cambio de sus respectivas comunidades, reflexiona la profesora invitada.