Conversatorio sobre el gigante asiático_La retórica detrás de la vieja definición de China como país comunista
Jóvenes ejecutivos chinos estudiando español, literatura e historia latinoamericana para comprender mejor el territorio en el que vienen a realizar negocios comerciales, industriales y forestales da cuenta del interés del Gigante Asiático por potenciar de mejor manera su influencia económica en el globo. Por otro lado evidencia cuán lejos está el resto del mundo de subirse a esa hipercarretera tratando de aprender chino o improvisando negocios con una cultura que nos lleva cinco mil años de ventaja. Estas fueron algunas de las conclusiones de los participantes del conversatorio “China, ¿gigante real o ficticio?” que es parte del curso de especialización que ofrece la Escuela de Ciencia Política y RR.II. de la Academia denominado “China: historia, cultura y Relaciones Internacionales”.
Sobre el título del panel, el profesor invitado Sebastián Salinas Gaete, integrante del Centro de Estudios Árabes y del Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos de la Universidad de Chile, considera el llamado: “una pregunta retórica”. Apelando al concepto del Sistema Mundo de Wallerstein, que intenta vincular las relaciones sociales, políticas y económicas de estas naciones como totalidad dominante a lo largo de la historia, Salinas sostiene que la formidable economía de China es un mundo propio que convive con una cosmovisión acorde a estos recursos y que “se basta a sí misma” incluso ante estándares globales de producción industrial.
Incluso, es el resto del mundo el que absorbe esta influencia de una cultura ancestral cuyos frutos –sembrados siglos atrás a través de migraciones, invenciones capitales y modelos políticos- brotan hoy en un sincretismo que no esconde ese origen, pero se funde con occidente. La China comunista de Mao, producto de la Guerra Fría, debe a ese contexto y su gravitante tamaño geográfico su lugar como actor relevante en procesos siguientes como su rol fundador en el Consejo de Seguridad de la ONU, parte vital del eje de países no alineados y de la Conferencia de Bandung en que diversos estados asiáticos y africanos buscaban ejercer su recién obtenida soberanía como respuesta al bloque capitalista.
Más recientemente, “El gran salto adelante”, un intento de crecimiento económico y cultural centralizado que no consiguió su meta o la “Revolución cultural” permanecen como rasgos del poder de China en el imaginario moderno junto al liderazgo de Mao, quien alcanzó el grado de referente global e ícono pop gracias a la penetración de los medios de entonces. “No es casualidad que, junto a Mao, desde esa época provengan otros símbolos como Marilyn Monroe, los Kennedy o el Che Guevara entre otros referentes de la música y el cine. Es decir cuando estos procesos coincidieron con el auge de la TV”, cree Salinas que evidencia este atributo en los gruesos mensajes propagandísticos del imperio.
“De la china de entonces ya no queda nada de lo que Mao deseaba alcanzar”, sostiene el académico. “Pero por otro lado, el desarrollo económico como segunda potencia mundial le da un rol preponderante en otros grupos de influencia como los países BRIC”, dice sobre los 4 países con economías emergentes más importantes del mundo.
“Otra de las grandes influencias chinas que se pueden apreciar en la actualidad son las oleadas de migrantes que salen a establecer negocios o a estudiar fuera de China y que reciben subvenciones del gobierno chino, pero para no regresar. Esto en el fondo es una forma de hacer frente a la sobrepoblación y planes de crecimiento de China. También cumple con un llamado intrínseco de la cultura china que para ejercer su dominio primero toma conciencia de que debe conocer en profundidad a las otras culturas a las que accede. Así, las sucesivas migraciones van generando mejores espacios para recibir a los nuevos viajeros que pasan a ser conocidos como “chinos de ultramar”, agrega.