Chile su accionar fronterizo con Bolivia: lo esperable y los silencios
Por José Orellana*
Hace unas semanas, finalmente el Estado chileno evidenció su posición respecto de cómo actuar ante la demanda de Bolivia en el Tribunal Internacional de la Haya. No fueron pocas las personalidades que se pronunciaron al respecto.
Desde el ámbito político, lo hicieron los integrantes de ambas cámaras del Congreso, los ex Presidentes de la República y partidos políticos, con matices más matices menos, convocando al ejecutivo, esto es, a la Jefa de Gobierno, a que operara en consecuencia, ¡ya!.
Desde el ámbito académico, las visiones tampoco eran tan disímiles, podrían variar en la temporalidad, esto es, no reclamar incompetencia ahora, sino que más adelante, cuando ya estuviese operando el Tribunal, revisando el fondo de la demanda y los argumentos de Chile. Según los trascendidos que rodeaban al equipo jurídico internacional que acompaña la posición chilena, al parecer, era la única expresión que aconsejaba esperar más tiempo para impugnar al Tribunal.
En ese marco, interesa conocer por qué operó, como operó Chile; utilizando su derecho de ‘objeción preliminar’, anunciado por cadena nacional y una semana antes que terminara el plazo para su presentación. Y en esa línea, conviene revisar lo expuesto en el programa de gobierno de la Nueva Mayoría, el cual, para el ámbito de las relaciones internacionales también debe ser consultado, no sólo para las reformas ejes del gobierno.
En esa línea, indica lo siguiente: “Chile ha perdido presencia en la región, sus relaciones vecinales son problemáticas, se ha impuesto una visión mercantil de nuestros vínculos latinoamericanos y se han ideologizado las opciones de inserción externa. Nuestro país debe recuperar su papel de promotor activo de la convergencia regional, confirmando su compromiso con una política de integración regional activa y vinculante. Chile debe valorizar positivamente la diversidad que caracteriza a América Latina y enfrentar efectivamente los desafíos que plantean nuestras relaciones vecinales” (Pág. 184).
Si interesa el programa para encontrar respuestas al actuar de la Nueva Mayoría y del gobierno, interesa conocer cuál ha sido el comportamiento que ha tenido el Ministerio de Relaciones Exteriores, el que debiese ser coherente con el primero. En este sentido, la Cancillería de algún modo adelantó cuál sería la decisión de la Jefe de Gobierno y Estado, dado que en Junio, el Estado Chileno inauguró una estrategia ‘novedosa’ respecto de cómo abordar la relación con Bolivia en función de la demanda interpuesta y la Estrategia asociada de visibilización.
La evidencia de lo anterior, se encuentra en la edición del documento editado por el MINREL denominado “Chile y la aspiración marítima boliviana: Mito y Realidad”, el cual según indicó el Ministro Muñoz, es una de otras acciones que tomará el Estado chileno respecto de explicarle al mundo, por medio de sus agentes diversos (ex presidentes, parlamentarios y otros) cuál es el estado de situación de la relación bilateral entre ambos países, según el prisma chileno.
Si se lee la declaración del ministro Muñoz del 15 de julio respecto del ingreso del documento que da cuenta de la excepción preliminar, tiene, como es evidente, una coherencia con el documento anterior. En ella, más allá de la típica apelación que hace Chile de indicar que ha cumplido todos los temas que el tratado de 1904 obliga, y de ser respetuoso del derecho internacional en el principio de la intangibilidad de los tratados, entre otros aspectos, señala que “la demanda boliviana pone en riesgo la estabilidad de las fronteras a nivel global y cuestiona el valor de lo pactado”, hecho que no había quedado por escrito y puede interpretarse como una amenaza de contenido para inhibir a la corte a involucrarse.
¿Lo hará?, hay suficientes argumentos que apuntan a lo contrario. En esta línea, cabe indicar que el documento tiene una utilidad pedagógica que a un lector no muy instruido puede convencerle rápidamente que la posición de Chile, es consistente, por lo tanto, es un marco referencial de contenidos, que muy probablemente el Estado utilice internamente. Y probablemente tenga éxito, ya que mayoritariamente la población de Chile tiene una posición, donde el nacionalismo territorial es concreto, respecto de los vecinos fronterizos.
Esta estrategia que inaugura Chile, pareciera ser coherente con lo referido a ‘enfrentar efectivamente los desafíos vecinales’ que aparece en el programa de gobierno, en este caso, respecto de Bolivia, y también con los otros dos estados, Perú y Argentina, pero con otro tono. Es entendible que ante la imposición de una demanda, la contraparte (Chile) no tiene mucho margen de acción para tomar medidas de reacción diferentes.
Queda ver, sin perjuicio del resultado que tenga esta ‘objeción preliminar’ invocada por Chile, cómo continuarán las relaciones entre ambos Estados, los que a su vez, tendrán que resentir, el despliegue de esta nueva estrategia chilena hacia el exterior e interior, como también la que continuará Bolivia, donde no sólo es una cuestión de gobierno, sino que una política de Estado, que además tiene una explícita referencia en la constitución boliviana, la que explica el comportamiento actual de Bolivia.
No hay que olvidar que la acción chilena actual, no sólo se podría explicar por las definiciones de un programa de gobierno y agenda de MINREL, sino que también gracias a la herencia de cuatro años del gobierno de Sebastián Piñera, el que se encargó de profundizar un paradigma de realismo político en la relación con Bolivia, borrando de un plumazo lo avanzado anteriormente.
Por otra parte, internamente, Michelle Bachelet, en un corto plazo ¿ganó o perdió con su acción? De momento que logró articular a los actores relevantes de la cosa pública, desde una perspectiva de “coherencia programática” respecto de Bolivia, apareció teniendo una consistente posición y evitando más flancos abiertos en el frente interno. Por lo tanto, ganó.
Si es que la Corte no acepta la objeción preliminar, no será la única que se equivocó. Y en ese escenario ¿ganó?…, lo que sí se sabe, es que formalmente indicó que utilizaría todo lo que el derecho internacional le entregase, por lo tanto puede explicar esa acción de equívoco, colectivamente y con ‘estrategia – táctica’ previamente anunciada.
¿Cuándo pierde? Pierde cuando el Estado chileno no es capaz de profundizar ‘en’ una política de Estado el tratamiento de su vecindad en el componente fronterizo, que le permita un diseño de agenda multiescalar acorde con el dinamismo que tienen personas e inversiones en ‘multiescala’ (turismo, comercio internacional, narcotráfico, conflictos socioambientales extractivistas, migraciones, otros), permitiendo, en específico, comprender cultural, política, social y económicamente los espacios de fronteras, los cuales van más allá que las dificultades que se observan, propias de querellas decimonónicas, que si bien son importantes en las relaciones entre Estados, son sólo una parte, y a veces intrascendentes en la escala del espacio de frontera.
*Geógrafo y Cientista Político. Docente Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales Universidad Academia de Humanismo Cristiano
. Columna publicada en El Mostrador y Quinto Poder