En conferencia del Instituto de Humanidades_Profesor Jorge Magasich sorprende con el bestiario mitológico que atrajo a los conquistadores europeos
El profesor Jorge Magasich, licenciado en Historia y doctor en Historia, Arte y Arqueología de la Universidad Libre de Bruselas (ULB) desempolva en su obra la extraordinaria mitología que motivaba a los conquistadores europeos en sus campañas de búsqueda de riquezas, aventura y fama de sí a través de América.
“Cuando se indaga en el imaginario del conquistador europeo en tierras americanas, creo que lo más importante es que no hay que folclorizar, sino entender que así se percibía esta serie de mitos en que nuestro continente era, para ellos, como el paraíso terrenal”, señala Magasich. Dentro de ese cúmulo de creencias, el autor de “América mágica” destaca a los Ewaipanomas, seres mitológicos descritos en la antigua literatura como figuras antropomórficas carentes de cabeza, con su cara en el torso y los ojos en los hombros.
Agrega que otros autores como el mismísimo Sir Walter Raleigh acreditaba su existencia como guardianes de la Ciudad de los Césares. Así que no es de extrañar que muchos de estos aventureros cruzaran los océanos totalmente convencidos por este tipo de relatos. También el ilustrador belga Theodore de Bry es otro de los responsables de extender el mito del bestiario latino precolombino. Pese a que realizó un solo viaje a América, el artista recogió fantasiosas impresiones que se cuentan como los mitos urbanos más masivos del siglo XVI, reitera el profesor invitado. Entre otras criaturas increíbles, de Bry dibujó supuestas aves feroces del tamaño de una casa, sirenas, indios patagones de 4 metros de altura, ballenas camufladas como islas, demonios que secuestran monjes y dio fe de la existencia de los temidos grifones, monstruos mezcla de ave, león y reptil que custodiaban las entradas al Jardín del Edén.
La legitimidad de estos relatos muchas veces venía precedida de los mapas de navegación oficiales de la época. Mapas de lugares que se sabía existían, pero que seguían siendo ignotos desde la Edad Media o que seguían al pie de la letra indicaciones geográficas de la Biblia como carta de conocimientos. Se creía, por ejemplo, que sólo existían 3 continentes (fundados por cada hijo de Noé) y que mientras más al este se viajase, más cerca se estaría del Paraíso. “Existen mapas de tipo ideológico que datan 1490 y que ubican al centro del mundo y del universo a la ciudad de Jerusalén como guía de fe”, recuerda.
Visiones ideológicas y racistas
En ese mismo sentido se conservan otras cartas de navegación, e incluso globos terráqueos, que alternan datos y monstruos ilustran cómo la desembocadura del río Orinoco es considerada la puerta de entrada al Paraíso y es custodiada por fuera por una serie de monstruos y guerreras amazonas. Argumentos que incluso eran utilizados para financiar viajes en busca de las Minas del Rey Salomón o la legendaria Fuente de la Juventud. “Es probable que Colón creyera que había llegado a uno de estos destinos, pero estas certezas estaban teñidas de un germen de aproximación científica como mediciones de temperatura, ubicación, longitud, latitud, etc. El trabajo geográfico se mezclaba con mitologías de este tipo y relatos de otros autores que describían nuevos mundos desde lo etéreo”, comenta el autor de “América Mágica. Mitos y creencias en tiempos del descubrimiento del Nuevo Mundo”.
El académico que inaugura el seminario permanente Pensamiento Contemporáneo Latinoamericano del Instituto de Humanidades de la UAHC, explica que gran parte de estos relatos, mapas y publicaciones que registraban monstruos, paraísos y fortuna; en realidad encerraban visiones ideológicas y racistas. “Por ejemplo la descripción de las tribus de mujeres amazonas eran una oposición cultural imaginaria, un contrapeso acerca de estas mujeres emancipadas que tanto temor generaban a los colonizadores y que justificaban el uso de la fuerza como medida de opresión. Una práctica que se mantuvo en todo el continente. Por otro lado, la existencia de estos grupos de mujeres se explicaba por la cantidad de hombres que morían combatiendo a los conquistadores y que en muchos casos acababan esclavizados para trabajar en lavaderos de oro mientras las mujeres mantenían la pelea”, señala.
Se cree que apenas un par de campañas privadas lograron quedarse con cerca de 6 toneladas de oro del Nuevo Mundo en un comienzo, lo que motivó relatos de exuberancia económica y ficciones que motivaban a otros aventureros en decadencia, criminales y miserables que se endeudaron para venir a América. Estos falsos datos, rumores e indicaciones de los indios que trataban de alejar de su entorno estas prospecciones aumentaban aún más las leyendas de ciudades como El Dorado o los Césares que llegaron a interesar a los nazis mucho más tarde”, estima el académico.