Cuarentena junto al enemigo_Cuando el hogar no es seguro para una mujer violentada
Las medidas de confinamiento, tomadas para evitar el contagio por COVID-19, tienen un efecto colateral del que psicólogos, juristas y colectivos feministas advierten: el aumento en los casos de violencia de género. Esta es una situación que ya se ha descrito en localidades como Wuhan, en China, cuna del coronavirus y donde se dieron estas alzas.
Según datos de ONU Mujeres, un 77% de los casos de violencia de género ocurren dentro de los hogares, lo que alerta hoy en medio de la crisis que afecta a las personas más vulnerables y confinadas día y noche con agresores que muchas veces no han sido denunciados. Sobre este alto costo físico y emocional, Silvana del Valle, directora de la Escuela de Derecho de la UAHC y abogada de la Red chilena contra la violencia hacia las mujeres, fue entrevistada por la cadena internacional France 24 acerca de la situación que hoy en día afecta a muchas mujeres en Chile y el mundo en relación a la convivencia estrecha con sus agresores, debido a la cuarentena instaurada y que impide salir de las casas, transformándose el hogar en una verdadera celda junto al agresor.
“En la Red Red chilena contra la violencia hacia las mujeres, estamos tratando de difundir la mayor cantidad de oportunidades que tienen las mujeres y niñas para defenderse y pedir apoyo en el caso de sufrir esa violencia, ya que pensamos que el Estado chileno no ha hecho lo suficiente al respecto. Es decir, las distintas agrupaciones feministas tuvimos que hacer cartillas y campañas dada la inactividad del Estado, quienes hasta la fecha, solo se han limitado a reforzar la difusión de algunos teléfonos que ya existían previo a esta pandemia, pero que tienen bastante dificultad de funcionamiento”, argumenta Del Valle.
La profesional agrega que afortunadamente el teléfono 1455 que dispuso el Ministerio de la Mujer, está funcionando las 24 horas del día, pero que otras plataformas telefónicas como la de las policías chilenas tienen dificultades para recepcionar los llamados. “Hemos constatado que no están funcionando adecuadamente, lo que implica que la policía no está llegando a los lugares donde se les requiere. Lo que nosotras hemos hecho es incentivar la reacción y la acción comunitaria. De esta forma, logramos que las mujeres se preparen y entiendan cuáles son las herramientas que poseen para afrontar una situación de violencia al interior de sus propios hogares. La idea es poder en estos tiempos reforzar las formas de protección”, sostiene.
Más allá del encierro
Si bien se ha difundido vía redes sociales cierta información sobre lo que deberían hacer las mujeres agredidas y los datos que deben tener a mano en caso de estar en peligro, también es cierto que se trata de una lista muy larga de cosas a tener en cuenta y de protocolos que, en un estado de agresión y stress muchas veces no se lleva a cabo. Al respecto, la abogada de la UAHC indicó que, lamentablemente y dada la situación que se vive, lo único que por ahora se puede hacer es tratar de reforzar la idea de cómo poder enfrentar el riesgo.
“El problema va más allá y creemos que está relacionado con el movimiento social que se vive en Chile desde octubre del 2019 y que tiene que ver con la crisis en que se encuentra el patriarcado y el capital en los países latinoamericanos y particularmente en Chile. Las mujeres en Chile somos las que estamos en una situación más precaria. Por ejemplo aquellas de la tercera edad reciben las peores pensiones y por otro lado, las mujeres en general, somos las que ocupamos los espacios más precarizados en los trabajos. Tenemos una cantidad muy importante de mujeres que trabajan a honorarios, sin contrato y que actualmente están en una situación muy difícil para poder subsistir. Con esto queremos señalar que el asunto es un poco más amplio y complejo”, argumenta la especialista.
Complementa señalando que “de hecho la doble y triple jornada que muchas mujeres deben desempeñar en periodos normales dada la pobreza que se vive de manera generalizada y dada la precariedad de la vida, hoy se ve intensificada porque deben hacer estas jornadas todas en un mismo espacio reducido, lo que implica una mayor frustración y un mayor riesgo a sufrir problemas psicológicos. El hecho de verse hacinadas con otros integrantes de su familia o directamente con su agresor implica un estado de alerta y la única salida que vemos como organización por ahora la sororidad entre las mujeres y el recurrir a los círculos cercanos en sus respectivos vecindarios.
¿Faltan más servicios dedicados a cuidar a la mujer?
-Así es y básicamente lo que nosotros hemos reclamado en Chile es que el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género solamente reacciona, y todo lo que hace es con posterioridad a ciertos márgenes de acción que las organizaciones feministas proponemos. El ministerio sigue considerando el problema de la violencia contra la mujer como una cosa netamente familiar sin comprender que es mucho más que eso. Hace poco la dirección del trabajo, estableció un dictamen que permite a los empleadores despedir a las personas que se desempeñen en aquellas labores que no se puedan realizar a través de la fórmula del teletrabajo y eso es para quienes tengan contrato, puesto que las mujeres muchas veces se desempeñan en labores más informales y que no consideran un contrato. Aquello las pone en una situación de riesgo máximo y esta crítica que venimos haciendo desde varios años y décadas, se intensifica hoy.