Día de los/as profesores/as

Día de los/as profesores/as

(*) Pedro Rosas Aravena

Queridas y queridos colegas, estudiantes y funcionarios de nuestra facultad.

Escribo para saludarles en este inicio de semana, teniendo en mente una conmemoración especial para todas y todos, docentes por vocación y elección profesional y a los/as colaboradores fundamentales de esta labor, quienes no siendo docentes -nuestras funcionarias y funcionarios de facultad- acompañan y posibilitan nuestro trabajo, y muy especialmente a aquellas mujeres y hombres que transitan el camino a serlo plenamente al término de su formación profesional.

La conmemoración del tradicional “Día del maestro” tiene el mismo tinte que la profesión y el quehacer pedagógico, una mezcla de desafío y misión secular que se mueve en un espacio cultural que no puede ni debe ocultar sus tensiones: unas históricas, otras de sentido que se movilizan en el marco de políticas de Estado, públicas y de mercado, que nos hablan del diseño de distintos tipos de sociedad a construir y de diversos pasados que se recuerdan con reverencia o que se quieren dejar atrás.

La instauración del “día del Maestro”, que subsume bajo ese rótulo a miles de profesoras invisibles que constituyen históricamente la mayoría de la fuerza de trabajo docente, toma vida en una fecha que en Chile es una fecha infame, el 11 de septiembre pero de 1942 bajo el gobierno de Juan Antonio Ríos. El referente que encarna al maestro Domingo Faustino Sarmiento, es también una figura contradictoria, para unos un emancipador de los lazos coloniales y un soñador del progreso, para otros un civilizador a toda costa para imponer por la fuerza una modernidad de élites. Bajo su iniciativa florecieron las Escuelas Normales y ejércitos de maestras recorrieron campos y ciudades llevando el alfabeto, racionalidad moderna y la salud pública mínima para amplias masas abandonadas de los avances que el desarrollo de la modernidad reservaba a minorías urbanas acomodadas.

La obra y trabajo de una mujer de la provincia vino a sacar de las catacumbas del silencio a las maestras de Chile y el continente y el 10 de diciembre junto con la obtención del Premio Nobel en 1945 -en homenaje a Gabriela Mistral- se instituyó una nueva fecha para la conmemoración de la primera mujer y profesora Cónsul de Chile a quién no se le entregaron “cartas credenciales” diplomáticas en una actividad reservada únicamente para hombres.

Bajo la dictadura militar, fue adoptado el día 16 de septiembre, coincidiendo con la Fundación del Colegio de Profesores que se encontraba bajo el control del régimen de Pinochet que, en 1977, determinó el 18 de octubre como nueva fecha oficial mientras cientos de profesores y profesoras sufrían persecuciones, despidos, encarcelamientos, torturas y 136 de ellas y ellos desapariciones forzadas.

Las profesoras y profesores fueron civilizadores y emancipadores, algunos activos agentes de la reproducción y muchos más con vocación y conciencia a toda prueba, fueron militantes de un humanismo socializante.
Esta es nuestra historia, muy lejos del romanticismo que busca ocultar las contradicciones y trabajos en la materialidad de la construcción cultural cotidiana. El cuerpo de la docencia es también el cuerpo de la política, de la diferencia y de la dignidad, de las hablas de un hacer que, de ayer a hoy, se debate en problemáticas tan viejas y tan nuevas como la distancia entre el grito y el silencio de buscar un reconocimiento social que escamoteado por arriba, tiene la paga invisible de quienes cada día envían a las aulas a las jóvenes generaciones, esperando que bajo la acogida seria y sistemática de los saberes docentes y pedagógicos les den alas, dignidad y un futuro.

La maestra y el profesor son responsabilizados y depositarios de expectativas que nunca terminan de expandirse, se les evalúa, se les mide, se les asigna la tarea de ciudadanizar los pequeños cuerpos, los vejados y maniatados cuerpos, una sociedad que la injusticia del mercado y el orden social desigual destruyen antes de aprender a soñar. Es una aporía; un camino aparentemente sin salida; ayudar a iluminar o liberar-liberándonos sembrando semillas-sueños, vientos críticos, aves-palabras que vuelen desde el corazón y la palabra para hacer más libres los pueblos que somos.

A las profesoras y profesores de siempre, a las maestras y maestros de esta esquina de una ciudad del fin del mundo, un día y una historia de dignidad en su día.

Fraternalmente,
Pedro Rosas Aravena
Profesor de Historia y Geografía
Decano de la Facultad de Pedagogía
UAHC