Con exposición sobre activismo ambiental_Diplomado Internacional de Verano reúne diálogo de saberes y políticas sustentables
Una nueva sesión del Diplomado Internacional de Verano, organizado por el Instituto de Humanidades y el Kolleg für Management und Gestaltung nachhaltiger Entwicklung (KMGNE), contó con la conferencia del ecologista, Juan Pablo Orrego. También ex músico de Los Blops, el rostro visible de diversas campañas ecológicas recientes compartió su experiencia en el activismo y sus proyecciones sobre el futuro de un país de restringidas políticas verdes.
Orrego, dedicó gran parte de su exposición a exponer sobre su extenso trabajo en terreno junto a diversos pueblos originarios de Mesoamérica con los que comprendió la importancia de unir el territorio sagrado con la búsqueda de políticas sustentables ante la amenaza de las centrales termoeléctricas e hidroeléctricas que se han construído en la región.
“En general, los pueblos originarios de ambos extremos del continente se hacen responsables de su entorno a través de ritos que no se preocupan de la causa y efecto. Para pehuenches, pueblos andinos o del norte de América, entienden el clima como un ciclo cuyos grandes hitos eran determinados por rituales simbólicos muy poderosos”, señala mientras muestra diapositivas sobre diversos ritos en los que le tocó participar.
Explica que, muchas veces, esta desconexión con el entorno y los ancestros es lo que convierte al ciudadano común en un ecópata (cuando afecta al medio ambiente) o un sociópata (cuando afecta al resto de la comunidad). En ambos casos, se pierden las empatías.
“Me tocó vivir los años de la Unidad Popular y les puedo decir que nunca he visto una segregación como la que se vive hoy en día. Hoy la estratificación es algo inverosímil, es ridículo ver cómo las clases sociales ya ni siquiera coinciden ni se topan. Por otro lado, uno viaja en metro y ve cómo las personas no quieren oír, ver ni pensar. Sólos, van enfrascados en la pantalla del celular sin que le importe el de al lado. Es urgente retornar a la naturaleza de vez en cuando. Quizás poco a poco, pero a través de un sistema comunitario y no de los asambleísmos”, recomienda.
En este regreso al campo, al mar y las montañas, Orrego ve la oportunidad de reaprender gracias al diálogo de saberes. “En muchos pueblos, la edad adulta o la madurez para liderar o tomar decisiones se da desde los 12 años. Hay niños que a esa edad se hacen cargo del ganado, son autoridades y toman responsabilidad en asuntos de la comunidad. Estos mismos pueblos no se enquistan en un lugar para depredar los recursos, sino que se diseminan por el territorio y se hacen invisibles dentro de él porque respetan su medio ambiente y adaptan de él sus cosmogonías que persisten por miles de años, tiempo en el que deben enfrentar la extracción y el acoso por los minerales, los bosques y sus tierras. Estas historias resisten por tanto tiempo, porque estos pueblos nunca han dado por sentado nada de lo que tienen”, señala el ecologista.