Dr. Marc Augé dictó conferencia sobre naturaleza, cultura y paisajes en el mundo de la sobre-modernidad
Estudiantes y académicos de geografía, arquitectura, sociología y antropología, entre otras disciplinas, se dieron cita en la conferencia ofrecida por el antropólogo francés Marc Augé, conocido por los conceptos de “no-lugar” y de “sobre-modernidad”
Su conferencia “Naturaleza, Cultura y paisajes en el mundo de la sobre modernidad”, efectuada en el Teatro Nacional Antonio Varas de la Universidad de Chile, fue organizada en conjunto por el Departamento de Estudios Generales de nuestra universidad, la Cátedra Foucault, la embajada de Francia y las universidades de Chile y Andrés Bello.
El rector de nuestra universidad, José Bengoa, estuvo a cargo de presentar a quién se refirió como “el autor de la bibliografía obligada de gran parte de las escuelas de ciencias sociales, artes y antropología”. “¿Quién no ha tomado el metro de Santiago sintiéndose un viajero subterráneo? ¿Quién no se ha sentado en un café o cruzado un mall y ha comprendido que ese espacio evita ser un lugar?”
Augé, antropólogo de la vida cotidiana y de la sociedad mundial, introdujo su reflexión refiriéndose al atractivo natural, que según sus palabras, se emplea para significar lo contrario a lo artificial. En este sentido, se refirió a la relación del orden humano como aquello que tendría que ver con el doble proceso de los cambios de la vida, y desde este punto de vista, el paisaje urbano igual que el paisaje natural, serían una construcción cultural
“¿Cómo conciliar la existencia de libertad individual y la necesidad de un mínimo de sentido social?”, preguntó, señalando que “se hace necesario aludir a las categorías de lugar, como el pueblo tradicional en el que se podía leer lo esencial de la organización social en un espacio y reglas, el pueblo reunido en torno a su iglesia, y el no lugar, como espacios de desarrollo de circulación y de consumo, donde no se expresa ninguna relación social”.
En ese sentido, según explica el antropólogo, el paisaje sobre-moderno, paradójicamente, no nos acerca a la naturaleza: “la urbanización del mundo, la expansión acelerada de los espacios de circulación, de consumo y de comunicación que desembocan en el crecimiento de las grandes metrópolis y la proliferación de tejido humano; los centros históricos que se convierten en atractivos turísticos, los barrios con grandes torres que simbolizan la proyección hacia el cielo del poder, el despegue de aviones desde el aeropuerto, los satélites, nos dan una imagen del mundo como quisiéramos, el ojo de lejos”.
A su juicio, la estética actual representa un cambio de escala del que muchas veces tomamos conciencia por televisión. “¿Cómo será posible que los procesos de la tecnología no conlleven consecuencias directas sobre el cuerpo humano y sus contactos? Pues una revolución por controlar las cosas hace que quizás estemos condenados a vivir individualmente fenómenos que se desarrollan a otra escala y cuando el mismo planeta se convierta en paisaje, evocará, un día lejano, descubrir lo desconocido y volver a la empresa simbólica que vencimos”.