Documental “Chacabuco: La Resistencia de los Metales” se presentó en la Academia
La cinta realizada por la historiadora de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Francisca Durán, y el documentalista Roberto Riveros, muestra cómo los presos políticos, a través de expresiones artísticas, lograron sobrevivir hasta recuperar su libertad.
En el auditorio Paulo Freire de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano se exhibió el documental testimonial “Chacabuco: La Resistencia de los Metales”, que fue realizado por la historiadora Francisca Durán y el documentalista Roberto Riveros.
La cinta, que cuenta con el patrocinio de la Academia, se enfoca en las prácticas culturales que realizaron los presos políticos que fueron recluidos en el histórico recinto salitrero tras el Golpe de Estado de 1973.
“Fueron siete entrevistadas de 1 hora y media cada una y luego había que elegir qué llevar y qué no. Fue difícil reducir para un documental de una hora”, manifestó Durán.
Una historia que va siendo contada por quienes sobrevivieron a la tortura y detención en el desierto, y es acompañada por imágenes de la ruinas de Chacabuco, dibujos y material de archivo.
Los realizadores parten con el relato de los crudos momentos que vivían los reclusos y donde “el caldo de cabeza”, como ellos le llamaban, al poco tiempo empezaba a producir estragos. Una situación que llegaría a su punto máximo con el suicidio de Óscar Vega.
Un momento complejo para la población, pero es ahí donde empieza a germinar una idea que, al final, terminaría salvado la vida de la mayoría de los presos hasta el cierre del centro de detención, en abril de 1975.
Poco a poco se empiezan a realizar representaciones artísticas de diversa índole, que permitieron que la gente pudiera alejar sus mentes de la muerte, que constantemente rondaba en el campo de concentración.
La expresión que creció como la espuma e incluso los militares llegaban a ver el espectáculo, que se realizaba en grande cada domingo y donde todos se vestían con su mejor traje. “En Chacabuco lo principal era que todos hicieron algo, y se separó en comisiones, una de ellas era la de cultura”, recuerda uno de los entrevistados.
La crudeza del momento político del país y la situación de reclusión que estaban viviendo se sostenían de mejor manera ayudados por la risa, la que se convirtió en un agente de sanación hasta que llegó la ansiada libertad.
“Ganamos la batalla, salimos mentalmente sanos. Era la única rebeldía que podíamos tener”… “yo puedo dormir ahora, ellos no. Los que nos torturaron no pueden dormir”, fueron algunas de las reflexiones finales de algunos entrevistados.
Un documental que evita caer en el sentimentalismo y que se enfoca en cómo un grupo de personas trabajó en comunidad para mantenerse con vida.
Una obra imperdible que será donado al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, donde se estrenará oficialmente el próximo 6 de abril de 2017.